La embriaguez de la cercanía al poder

BBVA

En muchas ocasiones, la cercanía al poder puede embriagar el criterio técnico de los profesionales, de manera que un buen técnico en una materia puede padecer de dicho mal si se encuentra con el gobierno de turno. Hay que tener mucha fortaleza, valentía y principios muy sólidos para evitar que la cercanía política acabe con el rigor técnico.

Quizás esa embriaguez le invadió este jueves pasado a Carlos Torres, presidente del BBVA, ya que en un acto celebrado en su sede, concretamente en la VIII Reunión de Alto Nivel España-Turquía, con la presencia del presidente turco, Erdogan, y del presidente del Gobierno, Sánchez, con el Ministro de Economía, Carlos Cuerpo, también presente, dijo lo siguiente: «No puedo menos que dar la enhorabuena al Gobierno por el extraordinario comportamiento que nos diferencia del resto de Europa», destacando que la economía española «ha demostrado ser resiliente y dinámica, y que crece por encima de la media europea apoyada por el buen comportamiento del empleo, del turismo y de las exportaciones».

No creo, sinceramente, que Carlos Torres, importante profesional y presidente de uno de los mayores bancos españoles, con fuerte negocio internacional, piense realmente eso. Una cosa es que BBVA Research, el importante y prestigioso servicio de estudios de la entidad, revise al alza el crecimiento previsto de la economía española para 2024, fundamentalmente por efecto arrastre estadístico, debido al comportamiento del IVTR-2023 y del ITR-2024, que tiene su efecto en los interanuales de 2024, cosa que lleva a revisar al alza las estimaciones por mera matemática resultante de la media aritmética de los crecimientos interanuales de los cuatro trimestres de este ejercicio, y otra muy distinta es que ese crecimiento sea un crecimiento sano y no generador de desequilibrios.

BBVA recoge, efectivamente, un mejor comportamiento en algunas variables en el corto plazo, pero también señala algunos signos de debilidad actuales -como el que la inversión no haya recuperado el nivel previo a la pandemia, en términos constantes- y destaca el gasto público y el sector exterior como motores del crecimiento, que, a su vez, han mantenido el empleo o incrementado el mismo, pero sin despertar, todavía, el consumo de los hogares ni, como digo, la inversión.

Por otra parte, de cara a los años venideros, BBVA Research destaca que la ausencia de consenso en política económica, el agotamiento de la contribución del sector exterior en su parte de servicios no turísticos, la posible saturación de los servicios turísticos, y la sustitución por exportaciones de bienes que necesitan de bienes intermedios que han de importarse, neteando el efecto de aportación al crecimiento, pueden hacer ralentizar dicho crecimiento de la economía española.

Junto a ello, también prevén que el ajuste fiscal que habrá que realizar -aunque consideran que será algo menor debido a la evolución de los ingresos- puede minorar el crecimiento, mirando, a su vez, con preocupación la evolución de la inversión.

Por tanto, del informe se infiere que el crecimiento está basado en el gasto público y en la exportación de servicios, considerando en el propio informe que ambos retrocederán en los próximos trimestres, uno por necesidad de ajuste fiscal y otro por agotamiento del mismo. Frente a ello, sin embargo, la inversión no parece tomar el relevo.

Por tanto, con la lectura del propio informe de la entidad, que también señala algunos riesgos a la baja, y donde la productividad por ocupado cae, ¿qué alternativa productiva existe que mantenga el crecimiento impulsado hasta ahora por el gasto público y la aportación del sector exterior cuando éstos se desaceleren o retrocedan?

¿De verdad el presidente del BBVA cree que eso es una buena gestión económica, una economía sin futuro alternativo al gasto público y al sector exterior? ¿Cree que esa gestión que ha impulsado esa composición del crecimiento es buena? ¿Considera, de verdad, que es una composición sana del crecimiento económico?

¿Piensa, asimismo, el presidente del BBVA, que no se han generado o acrecentado graves problemas estructurales en la economía española para el medio y largo plazo? ¿Es una buena gestión aquélla que incremente dichos desajustes?

¿Es buena gestión haber crecido a lomos de la deuda pública, con alrededor de 450.000 millones de euros adicionales en los últimos seis años, según las notas de avance del Banco de España de mayo de 2018 y de marzo de 2024 (última publicada)?

¿Es buena gestión económica que, como alerta la UE, el déficit estructural español camine hacia el 4% del PIB?

¿Es buena gestión económica generar inseguridad jurídica con impuestos demagogos contra determinados sectores -como el bancario, que afecta, en suma, a los beneficios de las entidades y, por tanto, a la rentabilidad de sus accionistas- o imponer un impuesto, como el de grandes fortunas, claramente confiscatorio, además de probablemente inconstitucional por invasión de competencias, por mucho que un TC politizado lo avale?

¿Es buena gestión económica indexar las pensiones al IPC y confiar la sostenibilidad del sistema de pensiones a incrementos permanentes de las cotizaciones a la Seguridad Social para financiar el incremento de gasto que no se limita, sino que se espolea, con la reforma propuesta? ¿Es buena gestión que las empresas vayan a tener que sufrir ese incremento de costes?
¿Es buena gestión haber escalado un puesto en la clasificación de países con mayor porcentaje de población en riesgo de pobreza y ser ya los terceros de la UE?

¿Es buena gestión haber retrocedido en porcentaje de PIB per cápita en paridad del poder de compra sobre la media de la UE y quedar, de nuevo, por debajo del 90%, y ser considerados, nuevamente, una economía pobre, que puede recibir, por ello, fondos de cohesión?

¿Es buena gestión que la inflación se acelere más que la media de la UE en cuanto se han eliminado las subvenciones a los productos?
¿Es buena gestión que la inversión extranjera haya perdido mucha potencia en su llegada en los últimos seis años?

¿Es buena gestión no tener un plan de crecimiento una vez que haya que reducir el déficit estructural varias décimas durante siete años, para cumplir con lo marcado por la UE? ¿Es buena gestión renunciar a presentar presupuestos?

¿Es buena gestión la forma en como se han manejado los fondos europeos, destinados en su mayor parte al sector público, que puede convertirlos en gasto estructural cuando la financiación se acabe y cuyo efecto multiplicador en la economía es menor que si hubiesen ido al sector privado? ¿Es buena gestión que España no podría financiarse o tendría que hacerlo mucho más caro si el BCE no respaldase con la herramienta antifragmentación la deuda pública española?
¿Es buena gestión que el empleo a tiempo completo retroceda frente al empleo a tiempo parcial y que la productividad por ocupado caiga?
¿Es buena gestión que España lidere las tasas de paro general y juvenil de la UE?

¿Es buena gestión que el Gobierno quisiera impedir el cambio de sede social de una empresa? ¿Es buena gestión que, sin esperar a que los órganos competentes se pronuncien, quiera impedir la OPA de una entidad bancaria, sea o no un error dicha OPA, cosa que deberán decidir los accionistas de la opante y que deberán aceptar o no los accionistas de la potencialmente opada? ¿Es buena gestión ese intervencionismo? ¿Lo es?
¿Es buena gestión, en definitiva, que España haya sido una de las últimas economías de la UE en recuperar los niveles de crecimiento previos a la pandemia?

No es buena gestión. Nadie discute el corto plazo, mantenido con el barniz y la anestesia del gasto público y la aportación positiva del sector exterior. Por supuesto que nadie le pide al presidente del BBVA que critique la política económica del Gobierno, pues ni es su función ni debe interferir en el terreno político. Si algo tiene que señalar lo puede hacer en sus informes. Y claro que puede destacar una buena gestión económica si es que hay argumentos rotundos para apoyarse en ellos, pero no parece lógico que felicite al Gobierno por una gestión económica que no es buena, ya que los datos estructurales no sostienen la afirmación del presidente del BBVA.

Decir eso sin argumentos sólidos de medio y largo plazo menoscaba la credibilidad de la entidad. El servicio de estudios del BBVA -BBVA Research- es de primera y sus profesionales son magníficos, pero su gran trabajo puede verse empañado si se producen manifestaciones de este estilo, que no tienen un fundamento sólido. Como digo, no se trata de que el presidente del BBVA critique al Gobierno, y puede felicitarlo si hay elementos que permitan respaldar dicha felicitación, pero hacerlo sin los mismos, me temo que es imprudente y que no hace ningún favor a la credibilidad contrastada del servicio de estudios. Sería una pena que, de ahora en adelante, al ver un informe del mismo tuviésemos que pensar si se ha incorporado al mismo algún componente político.

Estoy seguro de que no será así, pero, para ello, creo que deben evitarse afirmaciones que, a mi juicio, no se sostienen estructuralmente. Del mismo modo, estoy seguro de que el presidente del BBVA, profesional de prestigio, si lo analiza en profundidad, no habría querido realizar esa afirmación, porque el prestigio está por encima de cualquier otra consideración (que tampoco va a ablandar al Gobierno en su posición sobre la OPA), con lo que debe evitarse el contagio de la embriaguez que puede generar la cercanía al poder político si se quiere mantener la credibilidad atesorada durante tanto tiempo.

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