El ególatra y la histérica (pájaros de mal agüero)
Sergio Sayas, bravo púgil del Grupo Mixto, noqueó al muy gomoso Sánchez con una sola pregunta: «¿A estas alturas de la legislatura, le queda algún compromiso con los españoles sin incumplir?». Las piernas del maniquí temblaron, puso los ojos en blanco y deseó morirse sobre la lona del hemiciclo, manifestando el síndrome del boxeador sonado, una variante de su encefalopatía crónica. Como Sánchez no rige, por estar fuera de su acuerdo, comete continuas insensateces. Hundió la economía y decepcionó a sus socios, a los que enriquecía con nuestros impuestos. Su narcisismo, 100% insoportable, apenas le ha servido para que seguidores y enemigos hayan dejado de creer en él. Asistimos al desplome de un ególatra.
Cuanto peor le vaya, mejor le irá a Feijóo y a España. El PP «ve desesperado a Sánchez y capaz de todo», tras pretender desprestigiar a su líder por fotografiarse con el narco Marcial Dorado en 1995, año en que, casualmente, el pirata Sánchez, andaba plagiando su indecente tesis doctoral. Goethe avisó: «Sólo la fe aclara qué es verdad y qué es mentira». En el caso de Sánchez, no cabe la mínima duda, pues sólo abre la boca para mentir o engañar. La embustería es el rasgo que mejor define a este tremebundo cobarde que siempre ataca por la espalda y que ha demostrado ser el más inepto presidente del Gobierno que jamás tuvo la nación. Las urnas lo devolverán donde merece estar para no volver, a regentar las alegres y lascivas saunas de su suegro, lo único para lo que vale.
Vamos con la ministra de Igualdad, fémina – que no femenina – carente de escrúpulos. Apaños, daños y engaños completan su escueto curriculum vitae, de cajera brincó a ministra, en mala hora y por insensata ocurrencia del inquilino u okupa de La Moncloa. Para describir el meteórico ascenso de la susodicha, que vive abrazada a sus dogmas irracionales por no llamarlos perversos, que tanto mal causan a la sociedad, pues se despreocupa de las personas ajenas a su círculo íntimo, o aquelarre, vayan por delante estas cifras. El 8M de 2019 en Madrid, la inculta reunió a 350.000 entusiastas que acudieron a su llamada como alondras al espejuelo. Pero las esperanzas sin fundamentos no cuelan. Y hete aquí que este 8M de 2023, aquella gente, horrorizada con sus leyes macabras, la del sólo sí es sí y la de los mutantes, más conocida por la Ley Trans, la ha dado plantón – igual que Sánchez – y apenas han acudido a su canto de sirena maldita, 27.000 personas, de las cuales, 10.000 pertenecían al cabal feminismo histórico, que las 17.000 restantes, eran feminazis de la catadura de la histérica. De aquel subidón, a este bajón. Es más digno ser una cajera, que una ministra en derribo.
Loca Irene, como has ido a ventilar penas a Nueva York, van un par de sugerencias para que no te tomen por una paleta en Manhattan, u otra criada del Bronx. Visita los almacenes Macy’s, que ocupan una manzana entera en Herald Square y cuyo lema es: «Aquí puedes comprar desde un alfiler hasta una hectárea en Wisconsin con vistas a los Grandes Lagos». Como tienen de todo y reciben con amabilidad a los nuevos miembros del plebeyismo millonario, o sea vos, pregunta por la sección de sarcófagos y descubrirás auténticas maravillas. Un anuncio de neón reciente ofrece «ataúdes refrigerados», para ahorrarse, «el inhumano embalsamiento de los seres queridos». Tira de talón, regálaselo a Sánchez y seguro que haréis las paces. Con las trágicas elecciones que os esperan, lo verá como una vía de escape fabulosa. También hay, por el mismo precio, «ataúdes refrigerados con televisión». Elige tú el modelo.
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