Opinión

La dignidad de la Guardia Civil no se vende, presidente

Que el Gobierno ha cedido a las pretensiones del PNV en su intento de que la Guardia Civil desaparezca del País Vasco es una evidencia empírica. Lo último es que Pedro Sánchez, a través de una enmienda pactada entre nacionalistas vascos y socialistas, convertirá en autoridad de inspección de precursores de explosivos a la Ertzaintza. Hasta ahora, este papel lo ejercía en exclusiva la Benemérita, pero a partir de ahora también tendrá competencias la Policía autonómica, lo que significa que el Instituto Armado irá perdiendo protagonismo. Lo dicho: un paso más en el plan nacionalista, amparado por el presidente del Gobierno, de expulsar a la Guardia Civil del País Vasco.

La enmienda se ha incluido dentro del texto del proyecto de ley sobre precursores de explosivos, una nueva norma para regular la compra y uso de materiales y productos químicos que puedan ser utilizados para la fabricación de explosivos. Lo que ha conseguido el PNV es que Pedro Sánchez admita que aquellas comunidades autónomas que tengan Cuerpo de Policía propia podrán adherirse a los planes anuales de inspección como «autoridades de inspección». Es más, lo harán «en los mismos términos y obligaciones que las Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado». En la práctica esto significa que la Ertzaintza y también los Mossos asuman esas gestiones menoscabando las competencias exclusivas hasta ahora de la Guardia Civil.

Lo que se esconde detrás de esta nueva cesión es evidente: el nacionalismo está dando pasos de gigante en su plan de exclusión de la Benemérita. Pedro Sánchez, todo sea dicho, no ha puesto ningún reparo. En parte, porque lo único que le preocupa es seguir contando con el apoyo de sus socios para seguir atado al poder. Y porque la Guardia Civil no es santo de devoción del socialcomunismo. Lo que nunca conseguirá Pedro Sánchez es vender la dignidad de un Cuerpo que es referente de abnegación y patriotismo.