Opinión

Un día feliz para España (y convulso en EEUU)

Ya tocaba disfrutar de un día como el de este domingo, con millones de españoles unidos al objetivo conseguido por un grupo de espléndidos futbolistas y excelentes compañeros, aferrados a la ilusión de ser nuevamente los campeones de Europa. Ha sido un ideal hecho una espléndida realidad capitaneados por un extraordinario seleccionador, Luis de la Fuente, un hombre que ha hecho de todos ellos una familia que ha contagiado su buen hacer y su gran humanidad a toda España.

No es ésta una sección dedicada al análisis y la información deportiva, pero toda norma tiene su excepción, y esta ocasión bien la merece. Ver a un grupo de jóvenes españoles unidos como una auténtica familia siendo tan diferentes, como Nico Williams del Athletic o Lamine Yamal del Barça -con 17 años cumplidos la víspera de la final-, Marc Cucurella, Rodri, Merino, Unai Simón, Oyarzabal, etc… jugando durante un mes y contando sus partidos por victorias, ha conseguido contagiar una emoción y unidad que hacía años no habíamos experimentado. Quizás desde el Mundial de Sudáfrica en 2010, pero con la diferencia de que en los últimos años lo que ha planeado sobre el país ha sido una continua noticia política y social de disgregación, división y polarización.

Y tal vez eso ha incentivado este general entusiasmo en toda España, que por si no fuera suficiente la alegría, ha venido acompañada de otra rotunda victoria de Carlos Alcaraz en Wimbledon, lo que invita a una cierta introspección de autoestima nacional. Alcaraz, obteniendo con 21 años su cuarto Grand Slam y segundo Wimbledon, y Lamine Yamal, campeón europeo al día siguiente de cumplir 17, son un motivo de esperanza para nuestro futuro colectivo. La imagen del Rey alzando la Copa acompañado de la infanta Sofía junto a nuestros jugadores, es un icono grabado en nuestra retina colectiva de los ojos y del corazón.

Pero como la vida sigue, no podemos rehuir la mirada a lo sucedido en EEUU que nos retrotrae a tiempos que se creían superados, y que tuvieron su zenit en los pasados años 60 con los asesinatos de los hermanos Kennedy, uno siendo presidente en ejercicio y el otro como gran aspirante demócrata a la Casa Blanca. Pero no fueron los únicos, sino que estuvieron acompañados de los atentados contra el Gobernador de Alabama y segregacionista George Wallace, que resultó apartado de la competición electoral al quedar paralítico por las heridas sufridas, o el asesinato del líder de los derechos civiles Martin Luther King, dos meses antes que Bob Kennedy.

En marzo de 1981, el presidente Ronald Reagan fue tiroteado salvando la vida milagrosamente, apenas un mes y medio antes del histórico atentado sufrido por el Papa Juan Pablo II, el 13 de mayo en la Plaza de San Pedro. Precisamente la coincidencia de la fecha en la que sucedió, llevó a que el gran Papa polaco acudiera un año después a Fátima, a darle gracias a la Virgen por haberle salvado la vida, y efectuara en 1984 la Consagración de Rusia pedida por ella. El fruto de ese acto fue extraordinario, con la caída del Muro de Berlín, que separaba la Europa Occidental de la comunista, y que la propia URSS se desplomara como un castillo de naipes y desapareciera, con ambos sucesos producidos sin violencia alguna. A estos efectos, llamativa también la coincidencia de la fecha del fallido atentado contra Trump (13 de julio…).

Actualmente, con la guerra en Ucrania como escenario de las operaciones militares entre EEUU y Rusia, con China en la retaguardia, para definir un nuevo orden global distinto del resultante tras la II Guerra Mundial, es aconsejable analizar la inimaginable, – humanamente hablando,- ausencia de violencia en esos históricos acontecimientos. Los cuatro meses escasos que faltan para las elecciones de noviembre, se anuncian intensos, con el insólito debate público abierto respecto a las condiciones de salud de Biden para asumir el reto de aspirar a seguir cuatro años más al frente de la mayor superpotencia mundial. De algunas extrañas circunstancias en torno a ese atentado, como no ser detectada la presencia del tirador sobre el tejado de un edificio inmediato, y expuesto a simple vista, es exigible que surja alguna explicación lógica. Entretanto saboreemos la alegría por la jornada de ayer.