Opinión

Danke Deutschland

Bélgica y Alemania. Tan cerca en lo geográfico, pero tan lejos en su funcionamiento y eficacia. La diferencia entre un país y otro ha sido abismal a la hora de actuar contra el golpista Carles Puigdemont. El territorio que alberga la sede principal de la Unión Europea se había convertido en el escondite perfecto para el expresident dado el exasperante garantismo que los atrofia. Incluso hicieron de la euroorden —medida de excepcional importancia y símbolo de la colaboración entre los países miembros de la UE— mero papel mojado. Afortunadamente para el cumplimiento de la ley y la vigencia del proyecto comunitario, los germanos han demostrado ser el caso opuesto. Un socio fiable que cree en la ley y en la colaboración entre las naciones sin excusas vanas sobre supuestas incompatibilidades entre la literalidad de los distintos ordenamientos jurídicos. La coordinación entre los Ejecutivos de Angela Merkel y Mariano Rajoy ha sido fundamental para detener al huido Puigdemont. 

De hecho, OKDIARIO publicó la determinación de la canciller alemana, quien prometió a Rajoy: “Si pisa suelo alemán, os lo entregaremos, no lo dudes”. Algo que ha refrendado el portavoz gubernamental, Steffen Seibert, al decir que “este conflicto se debe solucionar en base al derecho español”. Además de acabar con el desafío viajero de Puigdemont, esta detención servirá para fortalecer las relaciones entre Berlín y Madrid, algo fundamental para cimentar un futuro sólido dentro de la Unión Europea. Un mensaje, también, para aquéllos que crean que pueden desafiar la legalidad de los países miembros sin que ello provoque consecuencias penales. Alemania no ha dado opción al sedicioso Puigdemont. Mientras se efectúa la orden de detención europea emitida por España, está en el único sitio que merecen sus actos: la cárcel. 

Todo lo contrario que en Bélgica, cuya exasperante lentitud hace que, además del espectáculo que dieron con el propio Puigdemont, aún no hayan citado a los huidos Meritxell Serret, Toni Comín y Lluís Puig tras los últimos acontecimientos. El país germano, sin embargo, entiende que la rapidez en el modo de actuar es perentoria y han de entregar a Puigdemont lo antes posible a la justicia española. Porque es ahí, ante la justicia, donde se dirimirá un golpe de Estado que ha puesto contra la cuerdas la estabilidad de España y de la propia Unión. Por eso es tan importante que Alemania haya seguido la línea que marcaron mandatarios continentales como Antonio Tajani o Jean-Claude Juncker: “Cualquier acto contra la Constitución española es un acto contra la propia UE”. Eso debería ser siempre Europa: unión, solidaridad y colaboración. Por lo tanto, siempre debería ser Alemania mucho antes que Bélgica.