Golpistas como Castillo son los amigos del Gobierno socialcomunista

Vienen a ocupar el poder y sólo aceptan el juego democrático cuando les beneficia

Autogolpe en Perú: Castillo, aliado de Podemos, cierra el Congreso para evitar su destitución

Pedro Catillo

Pedro Castillo, el amigo íntimo de los podemitas, el hombre al que Pedro Sánchez corrió a felicitar tras su victoria en las urnas en las últimas elecciones de Perú, ha enseñado su verdadero rostro y, como ya hiciera Alberto Fujimori en 1992, ha pretendido subvertir el orden constitucional en vísperas de la moción de censura a la que tenía que someterse por decisión de la mayoría del Parlamento. Con el argumento de que sus críticos pretenden «dinamitar la democracia», el comunista Castillo ha recurrido al clásico golpe de Estado. Al final, Perú, por fortuna, ha demostrado que su Estado de Derecho funciona: Castillo fue detenido y acusado de un delito de sedición. Si Perú fuera España, gracias a Pedro Sánchez a estas horas Castillo estaría ya en la calle.

Otro populista de ultraizquierda que llegar al poder desde las urnas y, a las primeras de cambio, pretende ciscarse en la democracia. Será curioso observar, a partir de este momento, cuál es la reacción del Gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez. El Ministerio de Exteriores tardó horas en condenar lo ocurrido, aunque sin llamar a cosas por su nombre. Podemos, incluso, justificó la intentona golpista con el argumento de que Castillo estaba siendo objeto de una campaña de desprestigio de la ultraderecha reaccionaria.

Siempre es lo mismo: los únicos golpes de Estado que condenan son los que se llevan a cabo -se llevaban, sería más justo decir- contra gobiernos de izquierdas, porque todos los golpes de Estado de las últimas décadas en Iberoamérica han sido promovidos por el populismo de izquierdas y siempre utilizando la misma fórmula: llegan a través de una votación democrática y, una vez en el poder, asaltan o tratan de asaltar las instituciones del Estado.

Es lo que ha ocurrido en Perú, siguiendo la estela de lo vivido también no hace tanto en Bolivia o Ecuador. El patrón del populismo bolivariano es siempre igual: vienen a ocupar el poder y sólo aceptan el juego democrático cuando les beneficia. Estos son los amigos del Gobierno socialcomunista de España

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