Opinión

¿Y la cristianofobia?

Ada Colau no es la alcaldesa de Barcelona, es la alcaldesa de solo una parte de Barcelona: la que habla en catalán, la que okupa edificios, la que cree en el islam y, también, la que guarda silencio cuando se ofende a los cristianos. La primera edil celebró el Día Internacional de Lucha contra la Islamofobia el 12 de diciembre de 2015 en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Según el artículo 16 de la Constitución española: «Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y demás confesiones». Tiene por tanto Colau derecho a colaborar con la comunidad islámica de Barcelona. No obstante, en esa colaboración en concreto se dan dos circunstancias muy graves. La primera es que el evento lo hizo con el diputado de la CUP Benet Salellas, abogado de infame reputación que se gana la vida defendiendo a miembros de grupos terroristas. 

La segunda es que tan solo tres meses después de cerrar esa jornada con una mesa redonda titulada ‘La islamofobia institucional a través de las políticas antiterroristas’, Colau guardó un vergonzoso silencio cuando en un acto oficial del Ayuntamiento se leyó el poema ‘Mare nostra’. Una composición de índole sexual que remeda y ridiculiza el ‘Padrenuestro’ de los cristianos con frases como: «Madre nuestra que estáis en el celo, sea santificado vuestro coño, la epidural, la comadrona…». Esa lectura provocó entonces que los miembros del Partido Popular de la Corporación Municipal abandonaran la entrega de los premios Ciudad de Barcelona. Como bien indicó entonces el presidente local de los populares, Alberto Fernández Díaz: «Con los católicos se atreven a todo, pero seguro que su libertad no la ejercen igual mofándose del Islam o los musulmanes». 

Ada Colau, que como descubre OKDIARIO se había erigido en la Juana de Arco de la islamofobia, fue incapaz de condenar la ofensa a los católicos y cristianos y se limitó a decir que «vivimos momentos de cambios y necesitamos una cultura valiente y comprometida que llegue a todos». Parece ser que la alcaldesa entiende por «valiente y comprometida» unas declaraciones tan inapropiadas como cobardes. Si es capaz de apoyar el islam al lado de un letrado que defiende a imanes radicales —ya hemos visto lo que pasó en Barcelona el pasado mes de agosto— tendría que haber tenido la vergüenza de denunciar también ese poema tan profundamente ofensivo. Sin embargo, y al igual que hace con el referéndum ilegal, su posición preferida es la silenciosa connivencia. No es de extrañar, por otra parte, ya que Podemos y sus socios son especialistas en pisotear la dignidad de los católicos. Lo hemos visto en la cabalgata de las Reinas Magas en Madrid, en el asalto a la capilla de la Complutense por parte de Rita Maestre o en la procesión del Coño Insumiso. Una exhibición de ofensas que contrasta con el apoyo al islam. Hay un rancio tufo a cristianofobia en todo esto.