La corrupción no resta votos al PSOE

PSOE, Pedro Sánchez, Gobierno

Titular de hace cinco días: «El PSOE se hunde en Extremadura con su peor dato histórico en pleno aforamiento exprés de Gallardo». Una encuesta vaticina que la desvergüenza de los socialistas maniobrando torticeramente para librar a su secretario general extremeño de la jueza que lo investiga, menos de 24 horas antes de que se dictase el auto de inicio de juicio oral contra él, les haría perder 3,2 puntos, bajando del 39,9% que consiguió Guillermo Fernández Vara en 2023, a un 36,7% que conseguiría ‘Aforeitor’ Gallardo de convocarse ahora elecciones. Esa bajada le costaría al PSOE dos escaños bajando de 28 a 26, uno de los cuales podría recoger la actual presidenta Guardiola que subiría de sus 28 diputados actuales a 29, lo que volvería a dejarla lejos de la mayoría, que está en 33, dependiente de los diputados de Vox que subirían de 5 a 6. Y a ese mísero e insignificante cambio, que probablemente entre dentro del margen de error de la encuesta, lo llaman «hundimiento».

El titular correcto, a mi juicio, debería ser que al 37% de los votantes extremeños les importa un comino la corrupción del PSOE y siguen votando al partido socialista a pesar de que Miguel Ángel Gallardo se ría de ellos haciendo lo que unos día antes prometía que no iba a hacer, porque parecería un corrupto. A los votantes del PSOE les da lo mismo que Pedro Sánchez conceda la amnistía a Puigdemont o que mande a su casa a todos los etarras a cambio de los votos que le mantienen a él en el poder. Piensan seguir votando al PSOE pese a que la justicia haya imputado por corrupción a la mujer de Sánchez, a su hermano, a su mano derecha y a «su» fiscal general. Y les votarán por muchas fontaneras cloaqueras que se descubran. Al votante del PSOE la corrupción le resulta indiferente.

Y esto no es ninguna novedad conseguida por Pedro Sánchez, esto ya ocurrió antes con la corrupción de Felipe González y con la de José Luís Rodríguez Zapatero, tan corruptos como Sánchez ambos y tan inmunes electoralmente a los casos de corrupción como ahora es el actual líder socialista. En los años 80 y 90 la lista de casos de corrupción que afectaron a González fue interminable. Filesa, Malesa, Time Sport, Ibercorp, Flick, Intelhorce, Banesto, Juan Guerra, Roldán, Banco de España, BOE y hasta la X de los GAL señalaba directamente a Felipe González. Pero no fue la corrupción la que proporcionó los votos que Aznar necesitó para derrotarlo, sino los 3,5 millones de parados, el 5.5 % de déficit público, casi el 5% de inflación y una deuda pública rondando el 70% del PIB, que hacían que España no cumpliera ni uno sólo de los criterios de convergencia de Maastricht, lo que nos iba a dejar fuera del proceso de integración europeo y del euro.

Y tampoco a Zapatero le costó ningún voto tener a dos presidentes del PSOE -Griñán y Chaves- y más de 20 socialistas condenados por el caso ERE de Andalucía por el que robaron más de 680 millones de euros que deberían haberse destinado a los parados andaluces, pero acabaron malversados en comisiones y usándose para pagar droga y burdeles, así como en comprar votos. Y por muy escandaloso que fuera el caso ERE, la mayor corrupción que salpica a Zapatero se encuentra en Venezuela y sus negocios con la criminal dictadura chavista de la que actúa como representante y abogado. Pero hasta que la Unión Europea no lo amenazó con intervenir la economía española por su nefasta gestión de la crisis, con una inflación del 4.3%, 3,2 millones de parados, un 11,7% de desempleo y la deuda pública en el 70% del PIB, Rajoy no consiguió echarlo de Moncloa.

La corrupción salpica a Sánchez de forma más personal y cutre que a sus antecesores y, a diferencia de ellos, se ha arrastrado ante proetarras y golpistas para mendigar sus votos. Pero hay que perder toda esperanza de que esto le vaya a afectar electoralmente, como no afectó ni a González ni a Zapatero. El votante del PSOE es corrupto, cada uno lo que puede y a su nivel, pero la fontanera Leire Díez es el mejor ejemplo que representa a las bases y votantes del PSOE. Algunos dan una imagen más aseada, como José Bono o Miguel Ángel Gallardo, pero en cuento rascas un poco empiezan a aparecer negocios turbios en República Dominicana y aforamientos exprés, porque todos son iguales. El corrupto votante del PSOE sólo dejará de votar a Sánchez cuando empiece a vivir mal, sus hijos no puedan comprar una casa ni encontrar trabajo y tengan miedo de volver a pasar hambre.

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