Opinión

El comunismo como fachada

Esta semana tuve ocasión de hablar sobre el comunismo con alguien que lo ha sufrido de lleno en sus carnes desde bien pequeño. Me refiero al líder opositor cubano Yunior García, que está en nuestro país desde hace casi dos semanas. Puedo entender a quienes lo han criticado desde dentro y fuera de la isla por abandonar el país justo en el momento en el que se habían convocado las manifestaciones del 15N, pero no lo comparto.

Cuba no necesita más mártires, no necesita más disidentes que acaben entre rejas y sean silenciados por la dictadura. Cuba requiere voceros que puedan contar al mundo en primera persona cómo reprime el régimen dictatorial, cómo pisotea los derechos y libertades y cómo tiene metido en una cárcel colectiva a toda la población. Y qué mejor que hacerlo en un país como España, en claro retroceso democrático, como han denunciado organizaciones independientes, jueces y el propio Tribunal Constitucional.

Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel Osorbo son dos de los rostros más conocidos de los cientos de personas procesadas tras las movilizaciones en favor de la democracia en Cuba el pasado mes de julio. Sin embargo, la presencia de Yunior García en España es buena, porque ayuda a mantener en el debate público la situación de violación constante de derechos humanos en aquel país ahora que los comunistas son los puntales de Pedro Sánchez.

Me contaba Yunior García que cuando era pequeño tuvo ocasión de saludar al sátrapa Castro -al original, a Fidel- en una de esas operaciones de propaganda que el tirano se daba con su pueblo. Me decía que le sorprendió ver en su saludo al dictador comunista que sus manos no tenían la piel agrietada propia de un obrero, de una persona que hubiera estado picando piedra. “Tenían una manicura perfecta, una piel suave y bien hidratada, como la de un rey”, me explicó.

Añadió que “el comunismo verdaderamente es sólo una fachada”. Y es verdad, una fachada de palabras huecas y rimbombantes empleada por individuos hambrientos de poder que lo que buscan y persiguen es tocar poder, entronizarse, gobernar con mano de hierro y establecer una política de culto a su persona.

El comunismo, a lo largo de la historia, sólo ha triunfado en aquellos países donde se partía de un régimen monárquico u otro dictatorial. En Rusia, los seguidores de Lenin y Stalin asesinaron al zar Nicolás II y a toda su familia para convertirse ellos en los nuevos zares. Se aprovecharon del descontento popular con toda clase de charlatanería. Los jacobinos de la Revolución Francesa, admirados por Karl Marx, se levantaron contra el rey para imponer su Dictadura del Terror. Detrás de la revolución alemana de noviembre de 1918 estuvieron igualmente los comunistas como también pasó en Rumanía, Bulgaria y Yugoslavia.

En los países donde hay una monarquía fuerte, los partidos comunistas son testimoniales y no tienen representación parlamentaria. Reino Unido, Dinamarca, Países Bajos, Suecia o Noruega son ejemplos de ellos.
Por ello los comunistas españoles situados detrás de Podemos, Más País y de lo que invente Yolanda Díaz siempre buscarán lo mismo que afirma Yunior García, acabar con el régimen monárquico constitucional para institucionalizarse ellos como una nueva estirpe de soberanos y perpetuarse en el poder de la manera que la extrema izquierda sólo sabe hacer, esto es aboliendo derechos y libertades.

La esperanza que uno tiene es que, a estas alturas, después de ver el empobrecimiento de la sociedad española, de las colas del hambre, del destarifo energético y de la nefasta gestión de la pandemia con un gobierno socialcomunista, la mayoría de españoles descubran que detrás de esa fachada a la que alude Yunior García sólo hay patria y muerte…, como en Cuba.