Opinión

Una cita de mierda

  • Carla de la Lá
  • Escritora, periodista y profesora de la Universidad San Pablo CEU. Directora de la agencia Globe Comunicación en Madrid. Escribo sobre política y estilo de vida.

Podría ser la síntesis de la denuncia de Elisa Mouliaá, así como de los pantallazos de WhatsApp donde comparte lo sucedido con sus amigas, lo que ocurre es que el troglodita con el que pasó la nefasta velada era Íñigo Errejón. El resto son testimonios, se quejan de su falta de empatía y consideración, cosa que es indudable, pero ¿delito?… Con respecto a la actriz y su noche de Max Estrella con el ex político, se ofende (lo entiendo) y se siente «paralizada» (no sé por qué) en cada uno de los intentos del muchacho por intimar con ella, pero continúa con él, en plena posesión de sus facultades mentales y de su movilidad… Ya lo decía Errejón, que hay que decir sí o sí que sí: «s» y después «í» (con tilde).

¿A quién no le han robado un beso? (A mí me gustó, conste en acta, de lo contrario, lo aclaro o me marcho). Jenny Hermoso, Mouliaá, usted y yo. Con la Ley del sólo sí es sí en la pira en la que arde silencioso Errejón (un poco Midsommar) todas hemos sido agredidas sexualmente. Y todas somos víctimas. Y ustedes, lectores, de acuerdo a esta percepción beatísima del contemporáneo, agresores. Aunque como dice mi admirada B.H.C. : «Si estás con una tía que te mete la lengua hasta la campanilla, te acaricia, te araña, te mordisquea, gime, jadea, pone los ojos en blanco, te la coge y la introduce en su cueva de placer; aunque no diga ‘sí-sí-sí’ es que quiere tema».

La mayoría de las declaraciones que acusan a Errejón son historias de despecho, mujeres que han sido tratadas sin cortesía, cariño, ni respeto, por el que seguramente idolatraban bajo su discurso de progre perfecto y que en la intimidad descubrieron como un machirulo de los peores e inesperadamente. Un Cincuenta sombras de Grey de Aravaca.

La única denuncia, volvamos a Mouliaá, narra cómo el ex portavoz más falso de todos los tiempos, le entró «a saco» -dice- de manera zafia, grosera, zopenca. Y no hay más. No afirmo que la denunciante mienta, ni que la denuncia sea artera ni que pretenda una ganancia secundaria, no, pero es una prueba de la pedrada que lleva en la cabeza toda una generación que se ha tragado (el argumentario de Podemos, Más Madrid, Más País y Sumar) historias como la de Jenny Hermoso, buscando desesperadamente una identidad. En efecto, el obtuso no genera pensamiento, ni la obtusa, que siempre va dirigida… Y siempre ignora las motivaciones ocultas de quienes se aprovechan de ella, a las que no apoyaría si estuviese mejor informada, menos aburrida o menos rabiosa. O si fuera un poquito menos tonta.
¿Dónde te ocultas Errejón?, el jari que habéis montado, fanáticos, oportunistas, farsantes, mojigatos e impostores como tú. Paranoia colectiva.

«No hay denuncias falsas, hay una derecha fanática cuyo trabajo es criminalizar a las mujeres». El choque de la hemeroteca de Errejón y su presente ya es historia del pop patrio. El «yo si te creo, hermana», qué bonito, es lo contrario de la presunción de inocencia. Si no eres capaz de demostrar tu no culpabilidad nos vamos al Congo, guiados por los mismos que no entienden la propiedad privada.

¿Recuerdan a los paletos de La bella y la bestia (Disney) armados de garrotes y antorchas para linchar al monstruo en el castillo? En la película podrían ser dirigidos por Errejón, y el resto de las autoridades del pensamiento único que ridículamente compiten a ver quién se indigna más y quién pide más fuerte la tortura y ejecución del propio Errejón.

Por cierto, a todos los que hacen leña del presunto engendro y destruirán al próximo cancelado con distintos grados de ferocidad y puritanismo levítico, desde la atalaya de la ética y la moral, les invitaría a profundizar sobre la palabra moral y la palabra ética, dos definiciones que no podrán darme con rigor, porque es imposible (si no hay valores absolutos donde anclar antes los conceptos del bien y del mal).

Cristina Fallarás es podemita pero encantadora, la conocí en un camerino de Mediaset y vino a darme dos besos espontáneamente y a decirme qué guapa eres y qué vestido más bonito; y miren, solo por eso, le vamos a perdonar sus desatinos (dice que de jovencilla se drogaba sin parar), incluso que colabore a cargarse un país con garantías procesales para todos, también para Errejón, por supuesto, aunque no se lo merezca, sino ser enviado al holocausto caníbal, empalado, desollado, y ofrecido a una piara de gorrinos.