Cataluña es Torre Pacheco
Cada vez que la prensa sanchista habla de conspiraciones ultras en los incidentes de Torre Pacheco me fijo en cómo está Cataluña, en la que los ‘Torre Pachecos’ estallan cada dos por tres. De hecho, es pura apropiación cultural el dar el nombre de esta localidad murciana a este tipo de incidentes, cuando en Salt, Terrassa o Mataró hace años que los ‘disfrutamos’. Ya que Salvador Illa es tan sensible para proteger el patrimonio cultural catalán, ya tarda en reivindicar la autoría de este tipo altercados como fenómeno genuino de estas tierras.
El origen del porqué muchos barrios y ciudades catalanas son un polvorín ya es bien conocido. Desde Jordi Pujol hasta nuestros días el nacionalismo catalán, hoy transmutado en el separatismo desacomplejado y el soberanismo radical del PSC, ha preferido llenar Cataluña de inmigración de origen magrebí para evitar la hispanoamericana. Así podían vender a los recién llegados que la ‘lengua de integración’ era el catalán en vez del español. De ahí que ahora se vean más velos islámicos que minifaldas en buena parte de Cataluña. De ahí que verán más diputados separatistas de origen magrebí que de origen hispanomericano. De ahí la ceguera del separatismo para ver los problemas de convivencia que existen en los guetos que ellos han ido fomentando en las ciudades catalanas.
El problema ha crecido tanto que parte del separatismo abomina de su propia obra, el facilitar la llegada de inmigrantes con una mayoría de personas con una religión y una cosmovisión social tan fuerte y tan diferente que hace casi imposible una integración ordenada en una sociedad laica y democrática como la española (sí, Cataluña sigue siendo España aunque no lo parezca). De ahí que el fenómeno Silvia Orriols esté creciendo como la espuma entre los secesionistas. A muchos separatistas les hace gracia cuando en TV3 aparece una chica o una señora con velo islámico hablando en un catalán perfecto, pero nadie les explicó las ‘otras’ consecuencias de esta política de inmigración. Muchos se han enfadado y van a llenar las urnas de votos para Aliança Catalana.
Y a Vox también le va ir muy bien en Cataluña. Llevan años denunciando los problemas que causa la inmigración ilegal, sus concejales en toda Cataluña llevan años siendo perseguidos por presentar en los plenos municipales mociones recogiendo el malestar vecinal causado por aquellos inmigrantes que delinquen y provocan atentados contra la convivencia y tienen un elevado conocimiento de este tema. Si los de Ignacio Garriga crecieron electoralmente plantando cara con firmeza al procés separatista y a la reacción posterior de los lazos amarillos, van a seguir subiendo debido a los problemas de convivencia que crean algunos falsos menas y otros personajes de más edad que se piensan que todo se puede conseguir a golpe de navaja – los apuñalamientos en Cataluña están subiendo de manera espectacular -.
Según la encuesta del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat Vox (12-14 escaños) y Aliança Catalana (10-11) se acercan conjuntamente al 20 % de la cámara. No quiero poner en ambas formaciones en el mismo saco, dado que, aunque plantean soluciones contundentes contra la inmigración ilegal los de Abascal no son golpistas y defienden la Constitución, y los de Orriols son de los del «espíritu del 1 de octubre» y el «ho tornarem a fer». Pero si el Tezanos catalán – este organismo es puro PSC – ya les da cerca de 25 escaños, ya pueden imaginarse que como mínimo obtendrían más de treinta. Eso en la cámara autonómica catalana, tan ensimismada en su ‘progresismo’ – hasta Junts niega ser un partido de derechas – es un terremoto. Más si le añadimos los 14-15 que el CEO le da al PP que, de manera más matizada, también defiende la lucha contra la inmigración ilegal. Insisto, no es poner ni al PP, ni a Vox, en el mismo saco que Aliança Catalana, es poner de manifiesto que el voto de la discrepancia con la política inmigratoria del separatismo, comunes y el PSC está creciendo, y más que lo va a hacer.