Catalanes, ¡votad con las tripas!
El viernes sabremos si Cataluña seguirá siendo rompeolas de España o el caso perdido y definitivo de Europa. La democracia del impulso, esa pseudodictadura de lo emocional que nos inhibe de cualquier cortejo a la razón, tiene en pocas horas su bacanal favorita, la de unas elecciones en las que las vísceras ejercerán como anfitrionas perfectas del votante. Nunca antes votar con las tripas fue algo tan decisivo. Si de algo nos sirven las emociones cuando estamos cabreados es para que no se dejen vencer por la fría razón que tranquiliza nuestros latidos. A menos de 48 horas de que la suerte de un país cambie, es momento para el voto con sentido.
Hay que apelar a las tripas, sí. Pero esta vez que sean tripas de verdad, de esas que hacen levantarte temprano un jueves y no para ir a trabajar, sino para cambiar el rumbo de una nación. De esas que te hacen aguantar sin rechistar la cola del voto y no la del bareto del barrio esperando consumir el menú del día. Esas que te hacen sentir placer cuando consumas tu venganza como votante. Porque te resuenan las tripas de cansancio, de justicia por tantos años de doctrina consumada y consumida, tripas de deshonor buscando reparación a una memoria ajada y pisoteada. Años de esconder tus ideas, tus preferencias, tus sentimientos. Años de agachar la cabeza por no ser catalán de verdad, por ser una charnego de pacotilla, un inmigrante de patria ajena, aunque tu hospital estuviera a escasos metros del vecino de estelada.
Esas tripas son las que reeecriben la historia, las que rellenan de versos el optimismo, las que hacen cantar victoria con sonrisas auténticas. Tripas que en pocas horas deben agarrar la papeleta de Ciudadanos (o PP, o PSC) y estamparla en la urna del procés con fuerza. Por aquellos que se han marchado de Cataluña empujados por el abominable odio nacionalista. Por aquellos que no pudieron demostrar su talento si no mostraban primero su ADN de raza primigenia. Por los que aún están por venir y que seguro desean vivir en la convivencia y no en la permanente disidencia de lo impuesto, mientras las sombras totalitarias siguen proyectando veneno tras los falsos muros de su democracia.
Es hora de que el votante de sofá se active. Ese ciudadano pasivo crítico cuya ausencia siempre se echaba de menos. No el jueves, no este jueves. Porque una victoria de Ciudadanos, una victoria de Inés Arrimadas, no será la victoria de un partido, sino el triunfo de la Libertad. Sólo por eso, catalanes, debéis votar el jueves, más que cualquier otro día, con el corazón. Con las tripas. Y dejemos la razón para el viernes.
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