Los bachilleres de la pandemia
En este tiempo terrible en el que lleva instalada la pandemia, hemos visto muchos horrores. El principal, sin duda, el fallecimiento de muchas personas que se infectaron con el virus. De manera paralela, la ruina económica de muchas personas que se han visto obligadas a cerrar su negocio o que han perdido su puesto de trabajo porque la empresa en la que trabajaban no ha resistido más motivado por las restricciones derivadas de la situación sanitaria. La soledad de muchas personas mayores, aisladas para evitar ser contagiadas antes de que fuesen vacunadas, o el desbordamiento de la sanidad ante algo desconocido, especialmente en un primer momento, son otras de las angustias acontecidas.
Ahora bien, hay otra dificultad en la que muchas veces no se ha reparado, o no desde el prisma de ver la pesada carga o problemas que llevaban encima. Me refiero a la situación de los estudiantes, enfrentados a una situación compleja en la que, de la noche a la mañana, se encontraron con un cambio radical en la forma de aprender.
De entre todos estos jóvenes, especialmente difícil ha resultado para los que este curso han concluido 2º de Bachillerato y las pruebas de acceso a la universidad -que acaban de finalizar-. ¿Por qué digo que son los que más adversidades han soportado? Por dos razones: la primera, porque se encuentran en el momento en el que pasan de la etapa escolar a la universitaria, con la importancia que tiene la toma de decisiones sobre su futuro a la hora de elegir carrera y profesión. La segunda, porque de los tres cursos que, entre 1º y 2º de Bachillerato, se habrán visto afectados por las circunstancias de la pandemia -los de 2º de Bachillerato del curso pasado, los de 2º de Bachillerato de este curso y los de 1º de Bachillerato del presente año-, estos del actual 2º de Bachillerato son los que más tiempo habrán estado bajo unas circunstancias educativas excepcionales -un curso y un trimestre, frente a un trimestre de sus predecesores y a un curso de sus sucesores, ya que todo parece que, pese al mantenimiento de algunas medidas, todo irá volviendo a la normalidad próximamente, si Dios quiere-. Son, así, los bachilleres de la pandemia.
Eso, ha hecho que hayan tenido que estudiar y asistir a clase en el Bachillerato de manera extraordinaria durante más tiempo, con el mayor riesgo de sufrir cuarentenas al ser superior el período que han vivido en esta circunstancia y con la evaluación final de los dos cursos de Bachillerato de esta forma. Es verdad que podrá decirse que los exámenes online les han podido facilitar, en algunos casos, las cosas, pero aunque haya podido ser así en algún caso, la base de aprendizaje ha sido más complicada, pese al esfuerzo de colegios e institutos para resolver el problema. También es verdad que los exámenes de la antiguamente llamada selectividad han ofrecido más posibilidades de elección, pero la base de los propios alumnos era menor al haberse resentido por una peor comprensión en estas circunstancias.
Muchas veces, se ha señalado a los jóvenes como un problema dentro de la pandemia, por su mayor interacción social, propia de la edad. Es cierto que irresponsables los hay -como en todas las edades, por cierto-, pero también es verdad que no se puede llegar a demonizarlos como se ha hecho en ocasiones, hasta el punto de llegar a deslizar la idea de que estaban poniendo en riesgo a sus abuelos, por ejemplo. La irresponsabilidad hay que perseguirla, sin duda, pero no se puede tampoco estigmatizar a la inmensa mayoría, que es responsable, sin acordarnos, además, de la carga negativa que soportan en sus estudios, derivada de la situación vivida.
Toda mi vida profesional me he dedicado -y me dedico- a la actividad económica y financiera, generalmente en el sector privado, pero cuando he desempeñado una responsabilidad pública también ha sido en dicha actividad. Desde hace casi veinte años tengo la suerte de compatibilizar esa ocupación principal económica y financiera en el mundo de la empresa, sector público o en la banca, con la docencia universitaria, pero además, por casualidades de la vida, me brindaron, hace tres cursos, la oportunidad de impartir también docencia de Economía a nivel escolar, principalmente en Bachillerato. Por tanto, soy consciente de primera mano de lo que estos muchachos han pasado, las tres promociones mencionadas, pero, especialmente, la de los que han terminado 2º de Bachillerato hace unos días, con la angustia añadida que han tenido por la situación en un año tan importante para sus vidas.
Pese a las dificultades, todos asumieron la situación, aunque con pena interior, con una sonrisa, con espíritu de sacrificio y con esfuerzo. Con resignación ante la circunstancia, pero con determinación para superar los exámenes que les abren el paso a otra etapa preciosa, la universitaria.
Por tanto, no puedo hacer otra cosa, porque creo que es de justicia, que acordarme de todos los alumnos de 2º de Bachillerato de España. Yo lo simbolizaré en aquellos muchachos que conozco porque he tenido el honor de darles clase de Economía y/o de ser su tutor día tras día, en el magnífico Trinity College de Boadilla, como son Blanca, Daniel, Sandra, Nicole, Alejandra, Fran, Lucía G., Alicia, Sofía, Ramiro, Miguel, Antonio, Ares, Pepe, Encho, Carlota, Marieta, Laura, Sara, Lucas, Ismael, Lucía U. y Pablo. Mi recuerdo y admiración por todos ellos en estas circunstancias tan adversas.
Es cierto, no los voy a engañar, que han perdido muchas vivencias de este año y que ya nunca volverán, pero también es cierto que tienen todo el futuro por delante; un futuro que es suyo. Son el porvenir, la nueva generación que ha de hacer más grande la economía desarrollada que somos y la prosperidad de la que hemos gozado hasta ahora. Este mal tiempo pasará y remontaremos. Para empezar, les deseo a todos esa magnífica nueva vida: van a comenzar, de momento, la universidad, una etapa fantástica donde, además de aprender mucho y formarse como profesionales, también podrán vivir momentos irrepetibles, que espero que les resarzan de los instantes perdidos durante estos dos cursos por la pandemia. Suyo es el futuro, suya es la oportunidad y suyo puede ser el éxito. ¡Ojalá que lo consigan!
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