Opinión

La cuchipandi del Falcon se cisca en sus votantes

En abril de 2015 Pablo Iglesias acababa de romper con Tania Sánchez y se sugería que tenía un idilio con su asistente Dina Bousselham, la del móvil robado de Interviú que Iglesias no denunció como parte afectada porque se rumorea que por aquella época salía ya con Irene Montero, que acaba de unirse a Podemos y había sido nombrada a dedo directora del gabinete de Pablo Iglesias, siendo elegida diputada pocos meses después, en diciembre de 2015. El 11 de abril de 2015, en el plató de La sexta noche, Irene Montero se dirige al director de OKDIARIO, Eduardo Inda, y le dice: “Nosotros viajamos siempre en turista y conocemos perfectamente cual es el precio del AVE, que por desgracia en este país (se refiere a España, pero si lo dice le sale un sarpullido) hay muchísimos ciudadanos que no pueden permitirse pagar el AVE”. Viajamos siempre en turista, decía hace sólo siete años la madre de los hijos de Pablo Iglesias y, sólo por eso, hoy ministra de Igualdad.

Pocos días después, el 17 de mayo de 2015, en un mitin para las elecciones municipales en Oviedo, Pablo Iglesias decía: sentirse «orgulloso de mirar a los ojos a la gente de tu piso, que ven que sigues viviendo en el mismo sitio». Vivían en pisitos y viajaban en clase turista, hasta que se compraron el casoplón y se subieron al Falcon. Pura coherencia. Hasta el código ético de Podemos obliga a Irene Montero a “moderar los costes de transporte y alojamiento” y dar “ejemplo con el uso de medios de transporte colectivos u otros medios de transporte respetuosos con el medio ambiente”, pero una vez alcanzado el poder los podemitas demuestran que sus compromisos con sus votantes son palabras vacías y que no son para nada diferentes de esa casta política a la que tanto criticaron para conseguir que les votaran.

Pero, siendo grave, la incoherencia de estos neocomunistas no es lo peor, ya que con ella sólo engañaron a sus ingenuos votantes. Resulta más insultante la desvergüenza con la que la pandilla de amiguitas pijo progres suben a las redes sociales unas fotografías con las que se ciscan en los contribuyentes que les pagan esas vacaciones de lujo. Selfi en Times Square, posados en las escaleras del Memorial a Lincoln y en la Casa Blanca, o la White House, como dice Ángela Rodríguez (Pam), una de las amiguitas que se ha llevado de excursión la ministra. Fotografías en zapatillas y minifaldas vaqueras en lo que nos han querido hacer creer que era un viaje institucional, maquillándolo con entrevistas sin sustancia con personajes de medio pelo en la política estadounidense.

Una ministra del reino de España, una de sus asesoras, su jefa de gabinete y una secretaria de Estado, con sus escoltas y su chófer, se han ido en Falcon a visitar Washington y Nueva York con la excusa de reunirse con asistentes adjuntos, novelistas jubiladas y activistas de la extrema izquierda estadounidense. En el año 2022, cuando todas las empresas privadas del mundo hemos descubierto que una videoconferencia nos ahorra muchísimas horas y costes en nuestros desplazamientos, la izquierda caviar podemita apura sus últimas posibilidades de viajar de lujo a nuestra costa, porque saben que este chollo se les acaba en breve. Nunca sabremos lo que se han gastado, porque la transparencia de este Gobierno sólo se encarga de cubrir sus vergüenzas. Pero sí sabemos que sólo el vuelo habrá costado casi 100.000 euros, que habrían ascendido a 240.000 € de haberlo pagado de sus bolsillos; a lo que hay que añadir sus hoteles de lujo, sus restaurantes y sus dietas. Todo un dispendio para que la cuchipandi de la ministra haga turismo y presuma en sus redes sociales.