Esto huele a corrupción: que se investigue

Esto huele a corrupción: que se investigue

La justicia debe investigar las ventajas de las que disfruta Óscar Puente para llevar un tren de vida impropio de su estatus económico. El alcalde de Valladolid, y número 3 de facto del Partido Socialista, no sólo veranea en el complejo marbellí de Puente Romano, cuyo alquiler rondan los 18.000 euros al mes. Además, y según desvela en exclusiva OKDIARIO, también compró un piso de 280 metros cuadrados valorado en 724.000 euros con una rebaja bancaria de 434.000. A no ser que Puente sea el mejor negociador inmobiliario de la historia, no hace falta ser parte de los servicios secretos de cualquier país serio para darse cuenta de que hay algo extraño en ese ritmo de vida.

Tan extraño como que el entonces presidente del Grupo Socialista en el Ayuntamiento de Valladolid y concejal del mismo Consistorio consiguiera comprar en febrero de 2013 su residencia actual en el céntrico Paseo Zorilla tras beneficiarse de un embargo de dicha vivienda que le supuso una rebaja —los 434.000 euros— que sería el precio mismo de una casa de calidad en una zona pudiente de cualquier ciudad de España, incluidas Madrid y Barcelona. ¿Cómo es posible que Óscar Puente pueda hacer semejantes desembolsos con un sueldo que está en torno a los 76.500 euros anuales? Por mucho que sea el alcalde mejor pagado de Castilla y León, por encima de primeros ediles como los de Burgos o Zamora, esa cifra no da para sostener todos esos gastos. Muy al contrario, genera una sombra de sospecha que la justicia debe esclarecer.

El Partido Socialista entró en el Gobierno de España mediante la moción de censura contra Mariano Rajoy como supuestos adalides de la ejemplaridad y la transparencia. Día a día nos damos cuenta de que es mucho más fácil hablar que cumplir con la palabra dada y es ahí donde determinados políticos y partidos pierden toda su credibilidad. Una investigación a conciencia debe dirimir por qué Puente consiguió hacerse con un domicilio embargado por 290.000 euros cuando ocho meses antes había presentado una oferta de 600.000. Y, al margen de eso, ¿cómo puede ser que un mero alcalde pueda vivir a ritmo de empresario? Por mucho que el edil aduzca una «carambola», en las compras de ese tipo de inmuebles pasa como en la política con las casualidades: no existen.

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