Hacienda somos usted y yo

Hacienda somos usted y yo

El mítico eslogan ‘Hacienda somos todos’ se creó para la campaña de la Renta de 1978, siendo ministro Francisco Fernández Ordóñez, y aguanta el paso de los años sin caducar, pero también sin ser precisamente efectivo, de hecho se puede decir que es la mayor idiotez que se ha podido escuchar en cuarenta años de democracia. Hacienda son los curritos, los autónomos, los trabajadores por cuenta ajena que pagamos la comilona de una panda de sinvergüenzas con nuestra nómina mensual, de la que se nos va una buena parte para sostener este viejo país de ladronzuelos. Hacienda es la camarera que carga mesas y sillas cada día a las ocho de la mañana para poner la terraza del bar que hay frente a mi casa. Hacienda es el agricultor que teme al pedrisco y la muchacha que te cura cuando vas al ambulatorio. Hacienda son los repartidores a los que toda esa turba de mangantes llama Caranchoa. Hacienda sois tu cartera y tú.

Montoro, muy pillo él, saca la lista de morosos en plena campaña de la Renta y poco tiempo después de sufrir el batacazo asestado por el Tribunal Constitucional a su infame amnistía fiscal. La lista es paritaria, al menos en el Top 10: cinco hombres y cinco mujeres. Nunca está de más saber los nombres de los defraudadores, desde luego uno se queda con cara de tonto cuando ve que gente como Patricia Conde o Kiko Matamoros deben más de un millón de euros cada uno. La presentadora se ha apresurado a decir que todo es un error, faltaría más. Espero que no se refiera al tipo de desliz que cometió ella hace unos años en redes sociales.

Esos milloncetes que nos deben los colaboradores televisivos son calderilla al lado de los 10 millones que adeuda Mario Conde o los 17 de Agapito García, que en lo que a personas físicas se refiere se lleva la palma del choriceo.  El entramado empresarial de Arturo Fernández adeuda casi 20 millones de euros a Hacienda; no está nada mal para un señor que dirige la patronal madrileña y sabemos que se ha fundido más de 37.000 euros con una tarjeta black de Caja Madrid, además de estar investigado dentro de la trama Púnica por la supuesta financiación ilegal del Partido Popular. Arturito, que nos debe 20 millones, se ha cansado de pedir durante años el abaratamiento del despido, y lo consiguió. El rey le concedió la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo. ¿Hace falta decir algo más?

De las deudas mayores mejor ni hablamos: solo entre Nozar y Reyal Urbis —promotoras inmobiliarias, cómo no— ya casi suman 600 millones de euros. A su lado, los quince millones de Desguaces Latorre parece que no dan ni para comprar el pan. Y mientras yo sudando para rectificar mi declaración antes del 30 de junio, no vaya a ser que haya un error y encima me multen. Está por llegar el día en que alguno de estos mangantes se haga un Juan Carlos: “Lo siento me he equivocado. No volverá a ocurrir”. Y acto seguido devuelva toda la pasta, eso sí; porque me temo que con Hacienda hay que ser más diligente que con los súbditos.

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