Descubre cuánto contaminan la inteligencia artificial y tus consultas al ChatGPT

La propia inteligencia artificial busca soluciones a través de los algoritmos verdes

  • Antonio Quilis Sanz
  • Periodista especializado en información medioambiental desde hace más de 20 años y ahora responsable de OKGREEN en OKDIARIO. Antiguo director de El Mundo Ecológico y colaborador en temas de medioambiente, ecología y sostenibilidad en Cadena Ser.

Hemos preguntamos a ChatGPT cuánto contaminan la inteligencia artificial y las consultas que realizamos desde esta plataforma y la respuesta no se ajusta del todo a la realidad.

Las operaciones que realizan millones de personas y empresas a través de todo el planeta tiene una huella de carbono e hídrica muy profundas que va a ir aumentando con el paso del tiempo, tanto por el aumento de su uso como el engrandecimiento de sus sistemas

¿Cuánto contaminan la inteligencia artificial y el ChatGPT? Estas han sido las preguntas que hemos realizado en ChatGPT y las respuestas nos dicen de modo muy generalista que «la inteligencia artificial en sí misma no contamina, ya que es una tecnología basada en software y hardware».

Impactos negativos

«Sin embargo, el uso de la inteligencia artificial en ciertos sectores puede tener impactos ambientales negativos, como el aumento del consumo de energía debido al procesamiento de datos intensivo requerido por los algoritmos de IA» continúa la inteligencia artificial preguntándose a sí misma.

Con esta segunda frase ya podemos pensar que se abre la puerta a que su actividad va más allá del software y el hardware que utiliza. Pero profundizando más en su respuesta ya tenemos alguna clave más de su impacto ambiental.

«Además, la fabricación y eliminación de dispositivos de hardware utilizados para la inteligencia artificial también pueden generar residuos electrónicos y contaminación», sigue escribiendo la misma inteligencia artificial.

Finaliza generalizando que «el impacto ambiental de la inteligencia artificial depende en gran medida de cómo se implementa y utiliza en diferentes aplicaciones y sectores. Se están realizando esfuerzos para desarrollar una inteligencia artificial más eficiente en términos de energía y reducir su huella ambiental».

Máquinas para razonar y aprender

La inteligencia artificial se constituye de sistemas informáticos que buscan emular la función cognitiva humana a través de máquinas, procesadores y software con el objetivo de realizar tareas de procesamiento y análisis de datos de forma rápida, sirviendo resultados útiles para mejorar distintos tipos de actividades.

Simplificando mucho son máquinas diseñadas para razonar, aprender, realizar acciones y resolver problemas. La inteligencia artificial integra un diseño de programación que es capaz de almacenar información sobre determinada área para convertirla en conocimiento e implementarla en el día a día de la actividad humana.

Para hacernos una idea de la dimensión de la IA, el centro de datos más grande del mundo, el superordenador Frontier realiza más de un trillón de operaciones por segundo de momento, porque su objetivo es multiplicarla por 20.

Las consultas por ChatGPT también producen contaminación 

Consulta en ChatGPT

Dejando a un lado las respuestas que nos da la propia inteligencia artificial, ya tenemos datos de cómo influye en el medioambiente una simple consulta en ChatGPT como la que hemos realizado.

Imaginemos todas las peticiones que se realizan en un año, operaciones de la inteligencia artificial que contaminan, lo que hace que la principal preocupación de la IA generativa es que aumenta exponencialmente y, por tanto, necesita mucha más energía.

Preguntarle a este sistema equivale a un gasto de energía cinco veces superior que si lo hiciéramos con Google, el consumo de 33.000 hogares en todo un año.

Por ejemplo, un estudio de Harvard descubrió que el entrenamiento del ChatGPT-3 requería 1,3 gigavatios hora, es decir, tanta electricidad como la que consumen 120 hogares estadounidenses en un año.

Otro estudio publicado por la Universidad de Massachusetts descubrió que el entrenamiento de grandes modelos de IA puede emitir más de 284.000 kg de dióxido de carbono equivalente. Esto supone casi cinco veces las emisiones durante la vida útil de un coche medio estadounidense (incluida su fabricación).

Consumo de agua

Unos sistemas que dependen mucho de la energía eléctrica, porque para sus operaciones puedan realizarse y para refrigerar el hardware que llega a casi cien grados de temperatura actualmente.

No sólo consume energía, también tiene una huella hídrica, ya que una consulta de entre 10 y 50 preguntas consume medio litro de agua. No hace falta imaginarlo ni consultárselo a ChatGPT, ya que existe ya un informe.

En el Global Cloud Computing Energy and Water Impact (Impacto mundial de la computación en nube en la energía y el agua) de la Universidad de Nuevo México, se calcula que un centro de datos promedio puede consumir entre 1.7 y 2.2 millones de litros de agua por día, principalmente para la refrigeración.

Según un estudio reciente de la Universidad de Massachusetts Amherst, el entrenamiento de un único modelo generativo de IA puede consumir hasta 284.000 litros de agua. Eso equivale a la cantidad de agua que consumiría una persona media a lo largo de 27 años.

La preocupación por la huella ambiental de la inteligencia artificial ha provocado la creación de los algoritmos verdes

Algoritmos Verdes

Pero para mitigar todo este dispendio e impacto también se fía a la inteligencia artificial con el algoritmo verde. Se trata de un método de programación que busca reducir el impacto ambiental de las aplicaciones informáticas, así como su uso para encontrar soluciones sostenibles.

En España se lanzó en el 2022 el Programa Nacional de Algoritmos Verdes (PNAV) que tiene como objetivo impulsar una Inteligencia Artificial (IA) Verde por Diseño (Green by Design).

Se trabaja en que «desde la propia concepción y desarrollo inicial del algoritmo incorpore variables de sostenibilidad medioambiental, explotando las sinergias entre la doble transición verde y digital», tal y como señala el Ministerio para la Transformación Digital.

El PNAV responde a la necesidad de desarrollar una IA sostenible y más responsable con el medioambiente, y en torno a esta necesidad, el Plan se articula en cuatro ejes y se está desplegando entre los años 2023 y 2025 con un presupuesto total de 257,7 millones de euros, enmarcado dentro de la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial.