El 78% del agua embotellada contiene contaminantes como microplásticos, ftalatos o bisfenol A

Un equipo de científicos descarta que beber agua embotellada es mejor que consumir la del grifo

un millón de botellas de plástico se compra cada minuto de media en todo el mundo

  • Antonio Quilis Sanz
  • Periodista especializado en información medioambiental desde hace más de 20 años y ahora responsable de OKGREEN en OKDIARIO. Antiguo director de El Mundo Ecológico y colaborador en temas de medioambiente, ecología y sostenibilidad en Cadena Ser.

El plástico sigue dando que hablar, ya que cuando el agua se consume embotellada en este material puede conllevar el riesgo de que se filtren sustancias químicas nocivas y microplásticos, sobre todo si se almacena mucho tiempo y/o se expone a la luz solar y a altas temperaturas.

Un estudio de un equipo de cinco investigadores de instituciones de Estados Unidos o Qatar publicado en la revista BMJ Global Health, titulado Repensando el agua embotellada en el discurso de salud pública, asegura que no es más seguro y saludable beber agua embotellada que consumirla directamente del grifo.

Calidad y seguridad

Las aguas en botellas de plástico «no está sujeta a los mismos estándares rigurosos de calidad y seguridad» que la del grifo, indicando que un millón de botellas de plástico se compra cada minuto de media en todo el mundo y su demanda va en aumento, mientras cerca de 2.000 millones de personas dependen de ellas por tener acceso limitado o nulo al agua potable.

Los autores desmontan la creencia, con la ayuda de la publicidad de la industria, de que el agua embotellada es más saludable que la de grifo e indican que ese «enorme y creciente» coste para la salud humana y planetaria justifica «un replanteamiento urgente» de su uso.

El estudio apunta que entre un 10% y el 78% de las muestras de agua embotellada contienen contaminantes, incluidos microplásticos, a menudo clasificados como disruptores hormonales (endocrinos), y varias otras sustancias, como ftalatos (utilizados para hacer que los plásticos sean más duraderos) y bisfenol A (BPA).

Microplásticos

La contaminación por microplásticos está asociada con el estrés oxidativo, la desregulación del sistema inmunológico y los cambios en los niveles de grasa en la sangre.

Además, la exposición al BPA se ha vinculado con problemas de salud en etapas posteriores de la vida, como hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, diabetes y obesidad, añaden.

«Si bien existen umbrales de seguridad a corto plazo, los efectos a largo plazo de estos contaminantes siguen siendo en gran medida desconocidos», observan los autores, quienes añaden que los microplásticos también pueden entrar en la cadena alimentaria.

Tiempo y calor

Según explican los científicos, esos contaminantes se funden en las botellas, especialmente cuando las mismas se almacenan durante largos periodos de tiempo y/o se exponen al calor.

Además, apuntan que el agua del grifo es una opción más ecológica, puesto que las botellas de plástico constituyen el segundo contaminante más común de los océanos, al representar un 12% de todos los residuos plásticos.

Falta de reciclaje

En el ámbito mundial, solo un 9% de estas botellas se reciclan, lo que significa que la mayoría termina en vertederos o incineradores, o se «exportan» a países de ingresos bajos y medios para su procesamiento.

Además de los residuos generados, el proceso de extracción de materias primas y fabricación de botellas de plástico contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero, según el estudio.

Aunque se han realizado algunos esfuerzos para facilitar el uso de agua potable en restaurantes y espacios públicos, y frenar la prevalencia de plásticos de un solo uso, es necesario hacer mucho más, argumentan los autores.

Beneficios del agua del grifo

«En conjunto, la evidencia acumulada subraya el papel fundamental de las intervenciones gubernamentales y las campañas educativas para cambiar la percepción y el comportamiento del público.

Estas campañas deberían destacar los beneficios para la salud y el cuidado del medioambiente que conlleva elegir agua del grifo, impulsando de manera efectiva un cambio cultural hacia prácticas de consumo más sostenibles», sugieren.

Los autores apuntan que «la dependencia del agua embotellada implica costes sanitarios, financieros y ambientales significativos, lo que exige una reevaluación urgente de su uso generalizado».