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Piden controlar a este animal en España: no es una plaga, pero causa problemas en los hábitats fluviales

  • Ana López Vera
  • Máster en Periodismo Deportivo. Pasé por medios como Diario AS y ABC de Sevilla. También colaboré con la Real Federación de Fútbol Andaluza.

En los últimos años, algunos ecosistemas fluviales de España han comenzado a mostrar señales de alarma debido a la proliferación masiva de un ave acuática que, sin ser considerada una plaga, está generando un impacto negativo importante.

Este aumento poblacional está causando desequilibrios en la biodiversidad local y afectando actividades económicas vinculadas a la acuicultura y la pesca.

El cormorán grande, un depredador en expansión

El cormorán grande (Phalacrocorax carbo), un ave experta en la captura de peces, cuya población en Europa se ha multiplicado por veinte en las últimas décadas, alcanzando actualmente cerca de 1,8 millones de ejemplares, tal y como informa Mis Peces.

Este crecimiento se atribuye a varios factores, entre ellos la reducción de los periodos de heladas invernales en sus zonas de hibernación y la disponibilidad constante de alimento que proporcionan las piscifactorías.

El cormorán se alimenta principalmente de peces, consumiendo entre 300 y 500 gramos diarios durante el invierno. En términos anuales, esto se traduce en aproximadamente 300.000 toneladas de peces consumidos en toda Europa, una cantidad que supera la producción combinada de países como España, Francia, Italia o Alemania, según especialistas en conservación acuática y acuicultura.

Impactos en la biodiversidad y en el sector pesquero del cormorán grande

En zonas como Asturias, el impacto de esta ave es particularmente significativo. El cormorán representa una amenaza directa para poblaciones autóctonas de salmón y anguila.

Además de afectar la biodiversidad, el cormorán genera pérdidas económicas importantes para los piscicultores. Los ataques no sólo reducen la cantidad de peces disponibles para la venta, sino que las heridas sufridas por los sobrevivientes impactan negativamente en su crecimiento y calidad comercial.

Medidas de control del cormorán grande

Ante este panorama, algunas comunidades autónomas han implementado medidas para controlar a esta especie. Asturias, por ejemplo, autorizó la captura de más de 200 cormoranes para mitigar los daños.

Como señala la revista Jara y Sedal, esta posibilidad fue habilitada tras la exclusión del ave del Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, decisión que se tomó debido a su aumento poblacional desde 2004.

A nivel europeo, la Unión Europea ha impulsado la creación de grupos de trabajo para coordinar acciones de gestión. No obstante, métodos tradicionales como espantapájaros, disparos disuasorios o redes protectoras han demostrado ser poco efectivos cuando se usan de manera aislada.

La gestión se complica por la protección que ofrece la Directiva de Aves de la UE, que sólo permite excepciones en casos específicos, provocando disparidades en las normativas de los Estados miembros.

La Federación Europea de Productores de Acuicultura (FEAP) insiste en la necesidad de una estrategia común basada en datos científicos que evalúe la capacidad de carga de los ecosistemas y establezca límites poblacionales adecuados.

Además, piden apoyo económico para compensar pérdidas y apuestan por la innovación tecnológica, como redes más resistentes y sistemas de disuasión inteligentes.

Estas medidas han generado debate entre ecologistas y grupos animalistas, que critican que favorecen intereses pesqueros. Sin embargo, desde las autoridades se defiende que una gestión responsable de la población es fundamental para mantener el equilibrio ambiental.

El principal desafío sigue siendo encontrar un punto medio entre la conservación de la biodiversidad y la protección de sectores productivos esenciales, garantizando así la sostenibilidad ambiental y económica a largo plazo.