¿Cómo ha evolucionado la naturaleza en Europa?
¿Cómo ha sido la evolución de la naturaleza en Europa, combinada con el crecimiento de nuestras sociedades? ¡Sigue leyendo!
El continente europeo es reconocido como la cuna de la civilización y del pensamiento occidental, pero es también el hogar de ricos ecosistemas. La naturaleza de Europa comprende extensos bosques, praderas, regiones alpinas y mediterráneas, en los cuales habitan numerosas especies animales y vegetales. No obstante, el desarrollo económico e industrial de la región ha supuesto un enorme impacto ambiental, poniendo en riesgo la subsistencia de esta biodiversidad.
Crecimiento económico y la naturaleza en Europa
El desarrollo de todas las actividades productivas y tecnologías de las cuales disfrutamos en la actualidad, solo fue posible gracias a la naturaleza. En realidad, gracias a la apropiación y utilización de los recursos naturales y bienes ambientales por parte del hombre.
El fenómeno de industrialización, el crecimiento de las ciudades, el desarrollo económico, intelectual e industrial de nuestro continente, ha estado relacionado, en gran medida, a la explotación de sus riquezas naturales. Pero la extracción indiscriminada y los métodos poco ecológicos usados en este proceso, que se extiende a lo largo de siglos, ha dejado un rastro de devastación en nuestros ecosistemas.
Por ello, resulta imposible hablar de la evolución de la naturaleza en Europa sin considerar la relación con el hombre y las transformaciones de las sociedades. Al trazar una historia ecológica de la región, percibimos claramente cómo la intervención humana ha sido el gran motor de los cambios en las estructuras y dinámicas ambientales, así como en el ciclo vital de nuestra fauna y flora.
En este sentido, debemos preguntarnos en qué momento la explotación con fines económicos ha cambiado completamente el curso de la relación naturaleza-sociedad. Y desde entonces, cómo el desarrollo humano ha influido en la devastación de la biodiversidad en nuestro continente.
Una breve cronología de la contaminación ambiental en Europa
Hoy sabemos que los primeros homínidos aparecieron en el continente africano hace unos 6 millones de años. Pero solo habrían llegado al continente europeo hace unos 45.000 años. El impacto ambiental de nuestros ancestros en el planeta ha sido nulo. De hábitos mayormente nómades, se nutrían y adaptaban sus actividades a elementos que encontraban en su entorno, utilizando herramientas rudimentarias.
Muchos siglos deberían pasar hasta que los primeros asentamientos fijos surgieran y, luego después, se desarrollara la agricultura. Se calcula que los primeros cultivos surgieron hace 15.000 años, aproximadamente. Aquí empezarían las talas de árboles motivadas por la necesidad de generar nuevas tierras productivas. Aunque, lógicamente, su ritmo no se puede comparar al actual, ya que a cada año se derrumban áreas boscosas equivalentes al territorio de Bélgica.
Algún tiempo después, el apogeo de las civilizaciones griegas y romanas significaría también el primer auge de la minería en Europa. Y durante la Edad Media, se multiplicarían las minas a cielo abierto de metales preciosos, hierro y cobre. Como sabemos en la actualidad, las prácticas de minería lanzan una infinidad de agentes contaminantes en las aguas, el suelo y el aire. De hecho, el cianuro fue un residuo “común” de esta industria por muchos siglos.
La Revolución Industrial como un divisor de aguas para la naturaleza en Europa
No obstante, sería el control de los combustibles en el siglo XVIII lo que serviría como puntapié inicial de un impacto ambiental generalizado. Las maquinas a vapor no solo permitieron el desarrollo de numerosas actividades industriales, sino también transformaron completamente el estilo de vida del hombre y su relación con la naturaleza en Europa.
El desarrollo de trenes y locomotoras ha expandido nuestros horizontes, pero también ha tenido una repercusión negativa sobre el planeta. Desde el aumento de la demanda de carbón hasta el dominio de los combustibles fósiles (el petróleo, principalmente), las emisiones no han dejado de crecer.
Actualmente, llevamos más de 200 años lanzando CO2 y otros gases de efecto estufa en la atmósfera. Nos es extraño, por lo tanto, que nos encontremos ante uno de los mayores desafíos de la historia de la humanidad. Lograr frenar los efectos del cambio climático y evitar que la vida en nuestro planeta esté en jeque.
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