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El radar medusa se compone de una serie de sensores y cámaras de alta resolución
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En las últimas décadas, la Dirección General de Tráfico (DGT) ha implementado una red extensa de radares para velar por la seguridad vial en las carreteras. Inicialmente, los radares estaban diseñados para captar las infracciones relacionadas con la velocidad, pero la tecnología ha avanzado de forma significativa, lo que ha permitido la instalación de radares con nuevas funciones. Estos no sólo controlan la velocidad de los vehículos, sino que también tienen como objetivo la detección de otras infracciones, como el uso del teléfono móvil al volante, la falta de cinturón de seguridad, e incluso la medición de los niveles de ruido de los vehículos.
Los radares medusa son una de las últimas incorporaciones al sistema de control de tráfico en España, y su principal función es la detección de la contaminación acústica. Este tipo de radares mide los decibelios emitidos por los vehículos, especialmente aquellos con modificaciones en los sistemas de escape que generan niveles de ruido superiores a los permitidos por ley. Estos radares tienen un diseño particular que les permite detectar múltiples tipos de infracciones al mismo tiempo, lo que los hace mucho más eficientes y complejos que los radares tradicionales.
Qué son y cómo funcionan los radares medusa
El radar medusa es una tecnología avanzada diseñada para mejorar la seguridad vial mediante la vigilancia continua de las carreteras. Este sistema, compuesto por una serie de sensores y cámaras de alta resolución, permite monitorizar múltiples carriles y detectar diversas infracciones de tráfico de manera simultánea. Gracias a su capacidad de operar tanto de día como de noche, puede captar cualquier tipo de infracción, proporcionando una solución eficaz y precisa para controlar el comportamiento de los conductores.
Su diseño innovador se inspira en los tentáculos de una medusa. Esta estructura de múltiples lentes le permite recoger un volumen considerable de información en tiempo real, garantizando una cobertura amplia y detallada de la vía. Además, este radar tiene la capacidad de identificar y registrar varias infracciones al mismo tiempo, lo que lo convierte en una herramienta muy eficiente para las autoridades de tráfico.
Gracias a la integración de tecnología de video y el reconocimiento automático de matrículas, el radar no sólo captura imágenes de los vehículos infractores, sino que también puede identificar sus matrículas, lo que facilita la emisión de multas. Este proceso es completamente automatizado, lo que significa que, una vez que se detecta una infracción, el radar envía de inmediato los datos a las autoridades pertinentes.
Más allá de su función para controlar la velocidad, el radar Medusa también es capaz de detectar maniobras peligrosas, como cambios de carril indebidos, giros prohibidos o la falta de uso del casco en motocicletas. Además, puede verificar la validez de los documentos de los vehículos, como el seguro y la ITV, conectándose a diversas bases de datos.
Uso del teléfono móvil al volante
De todas las infracciones que los radares medusa pueden detectar, el uso del teléfono móvil es una de las más importantes. Esta conducta es especialmente peligrosa, ya que distrae completamente la atención del conductor y aumenta significativamente el riesgo de accidentes. En España, la DGT ha puesto especial énfasis en combatir esta práctica, y actualmente conlleva una multa de 200 euros y la pérdida de seis puntos del carnet de conducir.
Tipos de radares de velocidad
Para garantizar que se cumplan las normas de tráfico, la DGT ha implementado diversos tipos de radares que permiten a las autoridades controlar el comportamiento en las carreteras.
Uno de los más conocidos es el radar de tramo, que mide la velocidad media entre dos puntos distantes. Estos radares están equipados con cámaras que graban la matrícula y la hora en que un vehículo pasa por cada uno de los puntos de control. Con esta información, el sistema calcula el tiempo que el vehículo tarda en recorrer el tramo y, por lo tanto, su velocidad media.
Los radares fijos se encuentran instalados en lugares estratégicos, como pórticos y cabinas a lo largo de las carreteras. Funcionan a través de microondas, que rebotan contra los vehículos y permiten calcular su velocidad. La información recogida se envía a los centros de control de la DGT.
Por otro lado, los radares móviles son más difíciles de detectar, ya que suelen estar instalados en vehículos camuflados o en trípodes a lo largo de la vía. Su ventaja principal es el factor sorpresa, lo que los hace efectivos para controlar el comportamiento de los conductores en diferentes ubicaciones.
Otro tipo son los radares Veloláser, dispositivos compactos que utilizan tecnología láser y pueden ser transportados por la Guardia Civil, incluso en motos. Son inalámbricos y permiten controlar velocidades de hasta 250 km/h. Además, existen los radares Pegasus, situados en helicópteros, que permiten detectar infracciones a gran altitud. Estos helicópteros son capaces de fotografiar la matrícula de los vehículos infractores a distancias de hasta un kilómetro y calcular su velocidad mediante GPS y telémetro láser.
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