Los perros son los nuevos hijos: Amor, la mascota de Mercedes, que come con cuchara
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El Papa Francisco ha generado un gran debate en la sociedad al criticar la creciente tendencia de tener más perros que hijos, una realidad cada vez más palpable en España. Los datos respaldan esta observación: en la actualidad, hay tres millones de perros más que niños menores de 14 años en el país, y esta disparidad continúa creciendo año tras año. Este fenómeno se refleja tanto en el número de mascotas, como también en el grado de dedicación y recursos que sus dueños les destinan.
Mercedes, una mujer de 66 años ha visitado esta semana el programa «Y ahora Sonsoles» para compartir su experiencia con su perro, Amor. Para ella, Amor no es sólo una mascota, sino una especie de hijo. Divorciada y sin hijos biológicos, Mercedes ha encontrado en su perro una fuente de compañía y afecto que llena su vida. Amor goza de todos los lujos imaginables: ropa personalizada, visitas regulares a la peluquería y el apoyo de un educador canino. Mercedes revela que su gasto en Amor supera al que realiza en sí misma, y lo hace con mucho gusto. Esta dedicación de Mercedes a su «perrhijo» ilustra cómo, para muchos, los perros han llegado a ocupar un lugar central en sus vidas, sustituyendo en algunos casos a los hijos biológicos que no han podido tener.
El fenómeno de los ‘perrhijos’
España tiene una tasa de natalidad cada vez más baja debido a dificultades sociales y económicas, como la inestabilidad laboral y los bajos salarios. La media de edad para tener el primer hijo ha subido a 31 años, y la tasa de fecundidad ha caído a 1,23 hijos por mujer.
En este contexto, ha surgido un fenómeno conocido como los «perrhijos» y «gathijos», donde las personas eligen adoptar mascotas en lugar de tener hijos. Los animales de compañía, principalmente perros y gatos, ofrecen una gran satisfacción a nivel emocional, hasta el punto de que algunos los perciben como un miembro más de la familia, llegando a cumplir funciones afectivas similares a las de los hijos. En España, hay más perros (9,3 millones) que niños menores de 14 años (6,7 millones), destacando un cambio en las prioridades sociales.
Esta tendencia también ha generado algunas críticas, especialmente cuando se compara a las mascotas con los hijos biológicos. Sin embargo, a pesar de las críticas, muchos ven a sus animales de compañía como una alternativa viable para quienes no pueden o eligen no tener hijos, reflejando una transformación en los valores sociales.
Los riesgos de ‘humanizar’ a los perros
La humanización de los perros es una tendencia creciente que refleja un profundo cambio en la forma en que los humanos perciben y tratan a sus mascotas. Esta tendencia implica tratar a los perros como si fueran seres humanos, atribuyéndoles emociones y necesidades propias de los humanos, y a menudo, imponiéndoles comportamientos que no son naturales para ellos. En el contexto actual, muchos perros pequeños, como Chihuahuas y Yorkshires, son los más propensos a ser humanizados, recibiendo ropa, accesorios y cuidados excesivos que pueden resultar perjudiciales para su bienestar.
Los veterinarios señalan que, aunque cierta humanización es necesaria, el exceso puede ser perjudicial. La humanización extrema puede llevar a varios problemas en los perros, como agresividad, falta de sociabilización, aumento de peso, y ansiedad por separación.
Estos problemas surgen porque los perros humanizados no aprenden a comportarse de acuerdo a su naturaleza canina y a menudo experimentan estrés y frustración al no poder actuar como perros. La sobreprotección y la falta de interacción con otros perros pueden llevar a miedos e inseguridades, y la exposición continua a situaciones humanas puede resultar en problemas de socialización y respeto por las normas.
Además, la tendencia a humanizar a los perros puede acarrear graves consecuencias para su salud física y mental, incluyendo sobrepeso, ansiedad y problemas de comportamiento. Las prácticas como forzar a los perros a usar ropa inapropiada, someterlos a una higiene excesiva, o alimentarlos con comida humana, son ejemplos de cómo la humanización puede afectar negativamente a los animales. El sobrepeso y la obesidad, por ejemplo, pueden dar lugar a problemas de salud similares a los de los humanos, como enfermedades cardiovasculares y problemas articulares.
A pesar de la creciente preocupación por la humanización, también existe una visión más equilibrada que defiende el derecho de los animales a ser tratados con respeto y cuidado sin imponerles comportamientos humanos. Este enfoque sostiene que los animales deben ser vistos y tratados según sus necesidades y comportamientos naturales, y que la verdadera empatía hacia ellos implica comprender y respetar su naturaleza.
El trato con respeto y consideración hacia las características de cada animal, sin forzarlos a comportarse de una manera que no les es natural, es fundamental para su bienestar. En resumen, el amor y el cuidado hacia las mascotas deben ir acompañados de una comprensión de sus necesidades y comportamientos específicos, asegurando así una convivencia saludable y equilibrada.