Investigación
OKENTREVISTA

Una víctima de ETA logra en los tribunales que Hacienda doble su pensión: «Ha sido un infierno de 10 años»

OKDIARIO desvela una sentencia de la Audiencia Nacional que le da la razón tras una década de procedimiento

"Pusieron una olla express con dinamita y clavos en la cuneta, me hirieron y me reventaron los oídos", dice Robustiano Robles

La Audiencia Nacional ha dado la razón 10 años después en su litigio con el Ministerio de Hacienda a Robustiano Robles, un policía nacional jubilado que en 1981 fue víctima de una bomba colocada por ETA en una olla en la carrera entre Sestao y Portugalete. «Han sido 40 años de lucha en total para que se reconozcan mis derechos y un infierno desde 2014 que empecé con esta última pelea judicial», expresa a OKDIARIO en la primera entrevista que concede a un medio de comunicación.

Este leonés lamenta que los políticos siempre dicen «buenas palabras» pero que luego le dan con la puerta «en las narices». Conducía un coche patrulla a los pocos meses de entrar en el cuerpo. Le reventaron los oídos y sufrió heridas de consideración. A un compañero la bomba le dejó un brazo inutilizable. Nunca se localizó a los etarras autores del ataque. Precisamente, se queja de que el crimen que sufrió no cuenta en las estadísticas de atentados de ETA por resolver ya que habitualmente sólo entran en esa cifra los asesinatos sin responsables condenados.

Tal como desvela este periódico, cuando Robustiano Robles se jubila, en 2014, exige una pensión especial como víctima del terrorismo. «El dinero es lo de menos. Otros compañeros son conformistas y no lo han pedido, pero yo quería defender lo que es de ley. Tras una lucha de David contra Goliat, al final me han dado la razón», indica con satisfacción.

Condena en costas

La sentencia de la Audiencia Nacional, de la Sala de lo Contencioso-Administrativo, lo deja claro: estima su recurso anulando el acuerdo del Ministerio de Hacienda por no ser ajustado a Derecho y «procede la estimación de la demanda en su solicitud principal, reconociendo al actor el derecho a la percepción de la pensión interesada, con efectos de 4 años anteriores a la solicitud en la vía administrativa, todo ello con imposición de costas a la Administración demandada». Robles se pregunta por qué le reconocen el pago retroactivo de 4 años y no de 10. En todo caso, el afectado muestra su resarcimiento parcial.

Estado del vehículo tras el atentado.

En septiembre de 2014 recibió un escrito de la Dirección General de Costes de Personal y Pensiones Públicas, del Ministerio de Hacienda que le denegaba el reconocimiento de la pensión extraordinaria. A continuación acudió al Tribunal Económico-Administrativo Central que también resolvió en contra de sus intereses. Sin embargo, ahora la Audiencia Nacional tumba esas dos resoluciones administrativas y le da al fin la razón.

Robles está muy dolido con todos los partidos políticos. «Los ministros del Interior siempre se hacen la foto con las víctimas del terrorismo pero a la hora de la verdad te dicen siempre que no», revela. «Son todos iguales. Igual me da uno que otro. Tienen el mismo corte, la misma madera y la respuesta es la misma no, no y no, a todo que no».

No entendía esos portazos cuando en mayo de 2005 la Audiencia Nacional declaró en otra sentencia su «derecho a la concesión de la pensión extraordinaria de jubilación con efectos de 1 de abril de 2001, así como al pago de los atrasos correspondientes e intereses legales». Los jueces recogieron que el antiguo policía asegura categóricamente que la patología psíquica que padece deriva directamente del traumatismo psíquico, ocurrido en atentado terrorista el día 1 de marzo de 1981, días después del golpe de estado del 23-F.

Además, un auto de aclaración de julio de 2005 resuelve las dudas: la pensión extraordinaria y concedida es debida a «las lesiones padecidas como consecuencia o con ocasión del acto de servicio, que fueron determinantes de su incapacidad y por ende su jubilación forzosa».

Robles recuerda el día de atentado: «Sufrimos una explosión con dos kilos de Goma-2, con otros dos de clavos y tornillos metidos en una olla exprés. A su vez estaba enterrada en un montón de gravilla al lado de la cuneta de la carretera. Doble metralla para hacer más daño».

Recorte de prensa sobre el atentado en el ‘Ya’. (Clic para ampliar)

Un lanzallamas dentro

Asegura que la bomba no estaba destinado a su coche patrulla. El plan estaba ideado supuestamente para unos policías que iban al puerto de Santurce, pero ellos estaban en el momento más inadecuado en el sitio más inadecuado. «Al paso de los dos vehículos que íbamos hicieron explosionar la carga. El coche quedó hecho polvo. Sin luces, sin cristales. Reventado entero. También los ocupantes que íbamos dentro. Es como si te quemaran con un lanzallamas todo el cuerpo», detalla.

«El fuego te entra dentro hasta los pulmones, te quema por dentro y por fuera, pero más por dentro. La onda expansiva no se puede describir. Un compañero iba hablando de que al día siguiente se iba para Canarias de vacaciones un mes y de repente te pilla de lleno y te revienta los oídos. Me reventó los oídos, los ojos llenos de cristales. Se te incrustan como si fueran cuchillas o agujas. El cristal pulverizado te penetra por todos lados. Estaba todo a oscuras. Entonces, por inercia o por supervivencia, no te queda otra que escapar. Me agarré fuerte al volante y aceleré el coche a tope porque su modus operandi era explotar la carga y después ametrallarte. Durante años me imaginaba bombas a la vuelta de cada curva», concluye esta víctima de ETA que tras mucho esfuerzo ha doblado el pulso a Hacienda.