Investigación

Interior tenía al sicario fugado en una cárcel de baja peligrosidad pese a estar calificado de alto riesgo

Fue trasladado a una prisión que no era de extrema seguridad, lo que facilitó su huida

Un error de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, dependiente del Ministerio del Interior de Fernando Grande-Marlaska, ha permitido la fuga de un peligroso sicario de los narcos del Estrecho, Yousef Mohamed Lehrech apodado El Pastilla, de una cárcel en Madrid el pasado 23 de diciembre. Este interno había sido calificado como preso FIES (Fichero de internos de especial seguimiento). Sin embargo, Instituciones Penitenciarias decidió cambiarle de prisión a otra con una infraestructuras más antiguas y con controles de seguridad más obsoletos. Esto facilitó al sicario su fuga, según fuentes consultadas por este periódico.

El Pastilla, en un principio, se encontraba en prisión preventiva en la cárcel de Botafuegos, en Algeciras, por asesinar presuntamente a uno de los considerados capos de la droga de Ceuta, Nayim K.A., apodado Tayena, quien el pasado 12 de abril recibió un disparo en el pecho en Los Barrios (Cádiz). Tiene dos procedimientos abiertos: uno por la muerte de Tayena, considerado su jefe, y otro por el asesinato por error en Algeciras de un joven al que supuestamente confundió con otra persona.

Debido a su historial criminal, Yousef El Pastilla estaba clasificado en la prisión de Algeciras como un preso FIES de  nivel 5, que engloba a aquellos delincuentes «con un historial penitenciario de alta conflictividad, evasiones o violencia grave, o que hayan cometido delitos graves generando gran alarma social».

Pero, en esa prisión su vida corría peligro porque había otros internos cumpliendo condena que pertenecían a grupos rivales. Por eso motivo fue trasladado a Madrid. Y la cárcel seleccionada por la Administración penitenciaria fue el primer error. Según fuentes consultadas, El Pastilla debía haber sido trasladado a una cárcel adaptada a presos de FIES 5, la categoría en la que estaba clasificado, como, por ejemplo, las prisiones de Estremera, Aranjuez o Soto del Real. Sin embargo, lo trasladaron a la cárcel de Alcalá-Meco, con un nivel de seguridad menor debido a la antigüedad de las infraestructuras, pues es un centro que se construyó hace más de 40 años.

Por ejemplo, en las primeras cárceles citadas es necesario acreditarse mediante huella dactilar para poder salir de la zona de alta seguridad. Pero, en la de Alcalá-Meco se utiliza un sistema más rudimentario, como la retirada del documento de identidad que posteriormente es entregado por un funcionario.

La fuga de ‘El Pastilla’

El día 23 de diciembre, El Pastilla, recién trasladado a Madrid desde la cárcel de Botafuegos en Algeciras, recibía la visita de cuatro de sus familiares en la cárcel de Alcalá-Meco. El primer paso iba a ser en los locutorios, vía telefónica y con un cristal separando al preso de su familia. Posteriormente, el sicario tenía autorizado un vis a vis, un encuentro íntimo con su pareja en una habitación especialmente habilitada para ello.

Sin embargo, el sicario que protagonizó la fuga nunca llegó a ver a su pareja. En el momento en que pasaba de los locutorios a la zona del vis a vis, El Pastilla aprovechó para mezclarse con un grupo de familiares que iban saliendo tras terminar sus visitas.

Ningún funcionario detectó la maniobra del sicario, pero las cámaras de seguridad sí grabaron a los familiares observando extrañados cómo el preso se infiltraba entre ellos, aunque ninguno de ellos decidió alertar a los funcionarios de prisiones.

Una vez que el grupo compuesto por los once testigos mudos y el sicario llegaron al control de acceso para recoger sus DNI antes de marcharse, El Pastilla se coló por una puerta de servicio que estaba abierta pese a que debía estar cerrada.

También la suerte volvió a sonreír al sicario, que encontró una segunda puerta abierta para escapar de la zona más controlada. Nadie le descubrió mientras recorría los últimos metros hasta las mismas puertas de la cárcel. Salvo la Guardia Civil que custodia los accesos exteriores.

Los guardias le confundieron con un familiar más, y tras advertirle que no podía salir por la zona de la barrera le indicaron la puerta de salida. El sicario obedeció mansamente y con toda la tranquilidad del mundo salió andando por la puerta de la cárcel. Cuando creía que estaba fuera del alcance de las cámaras, esprintó durante 200 metros hasta perderse de vista.