Los talibanes se abren a una tregua con Estados Unidos

Talibán Afganistán
Combatientes talibán en la provincia de Kunduz. (Foto: AFP)

Estados Unidos y los talibanes se encuentran inmersos en una nueva ronda de negociaciones para lograr la paz en Afganistán. En el curso del encuentro, celebrado en Doha, se espera que ambas partes alcancen un acuerdo. Si eso ocurre, fuentes de Reuters han asegurado que el grupo integrista se comprometerá a respetar un alto el fuego de diez días con Estados Unidos y a iniciar contactos con el Gobierno de Ashraf Ghani, un paso sin precedentes.

Suhail Shaheen, portavoz talibán, ha tildado de útiles las conversaciones y se ha mostrado optimista: el pacto con la Casa Blanca podría llegar en cuestión de días. No obstante, ni el enviado especial de Washington para Afganistán Zalmay Khalilzad ni los miembros de la delegación estadounidense han querido manifestar sus impresiones públicamente, al menos por el momento.

A menudo, el Ejecutivo de Afganistán se ha mostrado escéptico acerca del proceso de negociación entre los talibanes y la Administración estadounidense. Sin embargo, ha valorado positivamente las concesiones hechas por ambas partes, a pesar de la vaguedad con que algunas han sido formuladas. “El alto el fuego es la única manera de lograr la paz duradera y digna que exigen el pueblo y el Gobierno de la República Islámica de Afganistán. Cualquier plan que exija un alto el fuego como paso fundamental será bien recibido”, ha apuntado en su cuenta de Twitter Sediq Sediqqi, portavoz del Gobierno del presidente Ghani.

Un diálogo con interrupciones

El proceso de paz en Afganistán ha sido un constante tira y afloja entre los talibanes y la Casa Blanca a lo largo de los últimos meses. A pesar de que las negociaciones parecían ir en la buena dirección en el mes de septiembre, Donald Trump decidió retirarse unilateralmente después del asesinato de un soldado estadounidense en un atentado. El pasado diciembre, se trató de reabrir el proceso, pero otro ataque suicida contra una base cercana a Kabul dio al traste con la iniciativa.

Prospere o no este nuevo intento, la situación en Afganistán seguirá siendo crítica para la mayor parte de sus ciudadanos. Además, en la esfera política, numerosas incógnitas seguirán pendientes de ser resueltas. ¿Qué pasará con los cerca de 13.000 militares americanos que continúan desplegados en el país? ¿De qué grado de estabilidad disfrutará una eventual nueva Administración?

“No repitan lo de los 80”

Precisamente, sobre estas cuestiones han hablado en Washington el secretario de Estado Mike Pompeo y el ministro de Asuntos Exteriores de Pakistán Shah Mehmood Qureshi. La reunión ha tenido lugar en el Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales de la capital estadounidense. El diplomático paquistaní ha advertido a su anfitrión sobre los peligros que se esconden detrás de una posible retirada que se efectúe sin tener en cuenta la necesaria reconstrucción de Afganistán: “Incluso si se llega a un acuerdo exitoso, los retos van a permanecer ahí, de modo que Estados Unidos y sus socios en la coalición deberán tener una retirada más responsable”.

Mehmood ha alertado, además, sobre las consecuencias que podría tener un vacío de poder, puesto que hay elementos dispuestos a explotar a su favor situaciones de anarquía. “No repitan lo de los 80”, ha resumido el ministro paquistaní. Mehmood se refería a la guerra civil que estalló en Afganistán al término de la Guerra Afgano-soviética. Cuando los muyahidines, a los que Estados Unidos había proporcionado respaldo financiero y logístico, derrotaron al Ejército Rojo, el poder instaurado en Kabul no tuvo la capacidad de hacer frente a las múltiples luchas internas entre facciones y etnias.

Como resultado de aquel conflicto y de los atentados del 11-S, Estados Unidos lideró, en 2001, una intervención internacional que tenía como objetivo principal suprimir a Osama bin Laden y disminuir la influencia de grupos salafistas como los talibanes. La violencia, sin embargo, ya había echado raíces en las dinámicas nacionales. Sin embargo, la llegada de tropas extranjeras no ha servido para que el Afganistán sea un país más estable. De hecho, 2019 ha sido el año más mortífero en una década en lo que se refiere al número de víctimas de atentados terroristas.

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