Los niños participaban en las pinturas rupestres de hace 40.000 años, y los científicos lo explican ahora
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Qué llamativas y misteriosas son las cuevas decoradas con pinturas rupestres. No es casualidad que este tipo de hallazgos e investigaciones suelan ser las preferidas de arqueólogos y antropólogos. Recientemente, el descubrimiento de huellas infantiles junto a manifestaciones artísticas abrió nuevas hipótesis sobre el papel de los niños en la Prehistoria.
Y todo fue gracias a una investigación internacional, que interpretó de forma novedosa cómo fue la presencia de los pequeños en estos espacios, desafiando las teorías tradicionales que se centraban únicamente en la transmisión de conocimientos o en el acompañamiento pasivo.
¿Qué se sabe sobre el papel de los niños en las pinturas rupestres de hace 40.000 años?
El arte rupestre constituye una de las manifestaciones más antiguas del comportamiento simbólico humano. Este tipo de expresiones gráficas se encuentra en cuevas de toda Europa, especialmente en Francia y España, con una datación que puede llegar hasta los 40.000 años.
La ejecución de estas obras, muchas veces en zonas de difícil acceso, llevó a los investigadores a plantearse no sólo su significado, sino también la identidad de quienes participaron en su creación. Y en este sentido, uno de los elementos que más llamó la atención en los últimos años es la constante aparición de huellas de niños en estos espacios subterráneos.
En cavidades como la cueva de Rouffignac (Francia) o la cueva de Basura (Italia), se encontraron rastros de manos y pies de menores junto a figuras pintadas en las paredes. Por supuesto que luego, la interpretación de estas señales fue objeto de debate.
Desde luego, un equipo de investigadores de la Universidad de Tel Aviv replanteó el rol infantil en el contexto de las pinturas rupestres. El análisis parte de la observación de sociedades indígenas actuales, cuyas prácticas mantienen paralelismos que podrían ayudar a entender las dinámicas de los grupos humanos prehistóricos.
¿Qué dibujaban los niños en las cuevas y cuántos años tenían?
Las investigaciones han identificado huellas dactilares y estrías realizadas por menores en las paredes de múltiples cuevas. En algunos casos, los análisis forenses permiten estimar la edad de los autores: entre dos y doce años. A estas pruebas se suman marcas de pisadas, rastros de desplazamientos y restos de antorchas, que indican una presencia activa y no accidental.
- En Rouffignac se han documentado paneles completos con marcas que sólo pudieron haber sido hechas por manos infantiles.
- En Basura, las huellas revelan movimientos organizados, lo que sugiere que los niños no estaban allí por casualidad.
Por lo visto, los menores no sólo cumplían el rol de acompañar a los adultos para observar o aprender, ya que parece que también formaban parte del proceso creativo o ritual.
La doctora Ella Assaf, integrante del equipo, considera que la participación de los niños responde a una lógica diferente a la del aprendizaje formal. En su opinión, el contexto espiritual puede ser clave para comprender estas prácticas.
¿Cuál era el papel espiritual de los niños en el paleolítico?
Según la investigación publicada en la revista Arts, muchas sociedades antiguas concebían la infancia como un estado liminal, es decir, una etapa intermedia entre el mundo material y el espiritual. Desde esta perspectiva, los niños podían actuar como intermediarios con fuerzas o entidades no visibles.
En culturas tradicionales actuales, como algunas comunidades de América del Sur o Asia, los menores participan en rituales de trance, búsquedas visionarias o ceremonias de sanación.
Este paralelismo llevó a los arqueólogos a formular la hipótesis de que, en la Prehistoria, los niños también desempeñaban funciones rituales en entornos considerados sagrados.
Las cuevas eran interpretadas como portales al mundo sobrenatural. No se trataba sólo de lugares para el arte, sino de espacios rituales donde se buscaba el contacto con lo invisible. En ese contexto, la presencia de los más pequeños se explicaría por su supuesta capacidad de interactuar con el más allá.
Ran Barkai, profesor y coautor del estudio, añade que esta visión no implica necesariamente una pérdida de funcionalidad educativa. La participación de los niños también servía para transmitir valores, cosmovisiones y estructuras rituales, integrándolos progresivamente en el universo simbólico del grupo.
A modo de conclusión, la propuesta de los investigadores de la Universidad de Tel Aviv no pretende cerrar el debate, sino ampliar el marco de interpretación del arte rupestre.
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