Historia
Edad Media

Ni caza ni tiro con arco: el deporte preferido de los nobles en la Edad Media aún perdura casi intacto hoy

Durante siglos, fue una práctica reservada para reyes, emperadores y altos clérigos. Estuvo presente en tratados de paz, rescates de nobles e incluso en ceremonias religiosas. En la Edad Media, el deporte preferido de los nobles no sólo tenía una función lúdica, sino que también representaba estatus, poder y conocimiento.

Aunque haya perdido protagonismo con el avance de las armas de fuego, esta disciplina sigue viva hoy, adaptada a las normativas contemporáneas y reconocida por instituciones internacionales.

¿Cuál era el deporte preferido de los nobles en la Edad Media?

En la Europa medieval, entre los siglos VI y XVI, se consolidó el deporte preferido de los nobles: la cetrería. Esta práctica, que consiste en entrenar aves rapaces para cazar, fue introducida en el continente probablemente por los pueblos germánicos.

Aunque existen antecedentes más antiguos en Asia (particularmente en China), fue durante la Edad Media cuando alcanzó su máximo esplendor en Occidente.

El uso de halcones, azores y otras rapaces requería un conocimiento preciso del comportamiento animal. El entrenamiento implicaba establecer un vínculo entre el ave y el humano a través de reflejos condicionados.

Las especies más comunes eran empleadas para cazar aves o pequeños mamíferos como conejos y liebres. Por su complejidad y el elevado coste de mantenimiento, fue una actividad casi exclusiva de las élites.

En la península ibérica, hay indicios arqueológicos de su existencia antes de la llegada del Islam, aunque las fuentes árabes documentan que los primeros invasores musulmanes adoptaron una modalidad local que consistía en cazar con aves de alto vuelo, como los halcones. Esta variante se conoce como altanería.

La extensa historia detrás de la cetrería

La cetrería no se limitaba a una forma de caza. Su presencia se extendió a todos los aspectos de la vida noble. En la Inglaterra sajona, por ejemplo, existía el cargo oficial de Maestro de los Mews, encargado de los halcones reales.

Se ha documentado que Eduardo III llevó consigo una treintena de aves durante la campaña militar en Francia. Las damas y clérigos también participaban en este deporte: los halcones eran vistos incluso en los interiores de capillas y monasterios.

Durante las Cruzadas y otros conflictos medievales, los halcones llegaron a sustituir al oro como moneda de cambio. Algunos ejemplos documentados incluyen:

¿Qué ocurrió con la cetrería, el deporte preferido de los nobles a lo largo del tiempo?

El auge de las armas de fuego en los siglos XVI y XVII marcó el declive de esta práctica. La efectividad de los mosquetes y escopetas hizo que la caza con aves resultase menos práctica y más costosa.

A esto se sumaba el mantenimiento de los halcones, que exigía dedicación continua, entrenamiento especializado y una logística compleja.

Sin embargo, la cetrería no desapareció por completo. Sobrevivió en comunidades rurales y entre aficionados que la han preservado como una forma de herencia cultural. A día de hoy, se practica principalmente con aves criadas en cautividad, lo que reduce el impacto sobre las especies silvestres y se ajusta a la normativa medioambiental europea.

Este deporte preferido de los nobles fue reconocido en 2010 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. El organismo valoró su carácter no contaminante, selectivo y respetuoso con el medio ambiente. En España, la cetrería fue declarada Bien de Interés Cultural por la Comunidad de Madrid en mayo de 2024.

La cetrería en la actualidad

El reconocimiento institucional a nivel nacional e internacional contribuyó a su protección legal y a su transmisión intergeneracional.

Por su parte, España ratificó la Convención para la protección del patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO en 1982, comprometiéndose así a salvaguardar tradiciones como esta.

En la actualidad, hay asociaciones y escuelas que promueven la cetrería de forma regulada, con cursos certificados y programas de educación ambiental. Su práctica se limita a ciertas épocas del año y está sujeta a controles veterinarios y permisos administrativos.

Por último, algunas comunidades autónomas han incorporado la cetrería en programas de educación patrimonial y turismo rural. Felizmente, esta actividad ha encontrado un nuevo espacio, no como medio de subsistencia, sino como manifestación de identidad cultural.