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Sánchez se topa con el ‘no’ de sus candidatos a presidir el Congreso por miedo a acabar en los tribunales

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Joan Guirado
  • Joan Guirado
  • Corresponsal de Gobierno y Casa Real. Siguiendo la actividad del presidente y líder del PSOE, Pedro Sánchez, y del Rey de España. También política catalana.

Pedro Sánchez está teniendo serias dificultades para encontrar un diputado socialista que acepte presidir el Congreso de los Diputados la nueva legislatura. Los concesiones que está dispuesto a hacer al separatismo, en algunos casos rozando los límites constitucionales como con la Amnistía o el referéndum, hacen que nadie quiera ponerse al frente de la Cámara. Pues obligará a la Mesa a ser muy laxa en la interpretación de las normas. Lo que, como ocurrió en su día con la Mesa del Parlament presidida por Carme Forcadell, incluso les puede llevar ante los tribunales. Además, añaden fuentes del partido, cabe tener en cuenta que su paso por la presidencia puede ser tan breve como el que tuvo Patxi López en la repetición electoral de 2015. Por lo que a siete días para la constitución del Congreso Sánchez sigue sin candidato.

Son varios los nombres que están ya en las quinielas, tras descartarse para repetir Meritxell Batet. Pero Sánchez quiere que el nuevo presidente del Congreso sea catalán y a poder ser mujer. Por lo que las apuestas se reducen a una o dos: la ministra Raquel Sánchez Jiménez y la ex presidenta balear Francina Armengol. A la primera, que aterrizó en la política nacional hace dos años procedente de la alcaldía de Gavá, pocos en su propio partido, el PSC, la van ocupando el cargo por su perfil. Armengol, que perdió el gobierno autonómico de Baleares hace unas semanas, se ha autodescartado. ERC, por su parte, ha vetado al ministro Miquel Iceta.

Otros nombres que se han situado sobre la mesa para presidir el Congreso son el del portavoz parlamentario, Patxi López, que sólo aceptaría volver al cargo sí tiene asegurada la investidura Sánchez y cuatro años de legislatura. No quiere volver a ser «Patxi el breve» ocupando la presidencia sólo unos meses. En las últimas horas, como ocurrió con las elecciones municipales en Madrid, el núcleo duro de Moncloa también ha hecho circular el nombre de Félix Bolaños -encargado de las negociaciones con los independentistas- con el objetivo de desgastarlo, pues la relación que tiene con los máximos responsables del gabinete presidencial «es muy mala».

Catalán y mujer

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha trasladado a su entorno su deseo de que el nuevo presidente o presidenta del Congreso «sea catalán». Como lo era la todavía máxima responsable del parlamento, Meritxell Batet, que ya ha confirmado que no quiere repetir en el cargo. Aunque Sánchez trató de convencerla para que siguiera al frente del legislativo. El rechazo de Batet a presidir el Congreso un tercer mandato, asegurando que los últimos años «han sido muy duros» y que prevé una legislatura muy bronca, ha abierto el melón de la sucesión y ha provocado un quebradero de cabeza para Sánchez.

Tras ese ‘no’ de Batet, que se oficializó públicamente este martes pero que el presidente en funciones conocía desde «un par de días antes», Pedro Sánchez pensó en el ministro de Cultura y Deporte Miquel Iceta y en la ministra de Transportes, Agenda Urbana y Movilidad Raquel Sánchez para presidir el Congreso. Al primero lo ha vetado ERC, como en 2019 le vetaron para presidir el Senado. A la segunda, que fue reprobada por los de Gabriel Rufián por culpa de su gestión en Cercanías, la coincidencia en el PSC es que «no la veo ahí». La ministra de Transportes sería la última bala de Moncloa para que un socialista catalán fuese la tercera autoridad del país. Pero no lo va a tener fácil. Teniendo en cuenta eso Sánchez se verá obligado a buscar a un candidato fuera de los socialistas catalanes.

Mayoría en la Mesa

Lo que es seguro es que el PSOE, Sumar y los partidos progresistas -sin incluir ahí necesariamente a Junts y el PNV- van a tratar de retener la presidencia de la Cámara y la mayoría de 5 de los 9 miembros. Aunque ateniéndoos a los resultados del 23 de julio no debería ser así. Pues el PP con 137 escaños y el PSOE con 121 están muy lejos de los 33 y 31 que obtuvieron Vox y Sumar. Por lo que de llegar a un acuerdo imposible los dos grandes partidos, prácticamente podrían dejarles fuera del máximo órgano de control del parlamento. Así pues, obligados a pactar con los partidos minoritarios, la elección de la Mesa el día 17 se presiente como un aperitivo de la conformación del Gobierno. Y Sánchez no está dispuesto a dar su brazo a torcer en este primer round en el Congreso.

Para el reparto de la Mesa se tiene que sacar la calculadora. Más allá de la presidencia, que debe obtener 176 ‘síes’ en primera votación y más ‘noes’ que ‘síes’ en segunda, para las vicepresidencias y secretarias todo depende de los acuerdos de los grupos. Y obtener un puesto ahí no es algo menor. Pues garantiza a los partidos tener acceso a información y tener voz y voto en cómo será el proceso de hacer las leyes. Algo importante en cualquier legislatura, más aún en una tan compleja como la que se prevé tras el 23 de julio. El rechazo del PP y el PSOE a negociar el reparto, hará que las votaciones sean muy ajustadas. Y que un bloque u otro pueda tener el control de la Cámara con todo lo que ello supone.

El PSOE, según fuentes de los partidos separatistas, está dispuesto a ceder un puesto en la Mesa a ERC, Junts o el PNV a cambio de sostener esa mayoría progresista. Una silla que sería en forma de secretaría o vicepresidencia. Desde Sumar, sin embargo, señalan que los socialistas deberían ir un paso más allá y ceder la presidencia del parlamento a los partidos minoritarios plurinacionales, de tal forma que un diputado de alguno de estos tres partidos o de Sumar se convirtiera en la tercera autoridad de España.

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