El Rey pide al presidente de Cuba cambios que permitan la libertad
El Rey Felipe VI ha entrado de lleno con sus palabras en La Habana en la urgente necesidad de adoptar cambios políticos, económicos y sociales en Cuba. Lo ha hecho al sugerir al Presidente Miguel Díaz-Canel la necesidad de que el pueblo cubano sea quien decida cuál será su futuro. No podía ser de otra manera y era inconcebible que el monarca español, en su primera visita de Estado a la nación caribeña que tanto ha costado hacer, obviara la difícil situación que viven los habitantes de un país cuyos lazos familiares con los españoles han sido siempre y son tan estrechos.
Don Felipe, como es natural por cortesía y respeto, no ha usado un tono conminatorio al recomendar al Jefe de Estado cubano que la evolución, la adaptación y el cambio son inevitables y que quien se resiste al paso del tiempo pierde la oportunidad de colaborar en ese diseño del futuro que ya está aquí. Pero las palabras del monarca español han dado un paso más hacia lo concreto al señalar a Díaz-Canel que es necesaria la existencia de instituciones que representen a toda la realidad diversa y plural que existe de los ciudadanos y que estos puedan expresar por sí mismos sus preferencias y encontrar, en esas instituciones, el adecuado respeto a la integralidad de sus derechos incluyendo, entre ellos, la capacidad de expresar libremente sus ideas, la libertad de asociación o de reunión.
Solamente con estas palabras del Rey Felipe, en las que ha no ha omitido aclarar en otro párrafo de su intervención que ningún país puede permitirse vivir aislado así como aconsejar a las autoridades de Cuba que deben dar la oportunidad a los ciudadanos de viajar y recibir a gentes de otros países se justifica la oportunidad del viaje del Jefe del Estado español a Cuba. Una visita de Estado que se debería haber realizado hace muchos años y que con cada demora que se producía, tanto con los gobiernos socialistas como con los populares, aumentaban las dificultades para realizarlo. Es cierto que este viaje que está a punto de terminar se realiza en un momento político complicado y difícil y que el momento elegido finalmente por el actual Gobierno en funciones no ha sido el más oportuno. Pero en algún momento había que hacerlo y la conmemoración de los 500 años de la fundación de La Habana ha sido una percha adecuada para volar a la capital cubana.
Otro de los argumentos que han provocado la tardanza en la visita de un monarca español, la vigencia de un régimen autoritario en Cuba perpetuado desde hace 60 años, tampoco era suficiente para oponerse frontalmente a la visita si se compara con otros viajes reales a países tan autoritarios o más que Cuba. Lugares en los que existían agravantes tan penosos como la falta absoluta de libertad de las mujeres, su ausencia absoluta de la vida pública, la obligación de ir tapadas de pies a cabeza con ropas negras y la prohibición de compartir espacios en hoteles, aeropuertos y salas de cualquier tipo. Unas normas, por cierto, que las extranjeras tuvimos que acatar al abandonar el avión y pisar suelo de esos países.
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