Un policía nacional jubilado carga contra la Guardia Civil: «Agredieron a la gente de malas maneras»
El agente jubilado acudió a votar el 1-O en un centro donde intervinieron efectivos del Instituto Armado para incautar el material electoral en cumplimiento de un mandato judicial.
El presidente del tribunal llama al último testigo de la jornada, Nemesio Fuentes, un policía nacional jubilado que el 1 de octubre de 2017 acudió a votar, acompañado por su familia, al Instituto Quercus de San Juan de Torruella. Entra en la Sala luciendo un lazo amarillo, símbolo del independentismo catalán, en la solapa de su americana. La imagen resulta inédita hasta la fecha. Más impactante, todavía, resulta su declaración: «A la gente no la apartaron de buenas maneras, la agredieron para llegar a la puerta». Se refiere a la actuación de la Guardia Civil que presenció aquel día, según su versión en el Supremo.
Ha sido citado por el abogado Jordi Pina, quien ejerce la defensa de los exconsejeros Jordi Turull y Josep Rull; y el líder de la entidad separatista ANC, Jordi Sánchez. Contesta a sus preguntas sobre cómo se desarrollaron los hechos en el colegio electoral en el que intervino activamente: «Hubo actividades toda la noche, incluso desde la tarde anterior. Estuve hasta que la Guardia Civil nos echó, sobre las 13.45 horas».
«Yo en aquel momento estaba dentro del colegio», recuerda que se había ‘autodesignado’ voluntario para formar parte de una mesa. «Empezamos la votación sobre las nueve de la mañana y enseguida empezaron a llegarnos informaciones, por whatsapp, de lo que sucedía en Barcelona» fruto de la intervención policial. «Gente ensangrentada, cargas, violencia…», señala. «Comenzó a cundir la preocupación entre los presentes».
«La Guardia Civil llegó golpeando todo y a todos los que había a su paso», asegura el último testigo, policía nacional jubilado.
«Cuando nos avisaron de que venía la Guardia Civil inmediatamente interrumpimos la votación y se informó de por qué se dejaba de votar. La gente no quería heridos», asegura. Así que «nos fuimos al vestíbulo, que está separado del patio por dos puertas de cristal. Llegó la Guardia Civil y sin mediar palabra, empezaron a golpear las puertas para abrirlas. Si hubiesen preguntado, habrían sabido que estaban abiertas pero no eran de empujar, sino de tirar hacia afuera», la afirmación resulta sorprendente. «La gente empezó a apartarse y a correr, porque en la parte exterior llegaban golpeando todo lo que había».
«A la gente no la apartaron de buenas maneras, la agredieron para llegar a la puerta. Yo tenía tres hijos fuera, los tres fueron agredidos, dos de ellos lesionados. También estaba mi mujer pero ella, como quedó un poco aislada, no tuvo ningún problema», cuenta. «Un guardia con un mazo golpeó el cristal de la entrada hasta que cedió y el resto de sus compañeros entraron. Eran unos 10 ó 12 uniformados y otros tantos de paisano», apunta en contestación a la última pregunta del abogado Pina.
«Sabía que una orden judicial ordenaba a la policía cerrar los colegios, pero también que pedía hacerlo de forma pacífica», añade el testigo.
Interviene entonces el Ministerio Fiscal: «¿Vio usted cómo a uno de los agentes lo agredían con una silla?». Responde el policía: «Estaba al lado cuando un ciudadano tiró una silla y el guardia civil cayó al suelo, pero creo entender que la silla no fue culpable de su caída, sino que resbaló sobre los cristales rotos que había dejado su compañero antes».
«¿Sabía que había una orden judicial que declaraba el referéndum ilegal y otra que ordenaba a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado cerrar los colegios?», pregunta el fiscal Jaime Moreno. «Sí, lo sabía, y también sabía que el auto ordenaba hacerlo de forma pacífica», dice el testigo.
«¿Vio usted patadas o agresiones de la gente contra la policía? ¿Escuchó cómo les increpaban y les llamaban asesinos?», prosigue Moreno. «La gente hizo lo normal que se hacía, estar allí al lado tratando de impedir que los guardias civiles accedieran al colegio. Hubo muchas patadas pero no precisamente de la gente, sí de los agentes».»La gente sólo lanzaba los insultos normales viendo lo que estaba pasando: cabrones, hijos de puta,… pero en todo momento con las manos en alto», concluye el testigo.
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