El plan B de ERC: que Puigdemont quede de «traidor» y repetir elecciones
Puigdemont ordena a los suyos evitar la palabra “independencia” y centrarse en la “República”
Puigdemont ya prepara un nuevo partido para darle la puntilla a Mas
A pesar de la victoria contra pronóstico en las elecciones del 21 de diciembre, llegar a gobernar puede hacérsele cuesta arriba al partido de Carles Puigdemont.
Junts per Catalunya insiste en que no hay alternativa a su investidura y ésa es precisamente la debilidad que trata de aprovechar ERC para forzar que, finalmente, el president sea Oriol Junqueras, su líder en prisión, o, en caso extremo, acabar en una nueva convocatoria de elecciones.
La repetición electoral es algo que no asusta en el entorno republicano porque se considera que podrían llegar a sacar rédito de que Puigdemont quede retratado como un «traidor» por su negativa a regresar de Bélgica para ser investido.
La posibilidad del retorno empieza a diluirse-si lo hace será de inmediato detenido- a tenor de las últimas declaraciones de su círculo cercano, que baraja otras alternativas, como que pueda ser investido a distancia-algo poco probable-o que se nombre, en su lugar, un candidato alternativo y con funciones operativas.
La intención, como avanzó OKDIARIO, es que el dirigente secesionista ejerza como presidente de la República desde tierras belgas, pero que sea su ahora directora de campaña, Elsa Artadi, la que se ocupe de la gestión ordinaria del Govern. Una especie de ‘primera ministra’ que no haga sombra al papel simbólico que ostentaría Puigdemont.
Mensajes envenenados
Sin embargo, ese escenario no se digiere bien en ERC. Tras conocer el resultado de los comicios-34 escaños para Junts per Catalunya y 32 para ERC-los republicanos se plegaron a la candidatura del expresident y aseguraron que no contemplaban «alternativas» a su investidura. «Vamos a ser leales a lo que han decidido los ciudadanos y el resultado dice que nos concentremos en ello», subrayó la número dos, Marta Rovira.
El mensaje esconde, en cambio, una lectura envenenada, y es que en esas «alternativas» no estarían pensando precisamente en Junqueras, sino en cualquier otro candidato elegido por Puigdemont para desatascar la situación.
La pugna por el liderazgo se ha recrudecido en las últimas horas con declaraciones de otros dirigentes republicanos, como el exconsejero de Justicia Carles Mundó, quien, en una entrevista este sábado en TV3, instó a Puigdemont a volver y, en caso contrario, consideró que tendría que ser Junqueras el encargado de restituir al «Ejecutivo legítimo».
«El presidente Puigdemont fue muy claro cuando dijo: ‘Si gano las elecciones, volveré a Cataluña’. Este es el compromiso que adoptó con sus electores y, por tanto, si esto no fuera así, primero quedaría sorprendido, y segundo, será él quien deba dar las explicaciones», dejó entrever Mundó.
Y por ahí pasa el plan de los republicanos: esperar a que Puigdemont incumpla su gran promesa de campaña, la que, consideran, sirvió de reclamo para que más votantes acabasen apoyándole.
Por eso, si Junts per Catalunya (34 escaños) presenta un candidato alternativo, ERC se pensaría su apoyo. Para que saliese investido se necesita de una mayoría absoluta en primera votación y simple en la segunda (más síes que noes). A los republicanos (32 escaños) les bastaría abstenerse en ambas para dar al traste con el triunfo de Puigdemont, contando con los aliados de la CUP. Aún con la abstención de los ‘comunes’ o la (hipotética) del PSC, Puigdemont tendría seguro en contra 41 diputados, los 37 de C’s y los 4 del PP.
En este contexto, en ERC confían de momento en que la cita que Oriol Junqueras tiene el próximo 4 de enero ante el juez del Tribunal Supremo acabe con su salida de la prisión de Estremera. Los tiempos apremian: el Parlament se constituirá antes del 20 de enero, como ya han avanzado en fuentes del Gobierno-quien se encarga de convocar la sesión, por aplicación del artículo 155-y el primer debate de investidura se celebrará, como tarde, el 6 de febrero.
De ahí que el independentismo deba plantear cuanto antes una salida. De fracasar la investidura, se abrirá un período de dos meses, a contar desde la primera votación, para buscar nuevos apoyos, y si ningún candidato obtiene la confianza del Parlament, éste debe disolverse y deben convocarse nuevas elecciones.
Una perspectiva que, según los cálculos de los republicanos, les permitiría superar a la ‘lista del president’. El pasado 21 de diciembre apenas les separaron 12.000 votos.
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