España
ENTREVISTA

Pedro Corral: «El abuelo de Sánchez combatió con arrojo para Franco y fue condecorado tres veces»

"Sánchez utiliza de forma indigna el sufrimiento de las familias españolas, incluida la suya"

"El abuelo de Sánchez se merece una mirada compasiva, empezando por la de su propio nieto"

"Si el abuelo de Sánchez hubiera desertado de Franco, tendríamos series y películas sobre él"

La revelación de OKDIARIO sobre Mateo Pérez-Castejón Díaz, abuelo materno de Pedro Sánchez que desertó del ejército republicano para enrolarse voluntariamente en la Legión franquista, ha puesto en evidencia las contradicciones del relato oficial sobre la Guerra Civil. El investigador Pedro Corral, autor del libro Desertores, opina que esta historia «rompe el relato maniqueo» de la memoria democrática impulsada por el Gobierno.

«Si pusiéramos en marcha la máquina de etiquetar que tiene su nieto, ¿cómo etiquetamos a Mateo Pérez-Castejón? ¿Era de los buenos o de los malos?», se pregunta Corral. La historia de este joven lorquino, nacido en 1921, encarna precisamente esos «grises» que la propaganda oficial se empeña en borrar. Con apenas 16 años, Mateo se enroló voluntariamente en el ejército republicano como mecánico en un batallón de apoyo a fuerzas blindadas, atraído por una soldada de diez pesetas diarias que ayudaba a mantener a su familia.

Sin embargo, en julio de 1938, durante los combates en el frente de Teruel, Mateo desaparece de las filas republicanas. Su unidad, el Batallón de Apoyo de Carros Blindados, sufría un «incesante goteo de deserciones» ante el avance franquista. Tan grave era la situación que el comandante Manuel Bartual Gallego había colocado una compañía en retaguardia con órdenes de disparar a todo soldado que huyera. «Mateo se encuentra entre dos fuegos», explica Corral: «La 5ª División de Navarra por delante y su propio batallón por detrás con orden de ejecutar a los desertores».

La deserción constituía entonces un delito de alta traición castigado con la pena de muerte, según decreto del presidente socialista Juan Negrín de abril de 1938. Pero Mateo no sólo desertó: semanas después se presentó voluntariamente en el banderín de enganche de la Legión en Talavera de la Reina, engañando sobre su edad para ser admitido en el Segundo Tercio. «No parece que haya tránsito por campo de prisioneros», subraya Corral, «se presenta absolutamente de forma voluntaria para luchar con Franco».

Su comportamiento en el bando nacional fue ejemplar. Incorporado a la 15ª Bandera de la Legión, participó en combates cuerpo a cuerpo «a bayonetazo limpio» en los frentes de Lérida y Tremp. «Esto era un chavalín de 16 o 17 años que se va a ver envuelto en combates brutales», relata el investigador. Su valor le valió tres condecoraciones: una medalla de campaña y dos cruces rojas del mérito militar. «Si hubiera sentido nostalgia por la causa republicana, tuvo miles de oportunidades para pasarse de nuevo. Pero no lo hizo. Él combatió con arrojo», añade Corral.

Para el investigador, la historia de Mateo Pérez-Castejón representa una de esas «guerras civiles dentro de la Guerra Civil» que desmiente tanto la propaganda de los bandos enfrentados como «esta propaganda nueva, remozada, que nos están vendiendo con la memoria histórica». «Hay tantas guerras civiles como españoles la vivieron», afirma, recordando que era «absolutamente corriente» que menores de edad combatieran en ambos bandos, algunos con apenas 15 años.

La ironía del caso no escapa a Corral: «Si su abuelo hubiera desertado del bando nacional, estaríamos cansados de oír del abuelo de Pedro Sánchez. Tendríamos artículos, hasta podríamos tener alguna serie». En cambio, el presidente del Gobierno ha mantenido oculta esta historia familiar que contradice frontalmente su discurso sobre la memoria histórica. «¿Por qué no recuperamos esa mirada de quienes sufrieron la Guerra Civil y supieron mirar hacia adelante?», se pregunta el investigador, recordando que «todos somos supervivientes de la Guerra Civil».

«Instrumentalizan el dolor de las víctimas»

Especialmente crítico con la instrumentalización política de la tragedia, Corral denuncia que el Gobierno «ni siquiera sabe cuántos restos exhumados han entregado a sus familiares» porque «no les importa». «Ellos no están en eso, están en otra cosa», lamenta. La historia de Mateo, quien según adelanta el investigador fue «brutalmente injusto» tratado por el franquismo tras la guerra, debería servir de lección: «Nos vuelve a interpelar sobre la necesidad de mirar aquella tragedia con compasión hacia todas las víctimas».

Pedro Sánchez, que tenía apenas año y medio cuando falleció su abuelo en 1973, difícilmente pudo conocer de su voz esta historia. Pero Corral se pregunta si, de haberla conocido, «estaría utilizando este horror de la Guerra Civil para enfrentarnos y dividirnos». La respuesta parece evidente en el silencio que ha rodeado durante décadas la memoria familiar del presidente más empeñado en dividir a los españoles entre buenos y malos.