A lo largo esa semana no dejó de solicitar asistencia hospitalaria pero sólo obtuvo llamadas telefónicas

Muere en Extremadura una mujer de 47 años con PCR positivo tras 8 días sin lograr que la viera un médico

El vicepresidente segundo y consejero de Sanidad y Servicios Sociales, José María Vergeles (Foto: EP)
El vicepresidente segundo y consejero de Sanidad y Servicios Sociales, José María Vergeles (Foto: EP)
Carlos Cuesta

Extremadura acaba de registrar la muerte de una mujer de 47 años con PCR positivo en coronavirus a la que se le negó más asistencia que la telefónica. El fallecimiento se ha producido tras innumerables llamadas y mensajes de alerta de la familia de la fallecida, que, a lo largo de 8 días no dejó de solicitar una asistencia hospitalaria que se limitó a llamadas telefónicas. Porque, tal y como han denunciado los familiares de la persona fallecida, durante esos 8 días, no llegó a ver a la paciente ni un médico a partir del momento en el que le fue comunicado su positivo de PCR y hasta que acudió al hospital pasados esos ocho días y a escasos minutos de su muerte.

La víctima responde a las siglas J.R.C. y era vecina de Aceuchal. Familiares suyos han trasladado una carta al consejero de Sanidad pidiendo explicaciones y mostrando la indignación por lo sucedido. La carta enviada al consejero José María Vergeles plantea directamente una pregunta: si hay derecho «a dejar morir a una persona joven asfixiada en su casa por la gestión que están haciendo de la Atención Primaria».

La familia no descarta acciones judiciales y pide la apertura de un expediente disciplinario para los responsables «que omitieron las llamadas reiteradas alertando del estado en el que cual se encontraba».

El relato de los hechos es descriptivo de lo ocurrido: «Con fecha 11 de octubre, mi suegra con 47 años acude al PAC de Aceuchal, localidad en la que reside al encontrarse mal. Se le solicita PCR, siendo realizada y dando positivo tanto ella como su marido y uno de sus hijos. Tanto su hijo como su marido realizan numerosas llamadas, las cuales deben estar registradas, siendo la respuesta que es su centro de salud el responsable de ir a valorarla, ya que se encuentra mal y manifiesta que se asfixia».

La explicación de los hechos por la familiar sigue detallando que «el día 15, realizan la llamada al 112 y a su centro de salud y la respuesta es que están muy saturados. La llaman pasadas dos o tres horas para decirle que eso es normal sin valorarla…, Sólo vía telefónica. Y se atreven a prescribirle medicación sin previa valoración».

La historia prosigue al día siguiente: «El día 16, continua igual y así se puede demostrar por los whatsapps enviados a familiares y conocidos cuando le preguntan al hijo por su madre. Siguen sin recibir llamada de su médico de familia a pesar de las llamadas realizadas en la que informaban que se fatigaba y que se ahogaba, pero siguen considerando, supongo que al ser joven sin patologías previas que no requiere de una valoración in situ, y por teléfono se soluciona todo».

El día 17 no se soluciona nada: «Continua con fiebre de 39 grados. El día 18, vuelven a llamar al 112 en varias ocasiones, así como al centro de salud, porque estaba muy decaída y desorientada, y usted que es médico [en referencia al consejero Vergeles] puede intuir que todo se podía deber a la falta de oxigenación que estaba teniendo. Incluso les informan de que está echando espuma por la boca…, y tiene el valor de seguir prescribiendo ansiolíticos y decirle que eso es de los nervios y todo esto vía telefónica hasta que el día 19, a las 7 horas aproximadamente, vuelven a llamar porque ya no responde, y es en esos momentos, cuando la pobre está casi muerta, deciden trasladarla al hospital Tierra de Barros, falleciendo a los pocos minutos».

La familia se pregunta en su queja si «cree usted, señor consejero, que hay derecho a esto, a dejar morir a una persona joven en su casa asfixiada por la gestión que están haciendo de la Atención Primaria? ¿Hay derecho a esto?».

La carta remitida de la familia concluye señalando: «Póngase en el lugar de esta familia, de su marido, de sus hijos, y piense por unos momentos que haría si le pasara esto a usted. Le puedo asegurar que cuando la familia coja fuerzas esto no va a quedar en el olvido. ¿Cree que se puede seguir atendiendo vía telefónica a las personas? ¿Cuántas más tienen que morir en estas circunstancias para que tomen medidas?».

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