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Forjado en la resistencia al separatismo en Cataluña: así es Ignacio Garriga, nuevo número 2 de Abascal

Ignacio Garriga
Santiago Abascal e Ignacio Garriga.
Pelayo Barro

Ignacio Garriga Vaz de Concicao (1987), líder de Vox en Cataluña, ha sido el hombre elegido por Santiago Abascal para hacerse cargo de la Secretaría General del partido. Un cargo que abandona Javier Ortega Smith después de semanas de polémica por las acusaciones de Macarena Olona sobre su forma de dirigir la formación. Una apuesta firme por un hombre llamado a calmar las aguas de Vox.

Garriga sabe bien lo que es bregar en territorios hostiles. El día que se estrenó como diputado del Parlamento catalán y subió por primera vez al atril para intervenir, la espantada entre los políticos de izquierdas y separatistas fue casi general. Quedaron sólo unos pocos, que tenían otra perfomance en la cabeza para escenificar su «cordón sanitario»: sacaron carteles con la esvástica, el símbolo nazi. Garriga siguió como si nada su intervención, esbozando una ligera sonrisa y terminando con un «que Dios les bendiga, y que Dios bendiga a Cataluña. Moltes gracies».

A este catalán, odontólogo y profesor universitario, que se crio políticamente en las Nuevas Generaciones del Partido Popular, siempre le han resbalado las etiquetas. La primera, la del color de piel: es hijo de Rafael, español, y Clotilde, ecuatoguineana. Pero eso no fue suficiente como para que se le tildara de racista por militar en Vox. «Vox no es racista. Sólo falta verme a mí y que alguien tenga la gallardía de, mirándome a los ojos, que me diga si yo puedo despreciar a mi madre o a mi abuela que son negras», respondía cuando le planteaban esa supuesta incongruencia entre su credo político y sus raíces maternas africanas.

Ignacio Garriga fue el hombre que eligió Abascal en 2020 para abrirse camino, definitivamente, en la política catalana. Se unió a la formación en 2014. Durante cinco años, los que coincidieron con el empuje definitivo del procès rumbo al referéndum ilegal de 2017, se bregó entre carpas, actos y campañas agitadas por el separatismo. Eran días de la llamada «alerta antifascista», que se traducía en lluvias de piedra, boicots a actos, insultos e incluso intentos de agresión. Garriga siempre estuvo en primera fila.

Esa labor llamó la atención en Madrid, donde Abascal le reclamó para el Congreso de los Diputados en 2019. Ignacio Garriga fue uno de los 52 diputados de Vox, y el futuro le depararía un lugar privilegiado en la Cámara Baja: defender la moción de censura que Vox presentó contra Pedro Sánchez en octubre de 2020. Aquella moción fracasó, pero a Garriga le dio alas para presentarse en Cataluña. En 2021, por fin, encabezó la candidatura de Vox al Parlament logrando 11 diputados.

En las mismas cortes catalanas que le recibieron con esvásticas ahora le escuchan defender sin tapujos la aplicación del artículo 155 de la Constitución, alertar sobre el aumento de la inseguridad ciudadana, pedir coto a la inmigración ilegal o lanzarse a visitar los barrios más afectados por la okupación. Se autodenomina como la «verdadera oposición», un papel que años atrás encarnaba una joven Inés Arrimadas. Un cazador de mitos del separatismo. Ahora, además, le tocará lidiar con las grietas internas que haya podido dejar la marcha de Macarena Olona y su enfrentamiento nada disimulado con Ortega Smith. Todo para preparar al partido para la carrera electoral que se avecina en 2023.

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