OKDIARIO habla con los propietarios

Atacan el camping que acogió a la Guardia Civil tras el 1-O: «Destrozaron todo a 300 metros a la redonda»

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Borja Jiménez

El camping Illa Mateua de l’Escala (de la gerundense localidad de Alt Empordà) alojó a decenas de agentes de la Guardia Civil desplegados en Cataluña a raíz del 1-O. Ahí permanecieron, haciendo rotaciones quincenales, desde 24 de octubre hasta el 29 de diciembre. Este mes, semanas después, el negocio ha sufrido un ataque de los CDR como represalia por aquel gesto con la Benemérita.

Uno de los muros del camping.

OKDIARIO ha hablado con Eva, propietaria junto a su marido (ex del PDeCAT) del citado negocio, que nos ha explicado que «nos pintaron el camping, lanzaron 2.000 octavillas y colgaron pancartas con el camping lleno».

«A unos 300 metros de perímetro de nuestro camping, pintaron todo. Luego, hicieron papeletas haciendo mala propaganda del camping, que repartieron por todo el pueblo. Recogimos en total unas 2.000 papeletas», comienza exponiendo Eva, que se lamenta de que todo haya sido simplemente por «acoger a los Guardias Civiles».

Una de las octavillas repartidas.

«A las seis y media de la mañana nos avisó un vecino que salía a pasear al perro y que se dio cuenta de que nos habían pintado las paredes», relata Eva. Fue entonces cuando «salió mi marido, vio lo que habían hecho, y empezó a despegar los carteles que habían puesto con cola (…) junto a los de mantenimiento, que llegaron a las 7 de la mañana; además tuvo que venir otro trabajador con disolvente para limpiar las puertas, que estaban todas pintadas». Estuvieron dos horas recogiendo octavillas y, según explica Eva, había cerca de 2.000. «Más o menos hasta las 9 no logramos que estuviera todo silenciado», recuerda.

Sin embargo, tampoco el proceso de limpieza quedó exento de polémica, toda vez que, cuando la pareja propietaria del negocio se dispuso a recoger y limpiar el desastre, se encontraron a vecinos de todo tipo, aquellos que les apoyaban, y aquellos que lo aplaudían. «Nos encontramos gente cuando estábamos recogiendo papeletas que nos decía que vaya ‘putada’, que vaya maneras de perder el tiempo y molestar, pero también nos encontramos gente que le decía a mi marido que, si esperaba que esto (el acoger a la Guardia Civil) iba a ser gratis, que ya se lo había encontrado», recuerda.

Una de las octavillas repartidas.

Ni llamaron a Mossos

Vistos los precedentes de aparente imparcialidad que existe en el cuerpo policial autonómico catalán, los propietarios del camping Illa Mateua de l’Escala optaron directamente por llamar a la Guardia Civil, obviando así a los Mossos.

«Personalemente, yo me he encontrado con algún mosso que me ha dicho que no iba a venir más por esto. Y, claro, cuando ves esa imparcialidad piensas que es mejor no meter a nadie y ya está», recuerda Eva.

Una de las octavillas repartidas.

Represalias

Preguntados sobre si se esperaban algún tipo de represalia, nos recuerda Eva que no es la primera vez que les sucede. Ya en el mismo mes de octubre, los separatistas hicieron ruido a altas horas de la madrugada con cacerolas y petardos, al tiempo que gritaban consignas contra los efectivos de la Benemérita como “¡Fuera!”, mientras estaban alojados en el camping.

«Mi marido tuvo que dimitir del PDeCAT»

De hecho, unos pocos meses antes, Eva y su marido organizaron en el mismo negocio una exhibición, en la parte de atrás del camping, en la que la Guardia Civil simulaba una llegada a la costa. «Nos pusieron a parir por todos sitios, y eso que mi marido era regidor del PDeCAT». Lamentablemente, tal y como nos cuenta su mujer, «tuvo que dimitir porque se lo comían».

Una de las ventanas del camping, manchada.

Cuestionados sobre si, antes de acoger a la Guardia Civil, valoraron la posibilidad de que llegaran más represalias, Eva explica que sí: «Éramos conscientes de que iba a hacer daño, de que iba a haber gente a la que no le iba a gustar y sabíamos que algo pasaría». De hecho, según explica a OKDIARIO, recibieron bastantes amenazas por todas las vías posibles (teléfono, mail, redes sociales…). «Nos machacaron bastante pero no ha sido hasta ahora cuando hemos empezado a denunciarlo todo», afirma.

Uno de los muros del camping.

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