Carlos H. Quero (Vox): «Zapatero, Sánchez y el PSOE nos deben 1,5 millones de viviendas prometidas»
"La empresa pública de Sánchez será otro chiringuito para colocar gente"
"La Ley de Vivienda ha sido nefasta, expulsando a los más vulnerables del mercado del alquiler"
"Vox aspira a recuperar una España de pequeños propietarios donde las familias sean dueñas de sus casas"
«Entre las promesas incumplidas de Zapatero y Sánchez, el PSOE nos debe a los españoles más de 1,5 millones de viviendas». Lo afirma en una entrevista con OKDIARIO Carlos Hernández Quero, diputado por Málaga y portavoz de Vox en materia de vivienda. Quero cree que la nueva empresa pública de vivienda de Sánchez es un nuevo brindis al sol: «Será otro chiringuito donde colocar gente. No hay suelo urbanizable y el que poco hay está secuestrado por autonomías y ayuntamientos». El portavoz de Vox que «la Ley de Vivienda ha sido nefasta, expulsando a los más vulnerables del mercado del alquiler».
Para Carlos H. Quero la política de vivienda ha de tener un fin y no depender de modas o del marketing. El fin para Vox es claro: «Vox aspira a recuperar una España de pequeños propietarios donde las familias sean dueñas de las casas donde viven y donde quien desee vivir de alquiler pueda acceder a alquileres asequibles y estables». En la entrevista, el portavoz de Vox, desgrana las medidas que aplicarían en el gobierno para devolver a los españoles a una forma de vida que, en su opinión, se ha criminalizado en las últimas dos o tres décadas también por razones ideológicas: propiedad, familia, barrio, estabilidad, arraigo, identidad. Y de ello culpa tanto a la izquierda como a la derecha.
Carlos H. Quero tiene 33 años y un alto sentido de la justicia social. Es Doctor en Historia Contemporánea por la Universidad Complutense. Se define como «historiador y de barrio». Y dice que prefiere «lo pequeño sobre lo grande, la justicia sobre el egoísmo, lo diferente sobre lo uniforme y lo local sobre lo global». Su tesis doctoral fue: ‘El desborde de la ciudad liberal. Cultura política y conflicto en los suburbios de Madrid 1880-1930’.
La ministra Isabel Rodríguez («con la que tengo una relación cordial») suele decirle: «Te has equivocado de partido». Carlos H. Quero cree que «a la ministra le falta memoria». Y añade: «No sé si es maldad o desconocimiento. Por eso, le brindo ideas. Para que vea que, mucho antes de que el PSOE gobernara España, hubo personas que se preocuparon por sentar las bases de un estado más justo».
El diputado de Vox suele contestar a los «elogios envenenados» de la ministra Isabel Rodríguez con una lección de historia sobre los avances en justicia social promovidos por la derecha española desde la Restauración y el siglo XX: «Un conservador es aquel que valora la tradición y considera que aquello que sus mayores hicieron bien merece la pena ser preservado y mejorado. Y lo que los mayores hicieron bien desde mediados y finales del siglo XIX es una apuesta permanente por paliar las inequidades sociales respetando la libertad. Hay toda una colección de iniciativas y medidas desde la Restauración y el siglo XX encaminadas a dar seguridad en el empleo, a cubrir bajas laborales, a prohibir el trabajo de las mujeres embarazadas y de niños, el Instituto Nacional de Previsión [Antonio Maura, 1908, la primera Seguridad Social], los primeros antecedentes del ministerio de Trabajo, los jurados mixtos que arbitraban en conflictos entre patronos y empleados, la promoción de vivienda social con sus antecedentes más remotos en las llamadas ‘leyes de casas baratas’ [las primeras con Canalejas en 1911 y Primo de Rivera], la Comisión de Reformas Sociales [de 1883 para estudiar y mejorar las condiciones de vida de la clase obrera]…».
Carlos H. Quero lo tiene claro: «Ningún complejo ante la izquierda. Todo esto es historia y merece ser reivindicado por todos los que tenemos que escuchar a diario que la justicia social, el Estado Social o la preocupación social son patrimonio de la izquierda. No es cierto. Hasta el concepto de ‘justicia social’ está vinculado a la Iglesia Católica en el siglo XIX. No lo inventó ningún militante socialista o comunista».
Carlos H. Quero critica también al Partido Popular. Cree que el PP se ha convertido en un mero gestor de la economía, le falta decir ‘sin alma’ y lo define así: «El Partido Popular no ve a las personas en su dimensión humana, sino como una celda de una tabla de Excel. Así es muy difícil pensar más allá de la economía. A mí me preocupa la vivienda, no sólo como cuestión económica, sino como cuestión cultural y antropológica, que es lo central de la concepción del hombre y nuestra forma de vida. El hecho de que la gente haya podido dejar de acceder a la vivienda en propiedad supone un cambio material y económico, pero supone, sobre todo, un cambio en cómo vivimos. Porque, de pronto, abrazamos una especie de nomadismo que es realmente perjudicial para nuestros jóvenes. Y eso tiene que ver con cómo vivimos, no solamente con la economía. Y para poder pensar en el cómo vivimos hay que ver más allá de los números y pensar que la economía no lo es todo».
Con esta perspectiva «sin complejos» y la historia y los datos en la cabeza, hablamos con Carlos H. Quero de la última ocurrencia de Pedro Sánchez con tal de esquivar la corrupción que le enfanga.
Sánchez y su empresa pública
Pregunta.- Sánchez anuncia una empresa pública de vivienda. ¿Qué le parece?
Respuesta.- El infinito anuncio del PSOE sobre vivienda social o vivienda pública. En 2008 Zapatero prometió 600.000 viviendas de alquiler social y 900.000 de vivienda protegida en propiedad. Es decir, 1.500.000. Y en 2023, Sánchez prometió 184.000 viviendas de alquiler social. Ahora anuncia esta empresa pública que es un suma y sigue a todo lo que el PSOE debe a los españoles y, en particular, a los jóvenes en materia social y económica.
P.- Con la Sareb no saben qué hacer
R.- Y todos los planes anunciados, nunca completados y ni siquiera iniciados de vivienda social en los ayuntamientos y en las autonomías, que son quienes tienen la competencia de vivienda. Como ahora hay una auténtica crisis y no es posible escurrir el bulto, hacen un nuevo anuncio que, como siempre, es a futuro, nunca a tiempo presente y sin contar los medios para ejecutarlo.
P.- ¿Será otro chiringuito donde colocar gente?
R.- Seguramente. Lo que sí sabemos es que es posible hacer vivienda con colaboración público-privada. Entre mitad del siglo XX y los años 2000 en España se hicieron más de 6,5 millones de viviendas así. Suponiendo cuatro personas por casa, hablamos de 26, 27 ó 28 millones de españoles viviendo en un hogar estable y en propiedad gracias a estas fórmulas que han desaparecido. En los años 80 se hacían más de 100.000 viviendas protegidas al año. En la década de los 90 ya va bajando y está en torno a las 50.000-60.000. Ahora mismo no llega ni a 10.000 al año.
P.- Lo de Sánchez recuerda al Instituto Nacional de la Vivienda de Franco, que sí construyó millones de viviendas para familias trabajadoras
R.- El INV construyó 4 millones de viviendas entre 1961 y 1975. Es una política que se mantiene hasta bien avanzados los años 80 [ya muerto Franco]. A mitad de los 80, el 60% de lo que se construía era vivienda protegida. Había, además, un mercado libre potente y en ebullición. Pero aún había una clara preocupación de los poderes públicos por no dejar de lado a la parte de la población que se estaba quedando fuera de los precios y las dinámicas del mercado.
P.- No hay suelo urbanizable y el que hay depende de las comunidades autónomas. ¿El anuncio de Sánchez es un brindis al sol?
R.- Tal cual lo has descrito. Por una parte, hay retención o secuestro de suelo por las administraciones que determinan qué suelo es urbanizable y cuál no. Por otra parte, el suelo que sí se puede urbanizar está sometido a cargas regulatorias, burocracias, trabas, licencias… que terminan convirtiendo el proceso en un laberinto de años en el que nadie quiere entrar. El resultado: se ha paralizado el mercado de la construcción y también el de la rehabilitación en un país que necesita construir porque la crisis actual de vivienda tiene mucho que ver con un desajuste entre la gente que busca piso y los pisos disponibles. Entre una demanda muy inflada y una oferta cada vez más pírrica.
Otra época
P.- Tienes 33 años. Has vivido las dos grandes crisis desde la universidad. El panorama es desolador para los jóvenes y culpas a izquierda y derecha
R.- Las personas nacidas al final de los 80, los 90 (como yo) y principios de los 2000, hemos nacido en un mundo que ya no ha estado marcado por la estabilidad que conocieron nuestros padres. Era un mundo con cuestiones que se daban por sentadas, que eran el telón de fondo del escenario vital: familias con una casa en propiedad, estables, que no tenían que ir dando tumbos de un lado a otro, que podían arraigarse y vincularse a un mismo espacio. Es la edad de oro de la propiedad, la familia y los barrios. Gente que, con sueldos modestos, mucho ahorro y mucho esfuerzo, conseguía tener, incluso, una segunda vivienda; algo que ahora es disparatado. Y gente que, además de tener una expectativa material apetecible, tenía un sustrato cultural sólido que le permitía orientarse en el mundo y tener una brújula porque todas las personas cercanas compartían cultura, valores, identidad… Yo creo que ambas patas, cultural y material, que son necesarias, se han desmoronado desde finales del siglo pasado. La gente que ha nacido en ese contexto ya no ve lo que vieron sus padres. Ya no tienen todas esas certezas y estabilidad sin el poder de las familias porque tenían un bienestar material y una identidad cultural compartida. Ahora, todo está siendo arrasado. Lo problemático es que este proceso de destrucción de expectativas materiales ha venido acompañado por parte de los poderes mediáticos, de la academia, de la universidad, de las series, de las películas, de las canciones… de cierta romantización de la pobreza. Es decir, hemos dejado de acceder a la casa en propiedad, pero se nos dice que eso es muy bueno. Hemos dejado de tener parejas para toda la vida, pero se nos dice que eso era una cárcel, una condena. Hemos dejado de tener hijos. Hemos dejado de tener trabajos para toda la vida, pero se nos dice que ahora somos más flexibles porque un día podemos trabajar en Lisboa, otro en Barcelona y otro en Roma. Cuando se romantiza o se legitima el expolio al que ha sido sometida una generación por todos los partidos políticos, no solamente la izquierda, es muy difícil argumentar o hacer un discurso a la contra porque ya lo baña todo. Uno se encuentra todo esto de lo que hablamos en series, películas, canciones, discursos de personajes mediáticos, programas de televisión, podcast, en los late night de moda… Estamos naturalizando esto y creo que no podemos porque los de mi edad hemos conocido ese otro mundo y los que son un poquito más jóvenes lo han conocido por el recuerdo y la transmisión de sus padres y sus abuelos.
P.- Por edad he conocido eso. Nuestros padres y abuelos consiguieron una casa, o dos, y un coche y además pagarlo rápido sin estar hipotecados toda su vida
R.- El lema de esa generación era trabajo, casa y coche y ello tenía que ver con autonomía, libertad y prosperidad. Y había algún elemento más: una educación gracias a unos buenos servicios públicos que permitían a quien partía con peores cartas poder elevarse, prosperar y ascender socialmente. Y había otro elemento: un barrio seguro, tranquilo, apacible donde la gente tenía relaciones de cercanía y confianza con un pequeño comercio que también era amable. Y todo eso ha cambiado. La educación ha dejado de ser ese pasaporte para ascender socialmente y se ha convertido, casi, en lo contrario. Ha sido arrasada y el conocimiento sustituido por la ideología. La educación pública ha sido troceada y sólo quien puede permitirse para sus hijos un colegio privado o educación extraescolar sigue manteniendo un nivel elevado de conocimiento que ofrecerles. Los barrios eran ese espacio amable en el que la gente crecía en la calle, con rostros conocidos, con la familia cerca. Ahora se han convertido en un espacio cada vez más hostil para el de casa. La calle ya no es un espacio seguro. En el parque uno ya no puede jugar porque está tomado por bandas latinas o porque el vecino de al lado ni siquiera habla tu idioma o porque el pequeño comercio de toda la vida ha ido desapareciendo y se ha sustituido por comercios que no satisfacen las necesidades del local sino de los recién llegados. Cuando desaparece una peluquería o una ferretería o un bar de menú del día y abre una carnicería halal o una tienda de souvenirs uno está sufriendo un expolio y una desposesión también en términos culturales.
P.- ¿Lo que se les propone a las nuevas generaciones es conformarse con un piso compartido, patinete y perro en vez de hijos para que bajen sus expectativas y justificar esta política?
R.- Hay un dato terrorífico. La edad media de las personas que viven en un piso compartido es 34 años y mayoritariamente mujeres. Esto significa que, contando con que muchos son estudiantes de otras ciudades o gente que acaba de terminar la carrera con 21, 22 ó 23 años, hay muchas personas por encima de 40 años que, por necesidad, siguen en un piso compartido. Ahora lo llaman coliving para ponerle un nombre rimbombante. El piso compartido ha existido siempre, pero era algo de aventura, de primera experiencia, de emancipación, divertido, algo de lo que uno podía sacar pecho y pasaba con 22 ó 23 años. Ahora es la última alternativa a la que asirse cuando ya ni siquiera puedes acceder a un alquiler estable. Y esto es, absolutamente, lamentable por muchos anglicismos y nombres bonitos que le pongan. La diferencia es sideral entre tener casa en propiedad y coche a vivir en un piso compartiendo de nevera con desconocidos y teniendo un patinete eléctrico en el felpudo.
La Ley de Vivienda
P.- ¿La Ley de Vivienda ha sido nefasta?
R.- Sí. No abre la caja de Pandora, pero es el último clavo en el ataúd de la vivienda. Porque los problemas de la vivienda en España no aparecen con esta ley. La ley se inserta en una dinámica de regulaciones vinculadas al alquiler que tratan de defender a los vulnerables con prórrogas forzosas, controles de precios y cierta tolerancia con el impago con lo que se conoce como inquiokupación, pero que son medidas que se han demostrado perjudiciales para los vulnerables. La intención era defenderles, pero ha sido un boomerang contra las clases populares, clases medias y jóvenes. La ley ha provocado que quienes podían alquilar hoy estén obligados a convertirse en jornaleros del alquiler. Gente suscrita a las notificaciones de bajadas de precio de Idealista porque cada vez son más personas la que quieren ver la misma casa y cada vez hay menos casas disponibles. La ley ha supuesto una desaparición del 25 ó 30% de la oferta de pisos en alquiler. Pero cada vez más gente queriendo alquilar. Porque tenemos un modelo de desarrollo de país basado en concentrarse en cinco o seis grandes ciudades. Eso es más demanda. Porque además traemos a gente de todo el mundo. Y eso es más demanda. Madrid y Barcelona son las dos ciudades europeas en las que más ha crecido la población en los últimos años. Y eso es más demanda. Los nuevos hábitos sociales hacen que muchos hogares estén formados por personas solteras o una pareja sin hijos o divorciados. Es decir, más demanda y más presión sobre los alquileres y cada vez menos pisos. Y no solamente no se construye. Hay leyes, como la de la vivienda, que generan tal inseguridad jurídica en los propietarios que detraen sus pisos del mercado de alquiler. El cóctel es totalmente nocivo.
P.- ¿Hay ligereza frente a la okupación?
R.- Sí. Pero más problemática que la okupación para el casero es la inquiokupación. Son mafias organizadas con intención de estafar al casero. Se meten en la casa y pagan unos meses la renta sabiendo, pero su finalidad es dejar de pagarla y quedarse dentro. La Ley de Vivienda favorece y estimula estas prácticas. Porque si uno se declara vulnerable se dilata en el tiempo hasta la eternidad la posibilidad de echarle. El estado traslada al casero la responsabilidad de personas con situación sobrevenida, pensando en que haya buena fe. Estas situaciones ocurren y hay que dar respuesta, pero no el propietario sino el estado. El artículo 47 de la Constitución mandata a los poderes públicos a promover los medios para hacer efectivo el derecho a la vivienda, pero no mandata a un particular. Si el particular necesita esa renta del alquiler o quiere garantizarla va a buscar al inquilino con más garantías de cobrar. Y ahí empiezan los castings inmobiliarios para alquilar sólo a los perfiles más solventes. Nadie quiere alquilar a un joven que lleva poco tiempo en el mercado laboral con sueldo precario o a una familia con hijos a cargo porque son potenciales vulnerables a los que nunca van a poder echar.
P.- En la situación laboral y salarial actual es lo más común
R.- Claro. Fíjate el desplome en solo 13 años del acceso de los jóvenes a la vivienda en propiedad. En el año 2011 era el 69%. Ahora es el 32%. Es dramático, pero ¿cómo no iba a ser así si tenemos desde hace muchísimo las tasas más altas de desempleo juvenil de toda Europa?
P.- En España ha habido alquileres asequibles cuando había más propietarios
R.- Sí. En 2002, en torno al 85% de los españoles eran propietarios de la casa en la que vivían. Y entre los jóvenes, el 65% de la gente entre 23 y 28 años, recién acabada la carrera, era dueña de su casa. Muy pocas personas vivían en alquiler y los alquileres estaban mucho más bajos. Y otro dato. En las familias con menos renta, el esfuerzo de pagar el alquiler era un 25% de sus ingresos. Actualmente la media en España es un 43%, la más alta de Europa. En Málaga, Madrid, Valencia o Barcelona está por encima del 50 y el 60% de sus ingresos mensuales. Es la consecuencia de haber potenciado el alquiler y haber criminalizado la vivienda en propiedad.
Propuestas de Vox
P.- ¿Qué propone Vox sobre todo para los jóvenes?
R.- Primero que las medidas estén supeditadas a un fin y no al marketing. El fin para Vox es recuperar una España de pequeños propietarios en la que las familias sean dueñas de sus casas y en la que las personas que viven en alquiler sea porque lo desean o, en caso de no poder comprar, puedan disfrutar de un alquiler asequible y estable. Para conseguirlo proponemos varias etapas. Una primera etapa es previa a las políticas de vivienda. Por una parte, conseguir un desarrollo del país armónico y saludable con oportunidades en todos los entornos sin condenar a media España a emigrar para vivir en un cuchitril compartido en las cinco o seis grandes ciudades del país. Hay que devolver oportunidades reindustrializando y dejando de estigmatizar la vida en el mundo rural o en una capital de comarca o en una pequeña ciudad. Así destensaremos la demanda excesiva de las grandes ciudades. Y también teniendo una política migratoria que no haga ver que en Villaverde cabe todo el Magreb o que en Tetuán cabe todo el Caribe. Dejaremos así de estar llamando y llamando sin haber adecuado esa demanda la oferta. A partir de aquí, hay que aumentar la oferta construyendo y rehabilitando. Para ello, hay que reformar las políticas de suelo, liberando el suelo retenido por las administraciones, y hay que agilizar y eliminar trámites burocráticos, periodos y procesos para conseguir licencias. Y hace falta reformar la fiscalidad para que los españoles puedan ser propietarios. Pero hace falta hacerlo después. Primero aumentamos la oferta y después ayudamos a los españoles a comprar. ¿Construir por construir? No. Construir para ese fin: recuperar un país de pequeños propietarios. Si ahora nos pusiéramos a construir, la propiedad nueva se quedaría en pocas manos y se harían alquileres vacacionales en vez de casa para familias. Eso no tiene ningún sentido. Hay que reformar, por tanto, la fiscalidad. Ahora es prácticamente imposible encontrar pisos de 300.000 € de 80 metros cuadrados, por ejemplo. Para un caso así, las entidades financieras permiten hasta un 80% de hipotecas. Tú tienes que venir con el 20%. Pero casi con un 10% más por los impuestos. Si es obra nueva, IVA y, además, ITP y AJD. La suma de ITP y AJD, según qué comunidad autónoma, va desde los 20.000 euros de hasta los 35.000 euros. Es decir, te están cargando un 10% más. ¿Cuánta gente joven tiene ese dinero en el bolsillo con el paro y la precariedad que hay? Hay que cargarse el IVA para la compra de primera vivienda en caso de que sea obra nueva. Hay que suprimir al máximo o modificar al máximo ITP y AJD para rebajar la cuantía final. Y hay que recuperar una figura exitosa que desapareció con Rajoy: la deducción por inversión en vivienda de los intereses en la compra de vivienda. Con todo esto, muchos españoles saldrían del alquiler a la compra porque sí tienen los ingresos pero no los ahorros, y, con ello, disfrutar de todas las virtudes que consideramos que están asociadas a la propiedad: la estabilidad, el ahorro, la salud mental. ¿Cómo le va a ir mejor a unos niños? ¿Yendo al mismo colegio con los mismos amigos, cerca de sus abuelos o dando tumbos de un lado a otro buscando una casa en la que poder vivir? Ha de haber, por tanto, una fiscalidad adecuada a la capacidad adquisitiva de los españoles. Y hay una cuarta pata de esta política de vivienda vinculada con la compra: priorizar a los españoles. Hay que limitar la compra por parte de extranjeros no residentes, sobre todo, de grandes fortunas extranjeras. La propiedad no ha desaparecido. Se ha ido concentrando. Los españoles que han dejado de comprar esas casas no se han evaporado de nuestras ciudades. Esas casas siguen existiendo. Simplemente las han ido comprando otras personas con un poder adquisitivo muy superior al de las familias españolas. En Málaga, el año pasado, el 28% de las operaciones de compraventa las firmaron extranjeros no residentes. En Alicante, un 35%. Además, proponemos un plan de vivienda de protección oficial en colaboración público-privada para sacar a mucha gente que actualmente está tensando el mercado del alquiler y darle la posibilidad tener una casa en propiedad.
P.- ¿Y respecto al alquiler?
R.- La inseguridad jurídica ha llevado a muchos pequeños caseros, que son la mayoría, entre el 90 y el 95%, a dejar su casa vacía, a ponerla a la venta o a buscar fórmulas alternativas como el alquiler de temporada, el vacacional y por habitaciones. Leyes como la de vivienda, que toleran la okupación, la inquiokupación, los impagos, los controles de renta o las prórrogas forzosas, generan inseguridad en los propietarios. Hay que derogarla y terminar con las medidas y regulaciones intervencionistas que se han demostrado tremendamente ineficaces. Conseguiremos que vuelva un montón de oferta al mercado de larga duración y que los españoles que, por sus hábitos o porque no desean una propiedad, puedan tener alquileres estables.
P.- ¿No resignar a los jóvenes y que puedan ser los propietarios de la casa donde vivan?
R.- Ese es el objetivo. Porque siendo dueños de su hogar podrán ser más dueños de su vida y tener las riendas de su destino. Quien ha nacido en una casa en propiedad sabe que es mucho más impermeable a los vaivenes económicos y a las arbitrariedades del poder porque tiene garantizado lo más básico.
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