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Carlos H. Quero: «Llegaremos a ver tiendas de campaña en las calles por el colapso en vivienda»

El diputado de Vox alerta del colapso de vivienda y apunta a la inmigración descontrolada

Vea aquí la entrevista completa a Carlos H. Quero

El diputado de Vox Carlos Hernández Quero (Madrid, 1990), responsable del área de Vivienda en el partido, aborda el colapso de la vivienda y advierte en esta entrevista a OKDIARIO de los posibles escenarios que veremos próximamente en España, como las tiendas campaña en lugar de casas.

Recientemente nombrado portavoz adjunto en el Congreso –relevando a Javier Ortega y Smith–, su fichaje responde a la intención de los conservadores de dar mayor protagonismo al problema de la vivienda, una penitencia que sufren millones de jóvenes y familias que no sólo ven inalcanzable comprarse una casa, sino pagar el alquiler cada mes.

Según Hernández Quero, urge acatar el problema de la concentración de propiedad por los fondos y fortunas extranjeras –lo que ha logrado cierta admiración en la izquierda–. Es defensor de «la prioridad nacional a la hora de optar por una vivienda». Al joven doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid no le duelen prendas en sostener que el primer punto de cualquier política inmigratoria pasa por «la reemigración» ante el «colapso» de los servicios sociales.

OKDIARIO conversa con el diputado de Vox sobre las propuestas que plantea para recuperar «la España de propietarios». Un horizonte que Hernández Quero considera posible reduciendo «la muralla impositiva» en la compra de inmuebles mientras se reinvierte lo recaudado en construir viviendas sociales.

PREGUNTA.– Al poco de su nombramiento como portavoz adjunto en el Congreso, se estrenó con un discurso en pleno cinturón rojo de Madrid. ¿Esperaba tanta repercusión y la reacción positiva en la izquierda?

RESPUESTA.– No. Las intervenciones en el Congreso de los Diputados no suelen tener tal repercusión. Mi intervención en Aluche fue muy aplaudida, pero muy criticada también. Dibujó un panorama de expectativas que rara vez sucede. Ahora capeo el temporal, para bien y para mal [risas].

P.– Se insiste en la lepenización de Vox tras su nombramiento. ¿Qué opina?

R.– La prensa hace una interpretación sobre lo que sucede en la marcha cotidiana del funcionamiento de los partidos, pero éstos no cambian porque se nombre a un portavoz. Ahora yo, antes Ortega Smith. La línea del partido viene definida por su programa electoral, en este caso por el documento programático de Economía y Vivienda, que se presentó el pasado mes de junio.

¿Vox es un partido social? Por supuesto, pero no lo es por mí, sino porque confronta con el declive de las clases medias, la pérdida de poder adquisitivo de la gente… El partido quiere una sociedad de clases medias fuertes, que viva con el fruto de su esfuerzo y que no necesite depender del Estado. ¿Esto es un giro lepenista? Es una consecuencia del patriotismo profundo que inspira las ideas de Vox: querer una sociedad cohesionada cultural y socioeconómicamente.

P.– ¿Y la reacciones internas en su partido? ¿Algún comentario sobre Ortega Smith? Ha habido un poquito de hostilidad…

R.– Yo no la he percibido como tal. Me siento muy valorado y con muchas ganas de poder estar a la altura de todo el cariño recibido.

«Veremos tiendas de campaña»

P.- Es la primera vez que se habla sin tapujos del problema de la vivienda relacionada con la inmigración. Justifican que, en sólo cinco años, han llegado a España 3 millones de inmigrantes, y eso ha tenido su repercusión en la oferta de la vivienda. ¿Pero qué proponen ante esta situación?

R.– Lo primero es mirar a la cara a la realidad y hacer un diagnóstico certero. En barrios del sur de Madrid o de la periferia de Barcelona hay familias hacinadas. Llegaremos a ver tiendas de campaña en la calle. Los que llaman a la inmigración no se paran a pensar dónde va a vivir esa gente.

Uno puede ser multiculturalista y considerar que una sociedad cosmopolita es maravillosa, pero la llegada masiva de personas está llevando a un colapso absoluto del mercado de la vivienda y saturando la vivienda social.

Las ayudas al alquiler o la asignación de vivienda social nunca es para personas que se apellidan Hernández, Martínez o Fernández. Además están saturando el mercado de alquiler. El piso de tres habitaciones que antes alquilaba una familia española por 1.000 €, ahora es alquilado a tres. En cada habitación se mete un núcleo familiar por 500 €.

Los que están apoyando la inmigración masiva desde posturas de izquierdas con argumentos humanitarios, cosmopolitas o multiculturalistas, están siendo tremendamente funcionales a los intereses de la patronal y de quien saca mucho dinero con los alquileres. ¿Cuándo hemos visto que haya una patronal que se oponga a la inmigración masiva?

La postura de Vox pasa por un control absoluto de las fronteras, tienen que irse muchos. ¿Quién narices puede pensar que hace falta más gente en España? Lo que hace falta es que se vayan todos aquellos que son ilegales, que han entrado de forma irregular, todos aquellos que son ilegales y han cometido delitos o que tratan de imponer religiones ajenas a la nuestra. ¿A quién interesa que estén en España? A los españoles no, desde luego.

Fortunas extranjeras y fondos

P.– En Aluche, la izquierda aplaudió su crítica sobre las compras de la casa a tocateja por extranjeros y también los fondos de inversión. Los liberales le tacharon de intervencionista. ¿Qué propone Vox en este punto?

R.– Muchas personas que me criticaron en redes sociales no tenían ni puñetera idea de lo que estaban hablando. No sabían ni siquiera cuál era la estructura del mercado de la propiedad en España.

España era un país de propietarios hace 20 años donde el 70% de la población joven era propietaria, frente al 31% de ahora. Los propietarios de rentas medias y rentas bajas son un animal mitológico.

Al mismo tiempo que cae la tasa de propietarios jóvenes o clase media y populares, en España crece la tasa de viviendas que están en poder de fortunas extranjeras, de grandes fondos de extranjeros, residentes o no residentes se han multiplicado por cuatro.

Una de cada cinco operaciones inmobiliarias que se hacen en España la hace un extranjero –residente o no residente–. Yo no conozco gente que pueda comprar ni siquiera con hipoteca. Solamente pueden hacerlo si han tenido la desgracia de que sus padres han fallecido y han heredado, y nadie quiere pasar por ese trance.

Ayuso, en la Comunidad de Madrid, antes de las elecciones de 2023,  propuso deducciones fiscales de un 20% a un comprador extranjero. Es decir, que un español pague con sus impuestos lo que tanto le cuesta pagar y ganar con su trabajo. No sé si eso es muy liberal, pero mí es ponerle la zancadilla a los propios y pensar solamente en los de fuera.

P.– ¿Y qué propone Vox?

R.– En primer lugar, prioridad nacional. Tenemos en España unos impuestos tan altos a la compra de vivienda que se ha convertido en una muralla fiscal. Nosotros queremos eliminar todos los impuestos a la compra de primera vivienda, de vivienda habitual o, al menos, reducirlos al máximo posible. Y si el PP no quiere reducirlos al máximo posible, al menos diferir su pago entre 5 y 15 años para facilitar la emancipación de los jóvenes.

Por otro lado, si viene a comprar un fondo, tenemos que preguntarnos si rinde algún beneficio a las necesidades de nuestro pueblo. Si quieren comprar, que paguen más impuestos y, con esos impuestos, podremos tener bonificaciones fiscales para la compra de españoles.

En España, se recaudan 52.000 millones de euros anuales (IBI, transmisiones patrimoniales del IVA, etc.), pero sólo se reinvierten 7.000 millones en vivienda. Hay 45.000 millones que no tenemos ni la más remota idea de dónde están y para qué se invierten.

«Excusa de la izquierda»

P.– ¿Y qué pasa con los pisos turísticos en España? En los 2000, teníamos 46 millones de turistas extranjeros. En el 2024 la cifra asciende a 94 millones.

R.– Los pisos turísticos son una consecuencia de haber apostado sólo por el turismo. El PP y el PSOE se han dedicado sistemáticamente a desmantelar cualquier otra fuente de riqueza en este país, como la industria y el campo, mientras se fomentaba el turismo y la inmigración. Ahora sufrimos las consecuencias.

Según el Banco de España, hay un déficit de viviendas de aproximadamente 700.000 viviendas cada año mientras hay 1 millón de pisos turísticos. Por lo tanto, aunque los pisos turísticos contribuyen a agravar la situación en zonas concretas, actualmente son el espantajo que la izquierda utiliza para no asumir responsabilidades.

Hay que preguntarse por qué las viviendas que estaban en el mercado residencial ahora están en el turístico. La respuesta: una ley de vivienda que ha generado inseguridad jurídica.

En Vox planteamos que sean las comunidades de vecinos las que decidan sobre los pisos turísticos, tal y como ha decretado el Tribunal Supremo. Además de reforzar el servicio de inspección. Queremos garantizar que no haya barrios, distritos, ciudades donde se alcancen proporciones tan delirantes de pisos turísticos que amenacen el acceso a la vivienda, y cambien la faz de los barrios.

P.– ¿Y con la okupación?

R.– Hay dos fenómenos de globalización: por arriba, la del turista, y por abajo, cuando el barrio se está convirtiendo en epicentro de narcopisos, okupación, delincuencia, inseguridad, sustitución de comercios.

El derecho de propiedad es insuperable. Tenemos una legislación absolutamente loca, que no se parece a ningún otro país europeo, pues impide a los propietarios recuperar la posesión de su vivienda.

La okupación genera una afección indirecta: al vecino también le cambia su vida. Y un daño indirecto mayor al mercado. Pensemos también en la inquiokupación. Las leyes aprobadas por el bipartidismo desde el año 2020 –y prorrogadas hasta ahora– impiden el lanzamiento de vulnerables.

La estética de Quero

P. – Forma parte de la generación millennial. ¿Tuvo claro el timo del socialismo desde el principio? En su cara a cara con Rufián, él apeló a su estética. Dio a entender que los pendientes eran un disfraz. ¿Cuáles son sus raíces intelectuales? Denunció que no se sentía cómodo en la universidad como investigador…

R.- Todo el tiempo que estuve en la universidad sí que me sentí cómodo. Pero cuando yo salgo como diputado de Vox, me expulsaron del grupo de Investigación, sólo por mi militancia política.

La estética no es monopolio de ninguna idea política. Quien piense que los votantes de Vox pueden encajar en un molde se llevará un sorpresón. Hay cosas que no son ni de derechas ni de izquierdas. Tener una casa en propiedad, es de sentido común. Algunos de mis piercing los tengo desde hace 14 años. En esos años, yo pensaba muchas cosas y muy distintas. Ninguna socialista [sonríe].

Quero alerta del ‘prechavolismo’

P.– Explica que estamos en la antesala del chabolismo. ¿A qué se refiere?

R.– Yo creo que aquí se puede aprender mucho de la historia urbana. En los momentos de rápido crecimiento de la población en las ciudades, como consecuencia de las oleadas migratorias internas, la capacidad de producir vivienda es muy difícil. Hay mucha literatura social del primer tercio del siglo XX sobre escenas de pobreza, gente viviendo en barracas, gente que dormía por horas.

Las personas nunca van a dejar de construirse su vivienda si el mercado no le permite tener un hogar. Ahora la gente subarrienda habitaciones. El siguiente paso es que la gente no tenga casa y viva en roulottes, autocaravanas, en una tienda de campaña, como las imágenes de los telediarios en Estados Unidos.

En Canadá se ha suspendido la política de fronteras abiertas porque consideran que no tienen capacidad para dar vivienda a toda la gente que está tocando la puerta del país. Aquí es evidente que no la tenemos.

La España de propietarios

P.– Habla de recuperar la España de propietarios, pero ¿cómo?

R.- Lo que nosotros proponemos es recuperar lo que ya ha funcionado. No inventarnos nada nuevo. En los años 50, en Madrid, en Barcelona, menos del 20% de la población era propietaria. En los años 80, más del 80% lo era. La vivienda protegida fue una de las fórmulas que permitieron ensanchar la clase media y que los hijos de los obreros se convirtieran en propietarios. Mientras, en España, el pasado año se hicieron 14.000 viviendas protegidas, y hubo 16.000 denuncias por ocupación.

Y luego tenemos el gran tema de los impuestos. La política de Rajoy durante el primer gobierno impidió o dificultó el acceso a la vivienda en propiedad, cargándose la deducción por inversión en vivienda habitual, que era una fórmula que había sido maravillosa desde los años 70, y que permitió a muchísima gente deducirse los gastos de inversión en vivienda y que comprar no fuera un lujo al alcance de pocos, como en el norte o en el centro de Europa.

P.– ¿Cuánta vivienda pública se necesitaría en España? ¿Y cuál cree que es la mejor opción: el alquiler o la compra? ¿No es lo óptimo promover desde la iniciativa privada?

R.– El punto uno de cualquier programa de vivienda tiene que ver con reemigrar. El desajuste que tenemos no solamente es porque no se ha construido, sino porque se ha inundado el mercado de compradores muy ricos, que compran lo que el español medio no puede comprar.

Después hay que favorecer y facilitar la construcción en el mercado libre, y con colaboración público-privada, acabando con toda la burocracia que hace del proceso de construcción un laberinto que disuade que se promueva y se construya.

Hay que poner suelo a disposición y simplificar el urbanismo. Recuperar las fórmulas de vivienda protegida, con subvenciones, con derecho de superficie, con cesión de uso, con fiscalidad favorable. En los años 60, no había más medios ni mejor tecnología que ahora, y se construían 200.000 viviendas protegidas.

Y hay que dar la vuelta a cómo funciona el mercado de alquileres. No han funcionado las regulaciones por mucho que se diga que se ha pensando en los vulnerables. Han conseguido que el inquilino se tenga que enfrentar a un casting inmobiliario. Hay que recuperar una fiscalidad que permita comprar a los españoles que son los únicos que me importan.

La propiedad como conquista

P.– ¿Entonces, para quién es el chollo del no tendremos nada, seremos felices? Insiste en que una vivienda es el futuro de una familia. ¿El modelo también de nuestras casas tiene que cambiar para que pueda emerger una familia?

R.– Son enemigos declarados de la propiedad, de la estabilidad de la familia y del sentido de pertenencia. Es mucho más difícil tener un sentimiento arraigo si no tienes una vivienda en propiedad. La propiedad te da estabilidad afectiva, salud mental.

Tener una vivienda en propiedad fue una de las mayores conquistas que permitió a mucha gente convertirse en clase media porque la hacía dueño de su vida. No estaba a merced ni del mercado ni de los políticos.

Como odian la familia, odian también el sentido de pertenencia. Cuando hubo la gota fría en Valencia, fuimos a cascoporro personas de toda España. Si hubiera sido en Kamchatka, no habríamos ido porque prefieres a tu compatriota frente a un desconocido. ¿Eso quiere decir que lo odiemos? No, quiere decir que amamos a nuestro hermano, vecino, a nuestra patria.

Una forma de vincularse con la patria es que se esté arraigado, si no, nadie puede reconciliarse con este sentimiento abstracto, cuando se cree que nada le ha beneficiado en esa patria.