España
Congreso de los Diputados

La ‘bomba Begoña’ provoca un Gobierno a la fuga en los pasillos del Congreso

Ministros a la carrera o atornillados al escaño intentan evitar las preguntas sobre Begoña Gómez

La decisión del juez Juan Carlos Peinado de enviar a juicio por malversación de caudales públicos a Begoña Gómez ante un jurado popular ha pillado por sorpresa al Gobierno en el Congreso, al inicio de la sesión de Control, con la ausencia del propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que se encuentra en Nueva York, en la Asamblea de la ONU. Los ministros presentes que tenían que salir de la Cámara han optado por escapar a toda prisa, sin querer hacer comentarios apenas ante el aluvión de cámaras y periodistas, mientras que otros preferían anclarse a sus escaños y no asomar por los pasillos, como hacen habitualmente, para comentar sus intervenciones u otros asuntos de actualidad.

La consigna, poco después de las 9 de la mañana, era «Bolaños dirá lo que haya que decir». Y el ministro de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños, ha tardado lo suyo en irrumpir, cerca de las 11 de la mañana, para advertir que «un tribunal imparcial pondrá las cosas en su sitio», apelando al sistema de recursos en España, que «es muy garantista», y ha recordado que el Tribunal Supremo «ya puso las cosas en su sitio» cuando Peinado decidió imputarle a él mismo, enmendando y anulando la decisión del juez instructor del Caso Begoña Gómez.

La primera en abandonar a toda prisa el hemiciclo ha sido la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, quien sin siquiera aminorar el paso ha ironizado sobre la imputación de Begoña Gómez diciendo que «se estudiará en las facultades de Derecho de nuestro país». Más veloz aun, la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, apenas ha esbozado las palabras «surrealista, se explica por sí solo», mientras trataba de refugiarse en la Sala de Gobierno, a salvo de cámaras y micrófonos. Otros, como los responsables de Interior, Fernando Grande-Marlaska, la de Vivienda, Isabel Rodríguez o Agricultura y Pesca, Luis Planas, también se han apuntado a salir al galope, dejando atrás cámaras, micrófonos y preguntas insistentes.

Mientras, en el interior del hemiciclo, la vicepresidenta y titular de Hacienda, María Jesús Montero, habitualmente dicharachera y prolija ante los medios de comunicación, optaba por mantenerse atornillada a su escaño, lejos de preguntas incómodas.

Estupefactos y sorprendidos

Fuentes de La Moncloa admiten que no esperaban esa decisión de Peinado, ni por el momento elegido ni por el fondo de la cuestión. El Gobierno está «estupefacto y sorprendido» ante la decisión del juez Peinado, comentaban desde el Palacio de La Moncloa, mientras algún asesor gubernamental mostraba su extrañeza por el hecho de que el juez instructor haya decidido mandar a juicio una pieza aislada del resto de la instrucción, para «casualmente» sentar ante un jurado popular a la esposa del presidente del Gobierno.

Cuestiones procedimentales, suspicacias y casualidades al margen, lo que sí ha quedado clara es la estrategia del Gobierno, hoy lejos de su jefe de filas, Pedro Sánchez, a quien la noticia le ha pillado de madrugada, en pleno sueño. Los ministros de Sánchez, con su reacción, han evidenciado un Ejecutivo visiblemente tocado en la línea de flotación por la decisión del juez Peinado. Con todo, y a la espera de que Sánchez responda a las preguntas que sus ministros esquivan, los ministros han escenificado una suerte de «prietas las filas» en la estrategia del silencio, la parquedad en palabras o la fuga a la carrera por los pasillos.

Todo ello ocurre en una nueva semana horribilis en la que en el Ejecutivo, además, ha tenido que asimilar que otra juez ha decidido sentar en el banquillo al hermano del presidente del Gobierno, David Sánchez Pérez-Castejón, que les ha caído una nueva derrota parlamentaria y en la que todo apunta a que se les van a acumular tanto los asuntos judiciales como las derrotas en el Congreso.