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Los precedentes judiciales no dejan lugar a dudas: el responsable penal de los actos de Francisco Javier Almeida, el acusado de acabar con la vida del pequeño Álex en Lardero, son del propio Almeida, pero existe otro responsable de las consecuencias de sus actos y ese no es otro que Fernando Grande-Marlaska, el ministro del Interior bajo cuyo mandato Almeida fue puesto en libertad antes de lo que debería. Al menos una sentencia de la Audiencia Nacional respalda la afirmación de que los errores cometidos en y por el departamento de Interior deberán ser respondidos en los tribunales por responsabilidad in vigilando de los actos de un preso que se encontraba bajo su supervisión.
Una serie de errores, algunos más groseros que otros, acabaron con Almeida, un delincuente sexual reincidente, a escasos metros de un niño de 9 años disfrazado con motivo de la celebración de Halloween. El denominador común de todos esos errores es que son achacables y atribuibles a la misma institución: el Ministerio del Interior. Estos son los seis errores más graves cometidos en este caso.
No escuchar a la Junta de Tratamiento
Almeida tiene un número de preso, como todos los internos de España, que inauguró en 1991, hace 30 años. Ese NIS (Número de Identificación Sistemática) de 10 cifras esconde todos los detalles de la historia de un recluso que ha regresado por tercera vez a la institución penitenciaria, de dónde la vida de un niño de 9 años da fe que no debería haber salido nunca. Eso lo tuvieron muy claro en la cárcel cántabra de El Dueso, donde Almeida pidió el cambio de grado penitenciario para poder acceder a la libertad condicional. Los responsables de El Dueso se negaron a acceder a su petición pese al excelente comportamiento del interno al creer que tal vez no estaba preparado para una vida en libertad.
Concederle el tercer grado
El primer error de Interior fue desoír el criterio de quienes trataban cara a cara con Almeida. El segundo fue enmendarles la plana decidiendo darle desde Madrid ese tercer grado que le permitiría solicitar la libertad condicional que le puso cerca del pequeño Álex. Podría valorarse como un error en la valoración del pronóstico del recluso, pero es que hubo más errores, como el seguimiento de la libertad condicional obtenida por el preso en mayo de 2020, cuando todavía tenía tres años de condena por delante.
No custodiar la condicional
Pese a que algunos medios han asegurado que Almeida fue objeto de un seguimiento por parte de Instituciones Penitenciarias, seguimiento en el que el preso comunicó cambios de dirección o de número de teléfono, lo cierto es que, como en casi todos los casos, es que el seguimiento de Almeida fue meramente administrativo y no presencial.
Los servicios sociales de la cárcel de Logroño, centro adscrito a este preso por su domicilio actual, no entrevistaron en profundidad ni observaron el día a día de Almeida más allá del conocimiento de su nueva casa o que estaba inscrito en la oficina de empleo local.
De hecho, de los exhaustivos controles divulgados por Interior, sorprende que, a uno de los depredadores sexuales más recordados de Logroño por el brutal «crimen de la Inmobiliaria», los trabajadores sociales de la cárcel de Logroño lo visitaran una sola vez. El resto, según Interior, incluso anotar el cambio de teléfono, fueron “actuaciones de seguimiento” un eufemismo para describir llamadas telefónicas.
No avisar a la policía de Lardero
Interior sabía a qué preso dejaba en libertad, pero se ve que sólo lo supo Interior, porque ni en la Policía Local de Lardero ni en la Guardia Civil de esta misma localidad tenían constancia de la presencia en la localidad de un preso tan conocido como lo fue Almeida a finales de los 90 en La Rioja. La biografía penal de Almeida indica que, entre dos gravísimos delitos, el secuestro de una niña de 13 años, y el asesinato de la trabajadora de una Inmobiliaria, tuvo un periodo de enfriamiento breve durante en el que se le desconocen otros actos delictivos. Tras salir libre el 1997 por el primer delito volvió a ser detenido en 1998 por el segundo. Sólo por eso haber advertido a las fuerzas del orden de Lardero de la presencia de Almeida hubiera sido más que prudente.
Gestión de las denuncias
Este fallo podría haberse superado si se hubiera gestionado de otra manera las quejas y la denuncia, al menos una, de una mujer ante la Guardia Civil. Varios niños alertaron de la presencia sospechosa de un hombre que los vigilaba frecuentemente. De hecho, una niña condujo a los agentes al portal de Almeida donde fue detenido junto al cuerpo del pequeño Álex. La Benemérita asegura que la denuncia no se dirigía concretamente hacia Almeida. Explican a OKDIARIO que agentes de paisano vigilaron el colegio varios días y que no se detectó nada extraño. De hecho, comprobaron la presencia de otro hombre en Lardero que también había molestado a algunos niños. Daba igual lo que hicieran. No saber que Almeida estaba cerca hacía infructuosos cualquiera de sus esfuerzos. Ni siquiera que unos niños fotografiaran a Almeida mientras observaba un parque infantil fue suficiente.
Registro de Delincuentes Sexuales
El último gran error en Lardero tiene un nombre grandilocuente: Registro Central de Delincuentes Sexuales. Es curioso que el bautismo de este registro indicara textualmente que se trataba de un sistema de protección de la infancia y la adolescencia. Si alguien merecía estar en ese registro era Almeida, pero estar por estar no sirve de nada ya que su uso va dirigido a obtener certificados que demuestren que quien quiera trabajar cerca de niños no está en ese registro.
En el año 2016 la Audiencia Nacional condenó al Estado a pagar una indemnización a una persona víctima de un intento de homicidio a manos de dos presos de permiso. Antes o después la familia de Álex recibirá una indemnización también. A su hijo lo ha matado Almeida, pero Almeida seguía siendo responsabilidad de Interior.