Podemos encara un largo pulso entre Iglesias y Errejón antes de Vistalegre II

Pablo Iglesias Íñigo Errejón
Pablo Iglesias e Iñigo Errejón. (Foto: EFE)

Los pasos que va dando Podemos hacia la Asamblea Ciudadana estatal que celebrará a principios de año apuntan a que sus dos primeras espadas, Pablo Iglesias e Iñigo Errejón, van a mantener vivo el pulso por el modelo de partido hasta ese Vistalegre II, ya que por ahora no hay señales de acercamiento.

Mas bien todo lo contrario. Quedan al menos dos meses de intensa discusión, y todos aseguran que parten con la voluntad de que al final haya consenso, porque «nadie entendería» un divorcio entre dos de las figuras claves en la formación morada, según reconocen fuentes de la dirección.

Esas mismas fuentes admiten que hay aún mucho debate por delante sobre el partido que quieren ser antes de lograr un punto de encuentro entre la «transversalidad» que defiende Iglesias y la de su número dos, que fue el primero en destacar ese concepto como eje de Podemos.

La apuesta de Iglesias, según él mismo explicaba en un reciente artículo, es combinar «la acción parlamentaria con la acción social» en la calle: Un Podemos «que no se proclame a priori ganador» pero que trabaje «partido a partido para terminar ganando», «que no necesite proclamarse transversal», sino que construya la transversalidad en los conflictos y del lado de las mayorías.

Y la de Errejón es un Podemos «transversal, popular y ganador», que demuestre ser útil en las instituciones, que «construya una mayoría nueva para gobernar y le dé la vuelta a la tortilla» sin buscar «soluciones de hace cien años a problemas que tenemos en 2016» y, sobre todo, sin pedir «carnés políticos».

Esa era la hoja de ruta de Podemos en sus inicios, «vertebrar a sectores sociales muy diferentes para construir un proyecto de país que no deje a nadie atrás», y es la que sigue defendiendo el secretario político.

Por eso, a algunos les rechinaron las palabras del secretario general el pasado jueves cuando recuperó conceptos que parecían no casar muy bien con sus señas de identidad y abogó por «politizar el orgullo de lo popular» y de lo «obrero», en lugar de disputar «el concepto burgués de clase media» que representan otros partidos.

El propio Iglesias reconoció a Errejón que no le gustó que sus declaraciones se hubieran interpretado como una renuncia a apelar a la clase media y como una reivindicación de clase obrera, planteamientos más cercanos al viejo PCE y a IU que a la modernidad de Podemos.

Pero para despejar dudas, el número dos aclaraba: «Creo que hemos llegado hasta aquí sin pedirle etiquetas ni carnés a nadie, no veo que ahora tuviéramos que empezar a pedirle a la gente las declaraciones de la renta».

Entre artículos y mensajes en las redes sociales, de ellos mismos o sus compañeros más afines que ya han sido etiquetados como «pablistas» y «errejonistas», se van colocando las posiciones de salida para Vistalegre II, lejos todavía de una aproximación y con el aviso del secretario general de que no debe haber pactos previos «precocinados» entre dirigentes.

 

 

 

 

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