Unicaja, abocada a modernizarse de una vez… o a ser absorbida
Santander, BBVA y Sabadell barajan la compra de Unicaja Banco tras la guerra interna por su control
Unicaja nombra consejero delegado a Isidro Rubiales, mano derecha de Azuaga, como adelantó OKDIARIO
Unicaja: crónica de una muerte anunciada… y de la supervivencia del modelo de las cajas politizadas
Unicaja Banco ha pretendido cerrar su gravísima crisis esta semana con el previsto nombramiento de Isidro Rubiales, la mano derecha del presidente, Manuel Azuaga, como consejero delegado. Vivan los contrapesos, la gestión profesional y el buen gobierno estilo cañí. Pero esto no es el final de la historia. Los accionistas financieros, que ahora se han convertido en los «rebeldes», han arrancado a la Fundación Unicaja compromisos a cambio de votar sí con la nariz tapada a Rubiales. Otros, como Oceanwood, han preferido poner pies en polvorosa. Y los grandes bancos ya nadan en círculo como los tiburones, dispuestos a cobrarse la pieza a buen precio.
Estas cosas, perdonen la inmodestia, no las van a leer en ningún sitio que no sea OKDIARIO. La versión oficialista del bando malagueño domina el resto. Pero tranquilos, no les aburriremos contándoles otra vez la historia de la guerra interna de Unicaja; pinchen en el link si quieren leerla.
Simplemente, recordemos que Unicaja mantenía su mentalidad de caja de ahorros, controlada por políticos (pese a que eso incumplía el famoso MOU que nos obligó a firmar Europa con el rescate financiero), ineficiente, anticuada y en manos de sus directivos. Liberbank, en cambio, había dado entrada a inversores financieros profesionales que habían impuesto una modernización de la entidad y una adaptación a los usos y costumbres de la banca actual, algo que había aceptado su CEO, Manuel Menéndez, a pesar del conocido tamaño de su ego.
Mal desde el principio
La fusión de ambas iba claramente contra natura y sólo se planteó por el hundimiento de los márgenes y la falta de rentabilidad del sector por culpa de los tipos de interés negativos del BCE (algo que también explica la fusión de CaixaBank con Bankia). Peor nunca hubo feeling, y por eso rompieron las negociaciones en mayo de 2019. Las retomaron en 2020, cuando la incertidumbre de la pandemia hacía temer a los supervisores una nueva crisis financiera que obligara a rescatar a ambas.
De nuevo, el desacuerdo por el reparto de poder estuvo a punto de romper la baraja: «Si no vamos a mandar nada, que nos hagan una opa», llegó a decir Liberbank. Sólo se firmó el acuerdo cuando Margarita Delgado, ahora aspirante a jefa de supervisión europea, los sentó a la fuerza y fraguó una solución salomónica que, como era de esperar, acabó saltando por los aires.
El BCE tenía esperanzas de que se impusieran el modelo de Liberbank, ya que Menéndez tenía todas las de ganar en 2023 cuando Azuaga debía ceder sus poderes ejecutivos: su arma era que contaba con el apoyo del entonces presidente de la Fundación Unicaja, Braulio Medel. Azuaga y su escudero Rubiales, que temía perder el poder omnímodo de los directivos en favor de los accionistas (lo normal en cualquier empresa pero no en Unicaja), iniciaron una campaña de acoso y derribo contra Medel, apoyados por las fuerzas políticas malagueñas, hasta que forzaron su dimisión.
Asalto completado
Así tomaron el control de la Fundación y, posteriormente, el del banco en la junta de marzo al vetar el nombramiento de dos independientes supuestamente afines a «los asturianos», lo que daba a los malagueños la mayoría en un consejo con cuatro vacantes. Una maniobra que ilustra muy bien cómo se las gastan y sobre la que la CNMV debería haber dicho algo, ya que la concertación de la Fundación (30,24%), Mayoral (8,5%) y Tomás Olivo (6,75%) fue evidente. Pero, como en el caso de Indra, la CNMV ni está ni se la espera.
El asalto al poder provocó la salida de Menéndez y se ha completado esta semana con el nombramiento de Rubiales, que confirma el control absoluto de la Fundación y perpetúa el modelo de las cajas de ahorros politizadas que, en teoría, debía haber muerto en 2012 (ahí está Kutxabank, en manos del PNV y tal vez de Bildu en el futuro, para demostrar también que sigue vivo).
El BCE ha tolerado lo del consejero delegado a ver si así se acaba la guerra, que ha hecho mucho daño a la cotización e incluso a los resultados, manipulados a la baja por el propio Rubiales. Ojo a su cargo oficial antes de su nombramiento como CEO, con sabor de otras épocas: director general adjunto al presidente de Control, Estrategia y Relaciones con supervisores, échale guindas al pavo. Entre sus funciones, la contabilidad, es decir, elaborar las cuentas.
A río revuelto…
A cambio de sacar adelante el nombramiento, Azuaga se ha comprometido con los accionistas representados en el consejo -al que, por cierto, le siguen faltando dos independientes. y otros dos deben recibir aún el visto bueno del BCE- a elevar el dividendo, a una recompra de acciones y a dejar de hacer guarrerías con las provisiones para rebajar el beneficio. E incluso le han planteado un nuevo ERE, que facilitará la venta o, si ésta no se produce, elevará la rentabilidad del banco. Todo apunta a que también accederá.
Respecto a la posible venta, ya se sabe que a río revuelto, ganancia de pescadores. Y Santander, BBVA y Sabadell están estudiando la operación. No es que su prioridad sea crecer en España, pero si se presenta una ocasión buena y le resuelven un problema al BCE (que así les deberá un favor, como pasó con el Popular), pues están dispuestos a aprovecharla. El propio Héctor Grisi, CEO del Santander, reconoció que están dispuestos a estudiarlo. BBVA parece el más interesado mientras que Sabadell sería la opción preferida del BCE para blindarse frente a una posible crisis. El gran atractivo de Unicaja es que casi todos sus depósitos son minoristas cubiertos por el Fondo de Garantía de Depósitos, que no van a huir en estampida como ha ocurrido con los bancos norteamericanos o Credit Suisse.
La conclusión es que, con este panorama, o Unicaja acaba absorbida por otro banco, o ya puede ponerse las pilas para modernizarse y adaptarse a los estándares del negocio y la gobernanza actuales; de lo contrario, otros accionistas financieros seguirán los pasos de Oceanwood. Lo que sí que parece claro es que Rubiales no es precisamente el hombre indicado para esa tarea. ¡Y pensar que en la terna metieron a Pepe Sevilla, ex CEO de Bankia, aunque sólo fuera para hacer el paripé! Esa sí que habría sido una buena opción para hacer una Unicaja moderna. Lástima.
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