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¡La UE firma su sentencia de muerte!

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«La Ley no puede hacer lo que la moral no permite.» Lysander Spooner

John Locke, famoso igualitarista del siglo XVII fue un pilar fundamental para todos los amantes de la libertad y libertarios, especialmente por su énfasis en la transformación de la Ley natural clásica hacia una teoría basada en el individualismo metodológico y político, enfatizando en el individuo como unidad de acción y como ente que piensa, siente, elige y actúa.

Esta concepción lockiana del individuo fue trasladada hacia el ámbito político, planteando los derechos naturales de cada individual, como los derechos a la vida, la libertad y la propiedad privada y desmontando la teoría clásica de la Ley natural que situaba el lugar del bien y de las acciones virtuosas en el Estado, inclinándose más de lado estatista que del lado individualista, partiendo de una malintencionada interpretación del correcto dictum de Aristóteles que defendía al hombre como un animal social que por naturaleza se desenvuelve mejor con un clima de cooperación social, y que de manera ilegítima degeneró en la conversión de la cooperación social al estatismo, identificando de manera errónea al Estado como el lugar principal de las acciones de cooperación social y no a los acuerdos privados.

Considero que John Locke fue un bálsamo ideológico para el individualismo frente al colectivismo y nos enseñó a trazar corrientes y teorías económicas y de cooperación social basadas en el incentivo, la acción humana y la innata capacidad de creatividad empresarial del ser humano muy a pesar de la existencia del Estado.

La UE en el mundo

Sin embargo, la nueva era de este tóxico siglo XXI ha ido degenerando de la esperanza del fin del colectivismo reflejado en el derrocamiento del muro de Berlín hacia una nueva era estatista, liderada por una Unión Europea (UE) incapaz de encontrar su posición en el mundo, bajo el estridente ruido de unos tambores de guerra que nos recuerdan a una era pasada que muchos de nosotros queríamos con todas nuestras fuerzas olvidar.

Pero ya saben, los tiempos fáciles crean hombres y mujeres débiles y el estatismo ha arrasado como una apisonadora cualquier ápice de ideología que trate de defender el individualismo en pro de un colectivismo que ha vuelto a demostrar lo peligroso, corruptivo y dañino que es supeditar el poder al colectivismo en forma de Estado, como principio agresor de las libertades individuales.

Cierto es que al amparo de ese buenismo ideológico colectivista que parece dictar como un credo que los impuestos son pagados voluntariamente por todos y que nuestro gobierno es una especie de mutualidad que compartimos todos los ciudadanos, la realidad es radicalmente opuesta a estas intenciones, puesto que el gobierno a través del aparato del Estado hace uso del monopolio de la fuerza para coaccionarnos.

En España tenemos un claro ejemplo de lo que expongo, el respeto hacia las instituciones que los padres de la democracia española tuvieron, quedó reflejado en la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. En 3 ocasiones los presupuestos no obtuvieron una mayoría parlamentaria y en tres ocasiones fueron causa y consecuencia de disolución de las Cortes y de facto convocar nuevas elecciones.

Únicamente en 1996, con la llegada de José María Aznar, se necesitó prorrogar los presupuestos como consecuencia de la disolución de las Cortes y convocatoria de elecciones. Este respeto a la democracia y las instituciones ha sido absolutamente desfasado por un gobierno, el actual, que desde el 2018 ha hecho de la excepción regla y que en 2018, 2019, 2020, 2024 y 2025 han sido prorrogados, rechazados o ni siquiera presentados.

Siendo los presupuestos de 2.021, 2.022 y 2.023 los presupuestos aprobados con mayoría parlamentaria con el trasfondo del estado de alarma y la limosna europea de los New Generation Funds. Es decir, 5 años sin presupuestos y 3 con unos presupuestos condicionados a un estado de alarma y un ingente reguero de fondos europeos que ni se sabe dónde están ni se les espera. ¿Acaso estas conductas dignifican el colectivismo estatista? Yo no abriría dicho melón.

Miren, esta aureola que se crea en torno a una ideología de legitimidad que tiene el Estado, no quita que éste se comporte como una organización criminal de manera hipócrita. El Estado, a diferencia de las bandas criminales, se le considera legítimo para vulnerar el derecho natural a la libertad, a la vida y a la propiedad privada a través del monopolio de la violencia, al contrario, sus fieles defensores suelen escalar los puestos más elevados de la jerarquía social, sin producir ni aportar nada al bien común.

Estos puestos les permiten parasitar libremente por dicho Estado y alimentarse de sus víctimas, ya que la mayoría de estos privilegiados les prestan su apoyo de manera claramente interesada en defensa de sus privilegios. De hecho, la función de los ideólogos estatistas consiste precisamente en explicar al público la imperiosa necesidad del Estado con dicho fin. Un Estado que, por cierto, se muestra incapaz en el primer cuarto del siglo XXI de ofrecer condiciones para una vivienda digna, puestos de trabajo cualificados, salarios decentes y paz.

Y ojo, esto en la era de mayor prosperidad y avance tecnológico de la historia de la humanidad. ¡Desde luego, meritorio es! Hay que ser muy incompetente para ello. Y es que el Estado ha demostrado su incompetencia a través de restarse libertades, desincentivar la acción humana a través de regulación inservible, asfixia fiscal, descontento social y una incesante voracidad estatista que se empeña en acrecentar de manera abusiva un gigante que se sujeta con déficit, deuda y lo poco que va quedando de un sector privado que como digo, está absolutamente desincentivado, agotado y en pie de guerra.

He afirmado en estos días que la UE ha firmado su sentencia de muerte tras romper la disciplina monetaria en 2012 con el famoso “whatever it takes” del presidente del BCE, Mario Draghi, y la disciplina fiscal que la coalición estatista alemana ha firmado este fatídico mes de marzo.

Y es que con las calles de Grecia, Francia y Alemania ardiendo, con una UE decidida en gastar 800 mil millones de euros en un ejército que nadie ha votado y al que a nadie se le ha preguntado si desea, sigue demostrando que la UE es un selecto grupo de burócratas que alejados de la realidad, no hacen más que obstaculizar a los casi 450 millones de ciudadanos que formamos parte de dicha unión que, más intoxicada que nunca por el tumor estatista y necesitada de encontrar su propia identidad, ha firmado su sentencia de muerte y es que como sabiamente nos enseñó Spooner, en esta UE decadente y amoral alguien debería entender que ninguna Ley puede hacer lo que la moral no permite.

Gisela TurazziniBlackbird Bank Founder CEO.

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