La trampa de la cerveza que utilizan en los supermercados en la que todos picamos según un experto
Algo que tiene que ver con la falsa sensación de ahorro al comprar barriles de cerveza
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Con la llegada del mes de agosto, que es uno de los de mayor calor y las ganas de compartir momentos al aire libre gracias a que tenemos más tiempo por las vacaciones, es normal que muchos acabemos en el supermercado buscando algo rápido para llevar a una reunión de amigos o familiar. Y entre las opciones actualmente más populares, los barriles de cerveza de 5 litros parecen la elección perfecta: dan esa sensación de fiesta, de que podamos tirar una caña en casa y de que todos puedan servirse sin complicaciones. Pero lo que no solemos pensar en ese momento es que, en la mayoría de los casos, no estamos ahorrando nada… al contrario, estamos pagando más.
El problema está en la percepción. Cuando vemos un envase grande, creemos que por lógica será más económico, igual que cuando compramos packs familiares de otros productos. Sin embargo, con la cerveza esta regla no se cumple. Muchos expertos coinciden en que este formato no sólo no es más barato, sino que puede costar bastante más por litro que un pack de botellas. Y es que aquí no se trata de cantidad, sino de marketing: nos venden una experiencia.
Si lo pensamos bien, es fácil caer en la trampa. El barril nos da la sensación de que es como si tuviéramos un auténtico bar en casa y eso nos atrae mucho. Pero esa comodidad aparente viene con un precio elevado y con una serie de inconvenientes que rara vez pensamos en el momento de la compra. Veamos por qué este formato se ha convertido en una jugada maestra para los supermercados, pero no tanto para nuestro bolsillo.
La trampa de la cerveza que utilizan en los supermercados
El atractivo del barril de cerveza es puro marketing. Según explican expertos del sector, como Clémence Filoche, directora de marketing de V&B en declaraciones a Le Figaro, la gente asocia el barril con algo premium, con la idea de que la cerveza sabe mejor de caña que de botella. Esa creencia, sin embargo, no siempre es cierta, especialmente en estos formatos pequeños que no cuentan con la misma presión ni el mismo sistema que un bar.
Además, el precio se dispara porque su producción es más cara. El envase, el sistema de CO₂ y todo el proceso logístico hacen que el barril cueste más, y eso se refleja directamente en lo que pagamos. En otras palabras: no pagamos sólo por el contenido, sino por el envoltorio y la idea que lo rodea.
Por otro lado, existe un detalle que muchos desconocen: si calculamos el precio por litro, un pack de 6 botellas de 33 cl suele resultar entre un 20% y un 40% más barato que el mismo volumen en formato barril. Pero como nos dejamos llevar por la sensación de estar comprando algo “más grande”, terminamos pasando por caja sin cuestionarlo.
Los límites de la comodidad
Otro detalle que solemos pasar por alto es que, por mucho que nos vendan la idea de que el barril es más práctico, la realidad es otra. Ocupa más espacio en el frigorífico (o fuera de él, hasta que lo enfriamos), tarda mucho más en estar a la temperatura ideal y rara vez se termina por completo, sobre todo si no somos un grupo grande de gente. En definitiva, lo que parecía comodidad, termina convirtiéndose en estar pensando todo el rato en acabarlo antes de que la cerveza pierda gas o sabor.
Además, el sistema a la hora de servir la cerveza desde el barril no siempre es tan sencillo como parece. Si no se coloca bien o si el grifo se maneja mal, es fácil que salga espuma en exceso, desperdiciando parte de la cerveza. En cambio, con las botellas abrimos, nos ponemos lo que queremos y el resto se puede conservar sin problema.
¿Y entonces, qué conviene más?
Para quienes valoran la variedad, los packs de botellas siguen siendo la mejor alternativa. Se pueden combinar sabores, estilos o marcas sin el compromiso de tener cinco litros de la misma cerveza. Además, el precio por litro suele ser mucho más competitivo.
No se trata de demonizar el barril: para ciertas ocasiones puede ser divertido y generar esa atmósfera de tener un pequeño bar en casa. Pero es importante entender que lo que pagamos no es necesariamente un ahorro ni una mejor calidad. Es simplemente la ilusión de algo especial.
Quizá el truco de los supermercados no está tanto en el precio, sino en lo que despiertan en nosotros. Ese momento en el que imaginamos a los amigos alrededor de la mesa, las risas y las cañas frescas, hace que la calculadora desaparezca de nuestra cabeza. Y claro, el marketing sabe jugar con eso, ya que no sólo nos la cerveza, sino que además parece que instalan en nuestra cabeza la promesa de una experiencia que parece más auténtica.