Sin demagogia, ¿quién tiene la culpa de la subida de la luz y qué se puede hacer para frenarla?
El precio mayorista de la luz marca este viernes su quinto récord consecutivo: 117,29 euros por MWh
Sánchez bate récords: los españoles pagamos hasta 30 euros más que los franceses por la luz
La UE desmiente al Gobierno: España sí puede modificar las normas para fijar el precio de la luz
La escalada del precio de la luz con cinco máximos históricos consecutivos ha desatado la alarma social y, como no podía ser de otra manera en España, rápidamente ha sido pasto de demagogia y de tertulianos indocumentados. El Gobierno corre como pollo sin cabeza, y en un solo día pasa de decir que no puede hacer nada porque Bruselas no le deja (lo cual es falso, como ha explicado OKDIARIO) a aceptar la propuesta de Podemos de crear una eléctrica pública. Vamos a intentar poner un poco de orden y de sentido común en todo esto.
¿Por qué tenemos un sistema tan perverso?
La UE estableció el famoso sistema llamado marginalista, en el que el precio mayorista de la luz lo marca la última fuente de energía que ofrece megawatios (MWh) en la subasta diaria, es decir, la más cara; eso se conoce como precio marginal que ahora se traslada al llamado precio voluntario del pequeño consumidor (PVPC). Esa son las centrales de gas natural (ciclo combinado), culpables del subidón por la escalada de la materia prima -aquí tiene mucha culpa la reducción del suministro de Rusia a Europa- y los derechos de emisión de CO2, que también se han encarecido mucho porque se especula con ellos.
En principio, este sistema tiene buenas intenciones: que entren seguro las energías más baratas y que las más caras se queden fuera. Pero, para que funcione bien, tienen que darse una serie de circunstancias. La primera y principal es que haya interconexiones con el resto de Europa, cosa que no ocurre en España, que es, como suele decirse, una isla energética. Si en Alemania, por ejemplo, una eléctrica se viene arriba en la subasta, entran en su lugar las nucleares francesas y el precio se mantiene estable.
La segunda es que haya suficiente diversificación de fuentes de generación eléctrica, que tampoco se da aquí. Las razones son muchas, pero una de las principales es la escasa producción nuclear (un 21,4% del total en lo que va de año) por culpa de la moratoria hasta 2011 y de las diferentes normas de los Gobiernos socialistas (no derogadas por el PP) que han impedido la construcción de nuevas centrales. Sí, todos conocemos los riesgos de la energía nuclear, pero no contamina y produce energía barata. Por eso apuestan por ella en Francia.
¿Se soluciona poniendo más renovables?
Evidentemente, las renovables generan una electricidad más barata, así que cuanto más entre de renovables, mejor. Ahora bien, tampoco hay tantos sitios para poner parques eólicos o solares, empiezan a escasear las localizaciones (de hecho, el precio de las fincas está disparado)… y los accesos de estas instalaciones a la red (los enchufes), porque Red Eléctrica tiene un bonito atasco. Muchas voces están alertando de una burbuja renovable.
Y, en todo caso, ni el sol sale de noche (y hay días nublados), ni el viento sopla todo el tiempo, ni llueve como en otros países, así que siempre va a hacer falta una energía de reserva para garantizar el suministro. Y esa energía, con nuestra escasa capacidad nuclear, viene de las centrales térmicas (carbón) y de las de gas. Por otro lado, las renovables cobran unas primas -aunque Rajoy las bajó desde los escandalosos niveles de Zapatero- que pagamos en el recibo de la luz. Mientras eso siga así, esas primas limitarán el efecto benéfico de la mayor generación renovable en el precio mayorista.
¿Las eléctricas tienen la culpa?
La tercera condición para que el sistema mantenga bajos los precios es que haya una pluralidad de ofertantes, es decir, competencia. Y aunque participan muchos pequeños productores, las cantidades que ofertan son pequeñas, y, al final, las subastas están dominadas por las tres grandes: Iberdrola, Endesa y Naturgy. Es decir, es un oligopolio de facto. Y en ausencia de interconexiones, el sistema es muy manipulable.
Eso no significa que estén inflando artificialmente el precio, pero sí que éste sería más bajo si hubiera más competencia, como en cualquier mercado. Claro que generar electricidad en cantidades significativas es una actividad que requiere elevadas inversiones y solo está al alcance de otros gigantes como Acciona o Repsol.
¿El problema se arregla con una eléctrica pública?
Podemos no ha desaprovechado la ocasión para pedir la creación de una eléctrica pública como si fuera el remedio de todos los males. Obviamente, no lo es y ellos lo saben, pero lo proponen por motivos ideológicos: ya saben, acabar con las empresas privadas («exprópiese») y con todo lo privado en general en el camino al paraíso comunista. No soluciona el problema porque se basaría en las centrales hidroeléctricas, que suponen solo el 15% de la generación. Además, la primera concesión que podría recuperar Pedro Sánchez, el embalse de Alarcón, no vence hasta 2030.
Además, con el sistema marginalista daría igual que la hidroeléctrica fuera más barata (ya es muy barata, de hecho), porque el precio lo seguirá marcando el gas. Por último, ya sabemos todos qué pasa con las empresas públicas: que los diferentes Gobiernos -aunque son especial fruición los de izquierdas- las usan para colocar a sus dinosaurios y suelen tener una gestión muchísimo menos eficiente que las privadas. Con lo cual, lo más probable es que la luz fuera todavía más cara.
Entonces, ¿no se puede hacer nada?
Claro que se puede. Hay muchas medidas que se pueden tomar y que Bruselas permite. Para empezar, se puede modificar la subasta estableciendo un precio medio -o varios escalones de precios- además del marginal; ese precio se le pagaría a los que pujen por debajo (las energías más baratas) en vez del marginal, y se conseguiría una rebaja del precio que se traslada al consumidor. Que no tiene por qué ser obligatoriamente el marginal (solo en las subastas intradiarias que organiza Red Eléctrica para ajustar oferta y demanda).
El Gobierno pretende aprobar una ley que obligue a hidroeléctricas y nucleares a devolver los ‘beneficios caídos del cielo’ (la diferencia entre el precio que ofertan ellas y el marginal que marcan las gasistas, que se llevan sin hacer nada) para abaratar el recibo, pero no se sabe cómo lo va a hacer ni cuándo. La idea de un precio medio sería mucho más eficaz y el PP la maneja, aunque de momento no ha ido más allá. Otra posibilidad es utilizar los ingresos del Gobierno por los derechos de CO2 para rebajar la factura.
También se pueden eliminar todo lo que pagamos en el recibo de la luz que no tiene nada que ver con la luz: los cargos, como el déficit de las actividades reguladas anterior a 2013, las citadas primas a las renovables o la insularidad; y los impuestos, que son el IVA, el impuesto a la generación y el impuesto especial a la electricidad, del 5,11% de la factura. Aunque esto no bajaría el precio del MWh, sí abarataría sustancialmente el recibo. Sánchez solo ha bajado el IVA del 21% al 10% y ha suprimido tres meses el de generación.
Con este precio, ¿es mejor el mercado libre?
Todo lo anterior se aplica al mercado regulado, el que paga el PVPC. Pero eso solo supone el 40% de los consumidores, según el Banco de España, mientras que el 60% restante tiene mercado libre (aunque la mayoría no lo saben); es decir, un contrato por el que paga el precio que le impone una compañía comercializadora, que puede ser fijo, con discriminación horaria, tarifa plana, etc. Estas tarifas suelen ser más caras que el PVPC porque las eléctricas se guardan un colchón para no perder dinero en el caso de que suba mucho el precio, como sucede ahora.
Pero con el precio regulado tan alto, muchos se plantean pasarse al mercado libre. Los expertos consultados aseguran que, pese a la escalada, sigue saliendo mejor el regulado: a corto plazo, solo pagan menos los nuevos clientes a los que durante unos meses les han hecho una promoción especial para captarlos (como las compañías telefónicas), que tiene fecha de caducidad. En el resto de los casos, pagan más incluso a corto plazo. Además, en el mercado libre no se puede solicitar el bono social y estas promociones a veces exigen suscribir contratos de mantenimiento.
Es fácil de entender: «por definición, en el conjunto del año es imposible batir el PVPC, es matemáticamente imposible. Cualquier empresa que declarase conseguirlo, o miente, o su CEO debe ser destituido porque estaría perdiendo dinero», según uno de los expertos. Así que ya saben.
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