Economía
¡Es el mercado, amigo!

Las líneas rojas de Blas Herrero para comprar Prisa que el Gobierno rechazó: la monarquía y Cataluña

  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

Esta es una historia que pudo ser y no fue, pero no por lo que todo el mundo creía hasta ahora. El mayor conglomerado mediático español, el Grupo Prisa (El País, la SER, As, Cinco Días, M80, Los 40…), estuvo a punto de acabar en las manos del empresario asturiano Blas Herrero (dueño de Kiss FM y Kiss TV), quien llegó a presentar una oferta de 200 millones. La operación se cayó, pero no solo porque el consejo de Prisa la considerase demasiado baja -eso se dice siempre en todas las opas-, sino porque la frustró el propio Gobierno. Y lo hizo porque Herrero marcó dos líneas rojas en la línea editorial que el Ejecutivo no aceptó: la defensa de la monarquía y el rechazo del procés separatista en Cataluña.

Fuentes conocedoras del proceso explican que Herrero iba a por todas con su oferta por la división de medios de Prisa (quedaba fuera la de educación, Santillana), a diferencia de otras empresas en las que ha andado enredando, como Duro Felguera. De hecho, embarcó a algunos de los socios mexicanos que tiene en otros negocios y tenía ofertas para la financiación necesaria para lanzar la opa por parte de Société Générale y de Bank of America Merrill Lynch.

Blas Herrero, de Kiss FM.

Es más, logró poner de su parte al mismísimo Santander -uno de los principales accionistas de Prisa a su pesar, debido a la conversión de su ingente deuda en acciones-, como informó OKDIARIO. Un movimiento que probablemente influyó bastante en la derrota del banco ante Telefónica (otro de los principales accionistas) meses después, que se saldó con la destitución de Javier Monzón -hombre de confianza de Ana Botín- como presidente de la compañía de medios. Fue sustituido por Joseph Oughourlian, el dueño del fondo Amber Capital, que posee el 29,8% del capital.

El imprescindible nihil obstat del Gobierno

Financiación, socios, apoyo del Santander… Herrero tenía buenas cartas en su mano para ganar la partida, así que sorprende que la perdiera. Sí, el consejo siguió el manual y dijo que era muy baja -aunque los analistas de Bankinter dijeron que era una valoración «razonable»-, pero nada que no se arreglara subiendo un poco el precio y dejando decidir a los accionistas. Si de verdad iba a por todas, lo podía haber conseguido.

Entonces, ¿qué pasó? La explicación no hay que buscarla en el dinero, sino en la política. Cuando alguien quiere comprar un medio, y no digamos ya el Grupo Prisa, necesita el nihil obstat del Gobierno de turno; eso ha sido siempre así en España y lo sigue siendo por mucho que a nuestros empresarios y ejecutivos se les llene la boca hablando de ESG (medio ambiente, sociedad y gobernanza, por sus siglas en inglés) y que insistan en que «ya no estamos en los años 90».

Así que Blas Herrero fue a conseguir ese visto bueno del Ejecutivo de Pedro Sánchez. Y ahí surgió la colisión. Su interlocutora, según algunas de las fuentes citadas, fue Adriana Lastra, portavoz parlamentaria del PSOE y que acaba de hacerse con el control absoluto del partido tras la salida de José Luis Ábalos, por aquello de la conexión asturiana.

Monarquía y procés, exigencias inaceptables para Sánchez

En esa conversación, la política le preguntó qué pensaba hacer con la línea editorial de los medios de Prisa, lo que verdaderamente preocupaba a los socialistas, que temían quedarse sin su eterno brazo mediático. ¿Quién va a loar la belleza de Sánchez en su reciente viaje por EEUU si no lo hacen El País y la SER? Herrero le respondió que eso se lo dejaría a los profesionales pero con la salvedad de dos líneas rojas: la defensa a ultranza de la monarquía -que para eso es asturiano, ya saben, Asturias es España y el resto es tierra conquistada- y el rechazo frontal del independentismo catalán.

Y ahí es donde Lastra se plantó. Las servidumbres del Gobierno Frankenstein hacían imposible que los medios de Prisa le pusieran la proa a sus principales socios. Esquerra Republicana es un apoyo fundamental para que Sánchez siga en La Moncloa, y bien que se lo cobra como es sabido, y no iba a tolerar que los medios de Prisa le dieran cera día sí y día también. Otro tanto cabe decir de la jefatura del Estado: no es que El País vaya a defender con ardor la tercera república, pero tampoco podía estar todo el tiempo criticando a Podemos por su permanente campaña antimonárquica.

El portavoz de ERC, Gabriel Rufián. Foto: EFE

Así que las exigencias de Blas Herrero fueron rechazadas, ante lo cual el empresario decidió tirar la toalla y no seguir adelante con su oferta. No merecía la pena el esfuerzo, el gasto y la batalla que iba a tener que librar con los principales accionistas de Prisa si no iba a poder tener ninguna influencia en el contenido de los medios, por mucho que fueran suyos.

Pero es que el que sí tiene unas líneas rojas muy marcadas es Sánchez; concretamente, una: seguir en el cargo como sea hasta 2023. Aunque ello suponga dejar a Prisa en la estacada y condenarla a un duro ajuste laboral que casi todo el mundo da por seguro.