Economía
OK ANÁLISIS

Impuestos para todos menos para mí

Ante una nueva campaña electoral en España, en este caso en Galicia y País Vasco, los políticos se lanzan, de nuevo, a prometer cosas con tal de obtener el mayor rédito electoral posible, aunque sea difícil de cumplir una vez alcanzado el poder.

En este caso, el candidato a la Xunta de Galicia por el PP, Alberto Núñez Feijoo, ha anunciado que pedirá al Estado que se baje el IVA de los alimentos sin gluten. No es para menos que se proponga tal medida, ya que un celíaco gasta aproximadamente un 265% más en la cesta de la compra que una persona que no sufre de tal intolerancia alimentaria.

Pero deberíamos comenzar a ser conscientes de que la carga impositiva en muchos casos es perjudicial para cualquier tipo de actividad económica. En este caso, las personas celíacas, debido a la poca oferta y desarrollo de los alimentos sin gluten, tienen que hacer frente a sobrecostes para consumir el mismo producto que una persona «sana». Y esto es lo que se ve, pero lo que no se ve es que, exceptuando el pan, el IVA pagado es del 21% por esta clase de comida.

Y no sólo son las personas celíacas las que demandan menores impuestos para «facilitarles la vida». Desde que Cristóbal Montoro subió el IVA «cultural» al 21%, la industria del séptimo arte nacional ha venido reclamando una bajada de este impuesto, ya que como indicaba en una entrevista Lucía Etxebarría, este «está destrozando por completo la cultura española». También los autónomos, objeto fetiche de promesas electorales, se vienen quejando continuamente de los impuestos que pagan, incluidas las cotizaciones a la seguridad social fijas, ganen o pierdan dinero con su negocio.

Estos son sólo unos pocos de los muchos colectivos que se quejan de los impuestos que pagan, los cuales perjudican a la actividad de sus negocios y vidas, y que, según el último barómetro  del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 59,3% de los encuestados dice que paga más de lo que después recibe a cambio en forma de servicios públicos. Al mismo tiempo, el 44,7% contestaba que era necesario mejorar la calidad de los servicios públicos aunque ello significara pagar más en tributos.

En España, al parecer, deseamos pagar los menores impuestos posibles para evitar que eso dificulte el poder ganarnos la vida o el adquirir productos encarecidos en un 21% debido al IVA, pero esa suerte no se la deseamos a otros. A saber, si reclamamos menores impuestos para nosotros pero al mismo tiempo demandamos mejores servicios públicos, aunque ello conlleve pagar más al erario público, esto daría como resultado que otros deberían pagar más, ya sea en el presente o en el futuro a través de deuda.

Y si deseo menores impuestos para poder montar mi propio negocio o para comprar alimentos sin gluten porque sé que eso es beneficioso para mí y para lograr una mayor independencia financiera, ¿por qué no reclamar una bajada de impuestos generalizada para todos? Al fin y al cabo, si el IVA al 21% destroza la industria del cine o dificulta la adquisición de productos sin gluten, ¿que no hará con otros sectores económicos que sufren cargas impositivas muy elevadas?

Es una gran noticia que los políticos traten de bajar impuestos para facilitar la vida al colectivo de celíacos, pero todos deberíamos gozar del mismo derecho para poder vivir nuestra vida como nosotros queramos y, en este caso, necesitamos. El dinero está mejor en el bolsillo de los ciudadanos que en el de Montoro, por lo que, en definitiva, si deseamos que la economía española despegue por completo y se aleje de los fantasmas de la crisis económica, deberíamos empezar por reclamar una menor rapiña fiscal y una reducción impositiva para todos, al mismo tiempo que se reduzca el gasto público que sirve a nuestros políticos para despilfarrar todos esos recursos que servirían para que cualquiera de nosotros viviera mejor.