Economía

Freixenet decide nuevamente mantener su sede en Cataluña

Freixenet seguirá siendo catalana. Nuevamente, el consejo de administración de la productora de cava, presidida por Josep Lluís Bonet, ha acordado este viernes mantener su sede social en Sant Sadurní d’Anoia (Barcelona).

Esta es la segunda vez que Bonet pone sobre la mesa del consejo, el máximo órgano de gobierno de la empresa, la posibilidad de que el grupo vitivinícola se lleve el domicilio social fuera de Cataluña por la crisis política en esta comunidad.

La primera vez fue a finales del pasado año, cuando Bonet amenazó con llevarse la sede después del referéndum ilegal del 1 de octubre. Finalmente, la empresa acordó quedarse en Cataluña al entender que con la aplicación del artículo 155 se recuperó el «orden constitucional».

Cataluña, sin gobierno

Bonet, sin embargo, avisó de que si el independentismo ganaba las elecciones del 21 de diciembre, como así fue, la compañía se plantearía nuevamente trasladar su domicilio social.

Tras una reunión que ha durado unas tres horas, Freixenet, el principal productor de cava de España, ha optado por continuar operando como hasta ahora, a pesar de que Cataluña sigue sin gobierno casi dos meses después de los comicios, según han indicado fuentes de la compañía.

En plena campaña electoral catalana, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, visitó Freixenet para apoyar a la empresa, que en los últimos años ha sido víctima del boicot a los productos catalanes.

Venta a Henkell

Ante Bonet, Rajoy hizo un llamamiento a que no se castigara ni se boicoteara a ninguna compañía catalana, ya que los empresarios, dijo, no tienen culpa de las decisiones «irresponsables» adoptadas por algunos dirigentes políticos.

Fuentes de la compañía, por otro lado, han mantenido mutismo sobre la posible venta de Freixenet al grupo vinícola alemán Henkell, una opción que hace más de dos años que se negocia y que mantiene divididas a las tres ramas familiares que dirigen la empresa: los Ferrer, los Hevia Ferrer y los Bonet.

En caso de prosperar la operación, Freixenet, una compañía con más de cien años de historia, pasaría a estar controlada por una multinacional alemana.