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Economía
Vivienda

Comprar una vivienda ya supera el 45% de los ingresos familiares en Barcelona, Madrid, Málaga o Baleares

El nivel de ingresos que requiere comprar una vivienda se acerca peligrosamente a las cifras de 2008

Comprar una vivienda es uno de los mayores esfuerzos que hacen las familias, pero este proyecto de vida cada vez se come una mayor parte de los ingresos del núcleo familiar. En concreto, en algunas provincias, como Barcelona, Madrid, Málaga o Baleares, el esfuerzo financiero medio supera el 45% de los ingresos familiares, lo que sitúa a buena parte de los hogares en una situación de vulnerabilidad habitacional.

Asimismo, el 40% de los compradores ya destina más del 35% de sus ingresos a la vivienda y no hay oferta estructural. Se trata de un incremento que se ha empezado a experimentar especialmente desde 2022, cuando suponía un 30,6% de los ingresos de la unidad familiar, pero que ahora se acerca peligrosamente a los niveles de 2008, cuando los ingresos suponían el 52,9% y que coincide con el estallido de la burbuja inmobiliaria.

«Cuando la evolución de los precios se desconecta de variables macro fundamentales es normal empezar a hablar de burbuja», ha alertado Vicenç Hernández Reche, economista y CEO de Tecnotramit.

Según Tecnotramit, los datos del mercado ya reflejan una «desconexión preocupante entre el valor real de la vivienda y la capacidad de compra de la población». A la vez, la inmobiliaria advierte que, si no se adoptan políticas de estímulo a la oferta asequible y se favorece la entrada al mercado de alquiler, «los efectos de este desequilibrio podrían ser similares a los vividos en la crisis de 2008, aunque con diferencias de fondo».

De esta forma, más de un 45% de los ingresos ya supone a las familias tener que ahorrar durante 8,7 años. Mientras que más del 35% de los ingresos suponen más de 7 años de ahorro.

El precio de la vivienda en España crece por encima del 6% anual

El precio medio del metro cuadrado en España ya es superior a los 1.850 euros, lo que supone un incremento por encima del 6% interanual. En paralelo, los salarios apenas han aumentado alrededor de un 3%, lo que está dejando fuera del mercado a una parte importante de la población y agravando la tensión en el acceso a la vivienda.

En este contexto, la oferta de vivienda nueva y asequible continúa siendo insuficiente para la alta demanda residencial del país. En 2024 apenas se iniciaron 87.000 viviendas, cuando se necesitarían al menos 160.000 nuevas unidades al año para atender adecuadamente la demanda estructural. Esta carencia está impulsando los precios tanto en compra como en alquiler, especialmente en grandes núcleos urbanos, y genera un efecto expulsión hacia la periferia que agrava la desigualdad territorial.

No obstante, la situación actual ha favorecido unas condiciones de financiación competitivas, pues el tipo medio de interés está en torno al 3%, aunque el aumento de los precios complica el acceso al mercado de los colectivos más vulnerables por sus menores ingresos.

Además, la baja tasa de ahorro de una parte de la población imposibilita reunir el dinero para la entrada de un piso y conseguir una hipoteca. Mientras, las condiciones para acceder a un crédito no mejoran debido a la cautela de la banca y la inestabilidad macroeconómica y geopolítica.