Economía

China construirá su cadena de suministro de baterías en Marruecos y se olvida de España

China construirá su cadena de suministro de baterías para vehículos eléctricos (BEV) en Marruecos, y se olvida de España, en un momento en que el gigante asiático busca desarrollar su propia industria. La empresa PowerCo, con su jefe de operaciones, Sebastian Wolf, al frente, está liderando este importante proyecto.

«En este momento, tenemos que ser honestos en cuanto a que el establecimiento de la cadena de suministro de LFP (Batería de litio-ferrofosfato) se está llevando a cabo en Marruecos y no en Europa», señaló su jefe de operaciones. China tiene un control estricto sobre la fabricación mundial de baterías, así como sobre las materias primas como el litio, el níquel y el cobalto necesarios para fabricarlas.

Retraso tecnológico en Europa

Dado el contexto actual, Europa intenta construir su propia cadena de suministro, pero lleva años de retraso en términos de tecnología. Al mismo tiempo, la región está perdiendo inversiones frente a Estados Unidos y Canadá, donde los incentivos financieros gubernamentales han sido más agresivos. Por su parte, las baterías de fosfato de hierro y litio están ganando adopción rápidamente como una tecnología menos costosa que se ha vuelto más eficiente en los últimos años. China puede producir baterías LFP a casi la mitad del coste del promedio mundial.

En cambio, Marruecos, es rico en recursos de fosfato, clave para fabricar células LFP. Además, el país africano también está situado a las puertas de Europa y se beneficia del libre comercio con Estados Unidos. De hecho, el año pasado, CNGR Advanced Materia, un fabricante chino de componentes para baterías, anunció que uniría fuerzas con el fondo de inversión privado africano Al Mada para construir una base industrial en Marruecos. Con una inversión total de más de 2.000 millones de dólares (1.861 millones de euros), dijeron que pretendían comenzar la producción de materiales para baterías en un nuevo sitio en Jorf Lasfar, en la costa atlántica de Marruecos, en 2025.

Todo esto se produce en una situación en la que las fábricas de coches españolas temen represalias de China por la puesta en marcha de nuevos aranceles a la importación de eléctricos a Europa, como la reducción de los envíos de piezas necesarias para el ensamble de los coches o el veto a la venta de baterías a las marcas del Viejo Continente.

Un miedo que ha provocado que los fabricantes ya negocien con nuevos proveedores locales para evitar escasez en sus instalaciones este año, lo que se traduciría en nuevas paradas en las líneas de producción y la aplicación de expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) para hacer frente al desabastecimiento. Y después de que Estados Unidos haya multiplicado por cuatro los aranceles a las importaciones de vehículos eléctricos procedentes de China, los fabricantes de coches con producción en la región temen que Bruselas copie las medidas proteccionistas llevadas a cabo por la administración de Joe Biden y aplique una tasa al envío de automóviles ensamblados en las plantas chinas. Una situación que ha hecho que las marcas retrasen estimación de los precios de los productos para los distintos mercados europeos.