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El BCE reclama a Ibercaja que se fusione para poder recortar plantilla tras el aplazamiento de la OPV

  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

La suspensión de la salida a Bolsa de Ibercaja Banco, debida a que el mercado no aceptaba el elevado precio que pretendía obtener la entidad, ha generado un grave problema para el BCE. Ibercaja debe acometer un ajuste de plantilla similar al del resto del sector, que puede costarle entre 300 y 400 millones, según fuentes al tanto de la situación. Un ajuste que exigían  los inversores para pagar el precio que pedía en la OPV y que no puede afrontar en solitario, por lo que el supervisor le ha planteado como salida una fusión con otro banco. Algo a lo que se opone el consejo, afirman las fuentes.

Las estimaciones del mercado son que tendrían que prescindir de entre 1.500 y 2.000 empleados para ponerse al nivel del resto del sector tras los ERE masivos de 2021. Eso le puede costar entre 300 y 400 millones, e Ibercaja no tiene suficiente capital para asumir ese coste sin dejar de cumplir las exigencias de solvencia del BCE. Desde la entidad recuerdan que ya tienen en marcha un ERE para 750 empleados, pero los inversores consideran que se queda corto y que tendrá que recortar al menos el doble de empleos.

La mejor opción para poder acometer ese ajuste sería una fusión, y es lo que pretenden tanto el BCE en Frankfurt como el Banco de España, siempre según las fuentes. Pero eso lo rechaza de plano el consejo de la entidad aragonesa porque eso implicaría una pérdida de poder (parcial o total) y de asientos en el órgano de gobierno.

Abanca se ha vuelto a postular como posible novia -su presidente, Juan Carlos Escotet, lo dijo el miércoles públicamente-, pero yamantuvieron conversaciones en el pasado e Ibercaja rechazó de plano esta combinación. Otras alternativas serían Unicaja -que bastante tiene con la guerra de poder que vive tras la fusión con Liberbank, aunque siempre quiso incorporar a Ibercaja al proyecto-, Kutxabank, CaixaBank (que puede planteárselo tras digerir Bankia pero que diluiría por completo a Ibercaja como en su día a BMN) y el propio Sabadell, en un movimiento consistente en comer para evitar ser comido en el futuro.

El mercado no aceptaba el precio sin reestructuración

El consejo de Ibercaja fue el que dio el visto bueno a hacer la OPV ahora porque «el consejero delegado y los directivos le vendieron que podían salir entre 0,5 y 0,65 veces el valor en libros», unos niveles equiparables a los que cotiza CaixaBank. Pero, si no acometía el citado ajuste de costes, el mercado sólo estaba dispuesto a  pagar como máximo la valoración de Unicaja (entre 0,35 y 0,4 veces), entidad más grande y que, además, ya ha acometido la reestructuración. Al negarse el consejo a rebajar el precio, los bancos de inversión se negaron a asegurar la colocación, como informó OKDIARIO.

La salida a Bolsa le habría dado un balón de oxígeno al consejo que le habría permitido ganar tiempo antes de plantear el ajuste. Pero los inversores -todos profesionales, ya que la OPV no tenía tramo minorista- han pensado que en el futuro habría que acometer este proceso y eso reduciría el dividendo o forzaría a una ampliación de capital, según las fuentes. Y con esa perspectiva, no han querido comprar las acciones.

Desde Ibercaja, se justificó la suspensión por la tensión geopolítica en Ucrania, pero lo cierto es que las expectativas de subidas de tipos han llevado al índice europeo de bancos a máximos de varios años y el coste de riesgo bajísimo: «Es el mercado ideal para la salida a Bolsa de un banco en una economía que va a recibir muchos fondos de la UE y donde se va a reabrir el turismo», sentencia una de las fuentes.

Otro problema que encontraban era la gobernanza de Ibercaja Banco, ya que el consejo está «compuesto íntegramente por personas afines a la presidencia y donde los independientes lo son más sobre el papel que en la realidad», según otra de las fuentes. Esta situación es habitual en las antiguas cajas -lo era en Unicaja hasta la fusión con Liberbank-, pero el mercado exige en la actualidad unos principios de buen gobierno mucho más estrictos.